/ martes 23 de febrero de 2021

La Dama

El pasado 1 de febrero fue depuesta Aung San Suu Kyi en Myanmar (Birmania). Junto a otros políticos fue detenida y absurdamente acusada de violar la ley por importar ilegalmente varios walkie-takies. Más allá de una vida llena de vicisitudes y capítulos trágicos, vale la pena analizar su trayectoria desde la perspectiva de género.

“La Dama” como se le conoce, es símbolo de resistencia pacífica. Su legado emula a Gandhi y a Martin Luther King. Después de 25 años de prisión domiciliaria, triunfa en las elecciones y comienza a instaurar la democracia en su país. Al asumir el poder es designada como Consejera Estatal. La constitución prohíbe investirla como presidenta, debido a que sus hijos nacieron en el Reino Unido, país donde conoció su esposo y donde cursó estudios de política, economía y filosofía en la Universidad de Oxford.

Suu Kyi, regresa a su país en 1988 y se une a las manifestaciones de jóvenes que pugnaban por una apertura democrática. Los años posteriores fueron de intermitentes arrestos. Destaca un hecho particular, en 1999 aún en confinamiento domiciliario, le ofrecieron visitar a su esposo quien convalecía de cáncer en Inglaterra. Al final, decide quedarse ante el temor de no poder reingresar a su país. Tal decisión, provocó no estar en su lecho de muerte y no volverlo a ver con vida.

En 1991 le fue concedido el premio Nobel de la Paz, pero tuvieron que pasar 21 años para que recibiera y pronunciara su discurso en Oslo, Noruega. Pertinente señalar que su trayectoria tiene claroscuros. La comunidad internacional la ha señalado por no alzar la voz ante el éxodo de miles de musulmanes, genocidios y violaciones a manos de los militares.

Suu Kyi ejemplifica los diversos procesos históricos que han frenado el acceso a la plena libertad de las mujeres. La cultura machista sigue impidiendo la igualdad sin distinción de géneros. La violencia política contra la mujer es un fenómeno global. A nivel mundial solo el 6.6% son jefas de estado y el 24.9% tienen un escaño en los parlamentos de acuerdo a datos de la Unión Interparlamentaria.

Vocación inquebrantable, determinación política, paciencia férrea y carácter sólido, trazaron el destino de Aung San Suu Kyi. Rasgos que deben inspirar al sector femenino.

Senadora por el PT

El pasado 1 de febrero fue depuesta Aung San Suu Kyi en Myanmar (Birmania). Junto a otros políticos fue detenida y absurdamente acusada de violar la ley por importar ilegalmente varios walkie-takies. Más allá de una vida llena de vicisitudes y capítulos trágicos, vale la pena analizar su trayectoria desde la perspectiva de género.

“La Dama” como se le conoce, es símbolo de resistencia pacífica. Su legado emula a Gandhi y a Martin Luther King. Después de 25 años de prisión domiciliaria, triunfa en las elecciones y comienza a instaurar la democracia en su país. Al asumir el poder es designada como Consejera Estatal. La constitución prohíbe investirla como presidenta, debido a que sus hijos nacieron en el Reino Unido, país donde conoció su esposo y donde cursó estudios de política, economía y filosofía en la Universidad de Oxford.

Suu Kyi, regresa a su país en 1988 y se une a las manifestaciones de jóvenes que pugnaban por una apertura democrática. Los años posteriores fueron de intermitentes arrestos. Destaca un hecho particular, en 1999 aún en confinamiento domiciliario, le ofrecieron visitar a su esposo quien convalecía de cáncer en Inglaterra. Al final, decide quedarse ante el temor de no poder reingresar a su país. Tal decisión, provocó no estar en su lecho de muerte y no volverlo a ver con vida.

En 1991 le fue concedido el premio Nobel de la Paz, pero tuvieron que pasar 21 años para que recibiera y pronunciara su discurso en Oslo, Noruega. Pertinente señalar que su trayectoria tiene claroscuros. La comunidad internacional la ha señalado por no alzar la voz ante el éxodo de miles de musulmanes, genocidios y violaciones a manos de los militares.

Suu Kyi ejemplifica los diversos procesos históricos que han frenado el acceso a la plena libertad de las mujeres. La cultura machista sigue impidiendo la igualdad sin distinción de géneros. La violencia política contra la mujer es un fenómeno global. A nivel mundial solo el 6.6% son jefas de estado y el 24.9% tienen un escaño en los parlamentos de acuerdo a datos de la Unión Interparlamentaria.

Vocación inquebrantable, determinación política, paciencia férrea y carácter sólido, trazaron el destino de Aung San Suu Kyi. Rasgos que deben inspirar al sector femenino.

Senadora por el PT