/ viernes 21 de septiembre de 2018

La defensa

El espectro de los temas de seguridad es tan amplio en un país incendiado como el nuestro. El año pasado fue considerado como uno de los más violentos en 20 años. En este sentido, el gobierno del presidente electo, Licenciado Andrés Manuel López Obrador, vivirá una tensión importante, entre una visión social y la urgencia de ofrecer resultados en materia de seguridad, por lo que en términos políticos y prácticos es fundamental que se propongan acciones que fortalezcan la política social y de derechos humanos.

Una de las definiciones más importantes será el nombramiento del Secretario de la Defensa Nacional. Su elección constituye por sí misma una acción para fortalecer al Estado Mexicano y dará mayor solidez, estabilidad y confianza al gobierno de López Obrador. Este nombramiento también será una de las señales más importantes de reconciliación nacional, con la cual se puedan superar con dignidad, honestidad y verdad los hechos del pasado que tanto han lastimado a la población, y consolidar instituciones castrenses con mayor potencia y credibilidad.

La designación se da en un contexto en el que el nuevo gobierno estará tamizado por su mando de las fuerzas armadas, ante grandes cuestionamientos derivados de diversos hechos de corrupción (la barda perimetral del aeropuerto, la desincorporación de los predios de Constituyentes para fines comerciales, entre otros), violación de derechos humanos y homicidios.

En el proceso de designación sería importante no perder de vista a quienes más allá de la lealtad institucional, entraron al activismo político, en especial sobre la Ley de Seguridad Interior y que significarían una extensión de la actual administración, así como a quienes fueron actores en el proceso de desafuero del Licenciado López Obrador y que hoy tienen funciones de alto nivel en el ejército y una cercanía política e ideológica con Felipe Calderón.

Algunos elementos transversales a la política de seguridad de López Obrador son la honestidad y la lealtad a la patria, por lo que la definición del Secretario de la Defensa debe pasar un filtro de respeto a derechos humanos, integridad, que no haya estado involucrado con hechos de corrupción, independencia de grupos políticos, liderazgo y, sobre todo, cercanía con la tropa. Es difícil imaginar que con el estilo del presidente electo un Secretario de Gabinete sea distante a la tropa de a pie.

Un Secretario de la Defensa con dichas características garantizaría confianza para una ciudadanía que reclama mayor seguridad y justicia, dado que estaría a la altura de los tiempos y sería digno de pertenecer a esta generación de cambio que encabeza el Licenciado López Obrador. Será la definición de sacar a los factores efectivos del poder, empresarios, mercaderes y otros intereses de una de las instituciones más prestigiadas, pero de mayor trascendencia como es el ejército.


TWITTER: @LuisHFernandez


El espectro de los temas de seguridad es tan amplio en un país incendiado como el nuestro. El año pasado fue considerado como uno de los más violentos en 20 años. En este sentido, el gobierno del presidente electo, Licenciado Andrés Manuel López Obrador, vivirá una tensión importante, entre una visión social y la urgencia de ofrecer resultados en materia de seguridad, por lo que en términos políticos y prácticos es fundamental que se propongan acciones que fortalezcan la política social y de derechos humanos.

Una de las definiciones más importantes será el nombramiento del Secretario de la Defensa Nacional. Su elección constituye por sí misma una acción para fortalecer al Estado Mexicano y dará mayor solidez, estabilidad y confianza al gobierno de López Obrador. Este nombramiento también será una de las señales más importantes de reconciliación nacional, con la cual se puedan superar con dignidad, honestidad y verdad los hechos del pasado que tanto han lastimado a la población, y consolidar instituciones castrenses con mayor potencia y credibilidad.

La designación se da en un contexto en el que el nuevo gobierno estará tamizado por su mando de las fuerzas armadas, ante grandes cuestionamientos derivados de diversos hechos de corrupción (la barda perimetral del aeropuerto, la desincorporación de los predios de Constituyentes para fines comerciales, entre otros), violación de derechos humanos y homicidios.

En el proceso de designación sería importante no perder de vista a quienes más allá de la lealtad institucional, entraron al activismo político, en especial sobre la Ley de Seguridad Interior y que significarían una extensión de la actual administración, así como a quienes fueron actores en el proceso de desafuero del Licenciado López Obrador y que hoy tienen funciones de alto nivel en el ejército y una cercanía política e ideológica con Felipe Calderón.

Algunos elementos transversales a la política de seguridad de López Obrador son la honestidad y la lealtad a la patria, por lo que la definición del Secretario de la Defensa debe pasar un filtro de respeto a derechos humanos, integridad, que no haya estado involucrado con hechos de corrupción, independencia de grupos políticos, liderazgo y, sobre todo, cercanía con la tropa. Es difícil imaginar que con el estilo del presidente electo un Secretario de Gabinete sea distante a la tropa de a pie.

Un Secretario de la Defensa con dichas características garantizaría confianza para una ciudadanía que reclama mayor seguridad y justicia, dado que estaría a la altura de los tiempos y sería digno de pertenecer a esta generación de cambio que encabeza el Licenciado López Obrador. Será la definición de sacar a los factores efectivos del poder, empresarios, mercaderes y otros intereses de una de las instituciones más prestigiadas, pero de mayor trascendencia como es el ejército.


TWITTER: @LuisHFernandez