/ lunes 30 de octubre de 2017

La crisis en Cataluña

Las calles se inundaron de una extraña sensación y la inusual alegría o descontento que supuso para muchos la Declaración de Independencia de Cataluña, duró apenas un momento. El Senado español con 214 votos a favor, aprobaba el 155 constitucional, y con ello la retirada de las autoridades catalanas para hacer un llamado a elecciones el 21 de diciembre que se mira anticipado. La comunidad internacional ha quedado impactada por un tema que ha escalado y que abre cuestionamientos sobre el futuro de una España que se ha topado de frente con un nacionalismo catalán que se creía menos ambicioso incluso que el vasco.

Hace ya más de cinco años, decía José María Maravall, ministro de educación de Felipe González entre 1982 y 1988, y destacado sociólogo y politólogo español, que “le preocupaba más la crisis institucional y política, que la económica”, y que “Cataluña debería importar aún más a España que la prima de riesgo” que iba en franco aumento en ese entonces por la grave crisis que se vivía.

Sin embargo, el argumento de que la productividad catalana contrastaba con el cuestionable manejo de Rajoy a la crisis económica española no era todo el problema. En el fondo, había evidencia de que el impasse político (el mismo que dio vida a expresiones como Podemos o Ciudadanos), había avivado un nacionalismo en la Generalidad de Cataluña.

Aunque la independencia de los catalanes supondría que como una hipotética nación independiente, se convirtieran en una de las 15 principales economías de Europa, lo cierto es que su aporte del 19% al PIB de España, estaría comprometido por la alta volatilidad que supondría su separación del resto del país ibérico. La versión del gobierno español, es que un gobierno catalán independiente perdería entre 25%-30% de su PIB, especialmente por la fuga de empresas que distribuyen productos en todo el país.

La rápida escalada de tensiones que ha tenido la idea de una separación en los últimos años, se rastrea desde que Carles Puigdemont llegó al Ejecutivo de la Generalitat. Se trata de un fenómeno complejo, cargado de matices geopolíticos, y que es tan sólo el más conocido de varios que suceden actualmente en la Unión Europea (UE), pues por ejemplo, la idea separatista de Flandes es cada vez más preocupante para Bélgica, mientras en la misma España las vindicaciones de Euskadi siguen presentes en gran parte de la población.

La dinámica que es conocida como “fragintegración” por los internacionalistas, pareciera conquistar a comunidades que ven en la idea de la Unión Europea, la manera de reconfigurarse para beneficiarse en otros términos de la integración europea y quedar mejor parados que permaneciendo dentro de estados con problemas económicos y gran crispación política, idea que por cierto, habrá de transmutar al propio proyecto de la UE en el siglo XXI.

El futuro de España se ve incierto, y la idea de una Cataluña como parte la primera, puede llegar a ser tan estridente para algunos, como pensar que Kosovo volverá algún día a Serbia. Hoy, los erráticos pasos de Rajoy sin duda son vistos como un riesgo pues se teme termine emulando al franquismo.

 Desde México la lectura de este proceso aun demanda reservas; y a pesar de esto, la amarga política exterior de Peña Nieto, la misma que parece haber olvidado lo fundamental que fue para nuestro país el reconocimiento de la libre autodeterminación de los pueblos, se ha envalentonado a descalificar la independencia de Cataluña, en una incongruencia que sólo la historia calificará, pues hace ya más de 200 años, éramos nosotros quienes poníamos esa demanda al frente de España.

Diputada por Movimiento Ciudadano

@ClauCorichi

Las calles se inundaron de una extraña sensación y la inusual alegría o descontento que supuso para muchos la Declaración de Independencia de Cataluña, duró apenas un momento. El Senado español con 214 votos a favor, aprobaba el 155 constitucional, y con ello la retirada de las autoridades catalanas para hacer un llamado a elecciones el 21 de diciembre que se mira anticipado. La comunidad internacional ha quedado impactada por un tema que ha escalado y que abre cuestionamientos sobre el futuro de una España que se ha topado de frente con un nacionalismo catalán que se creía menos ambicioso incluso que el vasco.

Hace ya más de cinco años, decía José María Maravall, ministro de educación de Felipe González entre 1982 y 1988, y destacado sociólogo y politólogo español, que “le preocupaba más la crisis institucional y política, que la económica”, y que “Cataluña debería importar aún más a España que la prima de riesgo” que iba en franco aumento en ese entonces por la grave crisis que se vivía.

Sin embargo, el argumento de que la productividad catalana contrastaba con el cuestionable manejo de Rajoy a la crisis económica española no era todo el problema. En el fondo, había evidencia de que el impasse político (el mismo que dio vida a expresiones como Podemos o Ciudadanos), había avivado un nacionalismo en la Generalidad de Cataluña.

Aunque la independencia de los catalanes supondría que como una hipotética nación independiente, se convirtieran en una de las 15 principales economías de Europa, lo cierto es que su aporte del 19% al PIB de España, estaría comprometido por la alta volatilidad que supondría su separación del resto del país ibérico. La versión del gobierno español, es que un gobierno catalán independiente perdería entre 25%-30% de su PIB, especialmente por la fuga de empresas que distribuyen productos en todo el país.

La rápida escalada de tensiones que ha tenido la idea de una separación en los últimos años, se rastrea desde que Carles Puigdemont llegó al Ejecutivo de la Generalitat. Se trata de un fenómeno complejo, cargado de matices geopolíticos, y que es tan sólo el más conocido de varios que suceden actualmente en la Unión Europea (UE), pues por ejemplo, la idea separatista de Flandes es cada vez más preocupante para Bélgica, mientras en la misma España las vindicaciones de Euskadi siguen presentes en gran parte de la población.

La dinámica que es conocida como “fragintegración” por los internacionalistas, pareciera conquistar a comunidades que ven en la idea de la Unión Europea, la manera de reconfigurarse para beneficiarse en otros términos de la integración europea y quedar mejor parados que permaneciendo dentro de estados con problemas económicos y gran crispación política, idea que por cierto, habrá de transmutar al propio proyecto de la UE en el siglo XXI.

El futuro de España se ve incierto, y la idea de una Cataluña como parte la primera, puede llegar a ser tan estridente para algunos, como pensar que Kosovo volverá algún día a Serbia. Hoy, los erráticos pasos de Rajoy sin duda son vistos como un riesgo pues se teme termine emulando al franquismo.

 Desde México la lectura de este proceso aun demanda reservas; y a pesar de esto, la amarga política exterior de Peña Nieto, la misma que parece haber olvidado lo fundamental que fue para nuestro país el reconocimiento de la libre autodeterminación de los pueblos, se ha envalentonado a descalificar la independencia de Cataluña, en una incongruencia que sólo la historia calificará, pues hace ya más de 200 años, éramos nosotros quienes poníamos esa demanda al frente de España.

Diputada por Movimiento Ciudadano

@ClauCorichi