/ miércoles 16 de enero de 2019

La crisis como arma política

El hoy presidente de la República hizo su primera aparición política cuando cerró por la fuerza pozos petroleros de la región de su natal Macuspana; fue su forma de protesta por no haber sido seleccionado candidato a la gubernatura de Tabasco por el PRI, cuyo Comité Ejecutivo estatal presidía con el apoyo de uno de sus mentores, el entonces gobernador Enrique González Pedrero. El cierre de instalaciones, la manifestación callejera, la estridencia han caracterizado la actuación política de Andrés Manuel López Obrador.

Los extremos, la provocación de situaciones de emergencia llevaron a López Obrador a cerrar, con violencia, el Paseo de la Reforma y buena parte del centro de la Ciudad de México cuando la autoridad electoral rechazó su triunfo en las elecciones presidenciales de 2006. El fin justifica los medios, parece ser una divisa que ha marcado la actuación política de López Obrador. Aunque en ocasiones lo que no se justifica es el fin propuesto, para López Obrador la crisis, la movilización a costa del orden público son elementos cuyos resultados en general le han sido favorables. En su lucha contra la corrupción no ha dudado en despertar y alentar la ira y el deseo de venganza de la sociedad contra todo lo que signifique el pasado. En su afán de cierre, cancela obras con elevado costo económico y social como el aeropuerto de la Ciudad de México, o programas como la Reforma Educativa y la apertura a inversiones internacionales en la industria petrolera.

Ejemplo claro del uso de la crisis como instrumento político se encuentra en la batida emprendida en contra del robo de gasolina, convertido en los últimos años en una de las industrias más productivas para la delincuencia y en práctica de corrupción en todos los estratos de la población. El propósito es loable; terminar con esa sangría a la economía es un fin que nadie razonablemente podría poner en duda ni criticar. Los medios para lograrlo no lo son tanto. La táctica del combate al huachicoleo fue clara: provocar la crisis en busca del apoyo general. Una vez desatada la emergencia por el desabasto de combustibles, el gobierno de López Obrador ha logrado sofocar el descontento y la indignación de la población y revertir la crítica y aun las pérdidas económicas que la carencia de combustibles está generando, en apoyo a una campaña que ahora se ve, pudo ahorrar las molestias y los problemas ocasionados por el desabasto.

En la estrategia de convertir esta lucha en crisis y emergencia, se comenzó por donde debió haberse terminado. Semanas después de haberse cerrado las válvulas de los ductos que abastecen el combustible desde las seis refinerías y los puntos de importación de gasolinas, el gobierno de López Obrador, en sus diarias conferencias de prensa matutinas ha dado a conocer los aspectos fundamentales de este combate que debieron ser anunciados antes de proceder al cierre de los ductos.

Sobrevigilancia aérea del Ejército, la Marina y la Policía Federal en refinerías, plantas de almacenamiento y ductos para evitar, desde el origen, el tráfico ilegal de combustibles; persecución y aprehensión de delincuentes dedicados por años a la fractura de ductos; acción coordinada de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y la Procuraduría General de la República de operaciones ilícitas, que han llevado al inicio de procesos contra altos funcionarios y a investigaciones sobre toda la red de corrupción que ha permitido el robo masivo de combustibles. Para López Obrador, la victoria se anuncia doble: sobre el huachicoleo si las medidas adoptadas constituyen un éxito; adicionalmente, el apoyo indiscutible de la población, no importan los perjuicios que bien pudieron haberse evitado.

srio28@prodigy.net.mx

El hoy presidente de la República hizo su primera aparición política cuando cerró por la fuerza pozos petroleros de la región de su natal Macuspana; fue su forma de protesta por no haber sido seleccionado candidato a la gubernatura de Tabasco por el PRI, cuyo Comité Ejecutivo estatal presidía con el apoyo de uno de sus mentores, el entonces gobernador Enrique González Pedrero. El cierre de instalaciones, la manifestación callejera, la estridencia han caracterizado la actuación política de Andrés Manuel López Obrador.

Los extremos, la provocación de situaciones de emergencia llevaron a López Obrador a cerrar, con violencia, el Paseo de la Reforma y buena parte del centro de la Ciudad de México cuando la autoridad electoral rechazó su triunfo en las elecciones presidenciales de 2006. El fin justifica los medios, parece ser una divisa que ha marcado la actuación política de López Obrador. Aunque en ocasiones lo que no se justifica es el fin propuesto, para López Obrador la crisis, la movilización a costa del orden público son elementos cuyos resultados en general le han sido favorables. En su lucha contra la corrupción no ha dudado en despertar y alentar la ira y el deseo de venganza de la sociedad contra todo lo que signifique el pasado. En su afán de cierre, cancela obras con elevado costo económico y social como el aeropuerto de la Ciudad de México, o programas como la Reforma Educativa y la apertura a inversiones internacionales en la industria petrolera.

Ejemplo claro del uso de la crisis como instrumento político se encuentra en la batida emprendida en contra del robo de gasolina, convertido en los últimos años en una de las industrias más productivas para la delincuencia y en práctica de corrupción en todos los estratos de la población. El propósito es loable; terminar con esa sangría a la economía es un fin que nadie razonablemente podría poner en duda ni criticar. Los medios para lograrlo no lo son tanto. La táctica del combate al huachicoleo fue clara: provocar la crisis en busca del apoyo general. Una vez desatada la emergencia por el desabasto de combustibles, el gobierno de López Obrador ha logrado sofocar el descontento y la indignación de la población y revertir la crítica y aun las pérdidas económicas que la carencia de combustibles está generando, en apoyo a una campaña que ahora se ve, pudo ahorrar las molestias y los problemas ocasionados por el desabasto.

En la estrategia de convertir esta lucha en crisis y emergencia, se comenzó por donde debió haberse terminado. Semanas después de haberse cerrado las válvulas de los ductos que abastecen el combustible desde las seis refinerías y los puntos de importación de gasolinas, el gobierno de López Obrador, en sus diarias conferencias de prensa matutinas ha dado a conocer los aspectos fundamentales de este combate que debieron ser anunciados antes de proceder al cierre de los ductos.

Sobrevigilancia aérea del Ejército, la Marina y la Policía Federal en refinerías, plantas de almacenamiento y ductos para evitar, desde el origen, el tráfico ilegal de combustibles; persecución y aprehensión de delincuentes dedicados por años a la fractura de ductos; acción coordinada de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y la Procuraduría General de la República de operaciones ilícitas, que han llevado al inicio de procesos contra altos funcionarios y a investigaciones sobre toda la red de corrupción que ha permitido el robo masivo de combustibles. Para López Obrador, la victoria se anuncia doble: sobre el huachicoleo si las medidas adoptadas constituyen un éxito; adicionalmente, el apoyo indiscutible de la población, no importan los perjuicios que bien pudieron haberse evitado.

srio28@prodigy.net.mx