/ miércoles 19 de febrero de 2020

¿La culpa es de los medios?

Estamos en un país en el que poco, o casi nada, funciona. El Estado de Derecho se vuelve una entelequia y, desde la máxima tribuna se omite su cumplimiento, lo que coloca a la sociedad en la plena indefensión.

El diario debate se guía por los dichos de unas mañaneras en las que, por suerte, empiezan a aparecer periodistas que cuestionan al todopoderoso tlatoani.

Un tlatoani que, difícilmente acepta el que se le lleve la contra. Lo de él es el monólogo, a su manera y bajo sus condiciones.

En fecha reciente, dos periodistas osaron demandarle una respuesta. Primero fue Denise Dresser, con el tema de la sanción de 10 millones de pesos, que tendrá que pagar Sergio Aguayo (Académico y periodista), al horror de Humberto Moreira, por una sentencia absurda, por “daño moral”.

Denise le solicitó a AMLO que se ocupara del asunto, en vista de que es una auténtica violación a la libertad de expresión. Por una triste frase de Aguayo, una sanción incumplible para un académico, que no cae en el grupo de “elegidos” que pagó millones, por cachitos de lotería y un amargo tamal.

La semana pasada, Frida Guerrera, feminista, periodista y activista de tiempo completo, alzó su voz en pro del género. Los feminicidios al alza y el Régimen ocupado con el sorteo del avión.

El tabasqueño hizo lo imposible por ignorarla, pero Frida lo acorraló. Salió con un “decálogo” que, según él, se aplica a esos delitos. De los 10 mentados argumentos, no se hace uno y, en ningún sentido suponen una política pública.

Para el máximo exponente de la 4T, la mujer debe seguir siendo aquel objeto del que hablaban los abuelos y que definían como: “En la cocina y cargada como la escopeta”.

Hay una profunda negligencia e indiferencia por ocuparse de lo que sucede con las mujeres. La salida del Fiscal Gertz Manero, habla por sí sola: “Desaparecer el término feminicidio y cambiarlo por homicidio agravado, porque es muy difícil que se cumplan con los lineamientos para serlo”.

El brutal desatino lo obligó veloz, a enmendar la plana, pero reitero, deja en claro la falta de interés por atender una problemática cada día más grave. En vista de la ceguera de las autoridades, algunos grupos feministas se lanzaron a las calles y, en razón del bestial homicidio de Ingrid, marcharon a exigir el alto a la impunidad.

La manifestación se centró en culpar a unas fotos que se publicaron en tres periódicos, por “revictimizar” a Ingrid y pidieron una disculpa pública, en particular de uno de ellos. Empezó la polémica.

De no haberse visto el salvajismo contra la pareja, ¿alguien se habría ocupado de Ingrid? Seguramente no. La imagen hizo que se cayera la venda de los ojos de tantísimas personas, que no creen que la mujer en México es objeto de la barbarie pura.

Se puede estar a favor o en contra de estas publicaciones, pero lo que no se puede es ignorar el papel que ocupan los medios de comunicación como transmisores de la realidad. ¿Se puede hacer con menos crudeza?, puede ser, aunque si se trata de hacer visible una violencia como la que vivimos, una imagen vale más que cien palabras.

Ni fue la prensa la que mató a Ingrid, ni existiría la pujanza actual de la mujer, para que al fin se detenga la inseguridad en la que vive, sin la debida información. Y si el culpable es el machismo, tendrían que empezar por quitárselo de encima -dan la impresión de que hasta misóginos (Los que odian a la mujer) son- las omisas autoridades.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Estamos en un país en el que poco, o casi nada, funciona. El Estado de Derecho se vuelve una entelequia y, desde la máxima tribuna se omite su cumplimiento, lo que coloca a la sociedad en la plena indefensión.

El diario debate se guía por los dichos de unas mañaneras en las que, por suerte, empiezan a aparecer periodistas que cuestionan al todopoderoso tlatoani.

Un tlatoani que, difícilmente acepta el que se le lleve la contra. Lo de él es el monólogo, a su manera y bajo sus condiciones.

En fecha reciente, dos periodistas osaron demandarle una respuesta. Primero fue Denise Dresser, con el tema de la sanción de 10 millones de pesos, que tendrá que pagar Sergio Aguayo (Académico y periodista), al horror de Humberto Moreira, por una sentencia absurda, por “daño moral”.

Denise le solicitó a AMLO que se ocupara del asunto, en vista de que es una auténtica violación a la libertad de expresión. Por una triste frase de Aguayo, una sanción incumplible para un académico, que no cae en el grupo de “elegidos” que pagó millones, por cachitos de lotería y un amargo tamal.

La semana pasada, Frida Guerrera, feminista, periodista y activista de tiempo completo, alzó su voz en pro del género. Los feminicidios al alza y el Régimen ocupado con el sorteo del avión.

El tabasqueño hizo lo imposible por ignorarla, pero Frida lo acorraló. Salió con un “decálogo” que, según él, se aplica a esos delitos. De los 10 mentados argumentos, no se hace uno y, en ningún sentido suponen una política pública.

Para el máximo exponente de la 4T, la mujer debe seguir siendo aquel objeto del que hablaban los abuelos y que definían como: “En la cocina y cargada como la escopeta”.

Hay una profunda negligencia e indiferencia por ocuparse de lo que sucede con las mujeres. La salida del Fiscal Gertz Manero, habla por sí sola: “Desaparecer el término feminicidio y cambiarlo por homicidio agravado, porque es muy difícil que se cumplan con los lineamientos para serlo”.

El brutal desatino lo obligó veloz, a enmendar la plana, pero reitero, deja en claro la falta de interés por atender una problemática cada día más grave. En vista de la ceguera de las autoridades, algunos grupos feministas se lanzaron a las calles y, en razón del bestial homicidio de Ingrid, marcharon a exigir el alto a la impunidad.

La manifestación se centró en culpar a unas fotos que se publicaron en tres periódicos, por “revictimizar” a Ingrid y pidieron una disculpa pública, en particular de uno de ellos. Empezó la polémica.

De no haberse visto el salvajismo contra la pareja, ¿alguien se habría ocupado de Ingrid? Seguramente no. La imagen hizo que se cayera la venda de los ojos de tantísimas personas, que no creen que la mujer en México es objeto de la barbarie pura.

Se puede estar a favor o en contra de estas publicaciones, pero lo que no se puede es ignorar el papel que ocupan los medios de comunicación como transmisores de la realidad. ¿Se puede hacer con menos crudeza?, puede ser, aunque si se trata de hacer visible una violencia como la que vivimos, una imagen vale más que cien palabras.

Ni fue la prensa la que mató a Ingrid, ni existiría la pujanza actual de la mujer, para que al fin se detenga la inseguridad en la que vive, sin la debida información. Y si el culpable es el machismo, tendrían que empezar por quitárselo de encima -dan la impresión de que hasta misóginos (Los que odian a la mujer) son- las omisas autoridades.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

ÚLTIMASCOLUMNAS