/ martes 19 de septiembre de 2017

La descomposición del gremio de los abogados

El gremio de la abogacía mexicana tuvo sus mejores momentos en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. La mayoría de los abogados contemporáneos somos mecanógrafos en comparación a los ya mencionados. Existen muchas causas en el deterioro de la profesión, podemos enunciar las principales:

La educación legal se ha convertido en un negocio, sin un propósito que vea más allá de las colegiaturas. En esta línea de pensamiento, se han fundado miles de escuelas de derecho por toda la República sin que esté evaluada ni estandarizada la educación que se va a brindar. De igual manera, la competencia ha ocasionado que las colegiaturas de muchas de estas escuelas bajen, al igual que su calidad. Así, se ha abaratado el título de licenciado en derecho. Ya no cuesta trabajo que te digan lic. No importa que no sepas nada.

La vieja y arquetípica imagen del abogado prudente, culto, honesto y con posición en los asuntos públicos, ha sido sustituida por dos posibles pasajes. La persona que sabe leyes y, por ello, todo lo puede arreglar a gritos y amenazas, no sin antes invocarnos la pirámide de Kelsen. El abogado que ejerce la profesión con el único propósito de obtener un lucro, ya sea grande, o para el día a día. En cualquier caso, la prudencia, la cultura y la intervención en la vida pública, a través de posiciones independientes, desapreció en la mayoría de los casos.

El ejercicio de la abogacía tiene límites que no se respetan. Los abogados y los médicos tratan con cuestiones delicadas en lo particular y en lo general. Mientras que un médico necesita acreditar sus estudios para obtener el título de médico general y otros estudios para ejercer ya en temas específicos, los abogados podemos con una sola cédula profesional practicar en cualquier área del derecho. Si usted ha circulado cerca de un Centro de Readaptación Social podrá encontrar despachos con los siguientes letreros: se llevan amparos, pensiones, desalojos, fianzas, fiscal, procesos administrativos y se sacan copias. Nunca encontraremos un médico, que nos opere de apendicitis, nos diga la graduación de los lentes, atienda un embarazo y además nos saque copias de la póliza del seguro médico.

Algunos abogados contemporáneos, considerados exitosos, se identifican con su cercanía a grupos de poder político, discursos agresivos, tácticas de litigio poco ortodoxas, amenazas y un halo de corrupción que siempre los acompaña. La mitificación del abogangster es un problema, pues ensalza esa labor y, en consecuencia, varios tratan de seguir el modelo, en la medida de sus capacidades.

La brújula moral de la abogacía se extravió en las universidades y, en ese espacio es donde se debe de recuperar. La Secretaría de Educación Púbica está llamada a revisar a las miles de escuelas de derecho para ratificar o retirar la facultad que les dio para sacar al mercado jóvenes abogados. Todas las universidades, desde la Universidad Nacional Autónoma de México hasta la Universidad Mundial en Derecho y Criminología, deben sujetarse a una revisión y una reflexión de cómo se enseña y se aprende el derecho.

Los médicos se certificaron, se especializaron y crearon espacios de arbitraje cuando hubiera errores. Los abogados decidimos abrir más escuelas de derecho, para cobrar colegiaturas. Ojalá la profesión del abogado se desenvuelva de mejor manera en el resto del siglo XXI.

El gremio de la abogacía mexicana tuvo sus mejores momentos en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. La mayoría de los abogados contemporáneos somos mecanógrafos en comparación a los ya mencionados. Existen muchas causas en el deterioro de la profesión, podemos enunciar las principales:

La educación legal se ha convertido en un negocio, sin un propósito que vea más allá de las colegiaturas. En esta línea de pensamiento, se han fundado miles de escuelas de derecho por toda la República sin que esté evaluada ni estandarizada la educación que se va a brindar. De igual manera, la competencia ha ocasionado que las colegiaturas de muchas de estas escuelas bajen, al igual que su calidad. Así, se ha abaratado el título de licenciado en derecho. Ya no cuesta trabajo que te digan lic. No importa que no sepas nada.

La vieja y arquetípica imagen del abogado prudente, culto, honesto y con posición en los asuntos públicos, ha sido sustituida por dos posibles pasajes. La persona que sabe leyes y, por ello, todo lo puede arreglar a gritos y amenazas, no sin antes invocarnos la pirámide de Kelsen. El abogado que ejerce la profesión con el único propósito de obtener un lucro, ya sea grande, o para el día a día. En cualquier caso, la prudencia, la cultura y la intervención en la vida pública, a través de posiciones independientes, desapreció en la mayoría de los casos.

El ejercicio de la abogacía tiene límites que no se respetan. Los abogados y los médicos tratan con cuestiones delicadas en lo particular y en lo general. Mientras que un médico necesita acreditar sus estudios para obtener el título de médico general y otros estudios para ejercer ya en temas específicos, los abogados podemos con una sola cédula profesional practicar en cualquier área del derecho. Si usted ha circulado cerca de un Centro de Readaptación Social podrá encontrar despachos con los siguientes letreros: se llevan amparos, pensiones, desalojos, fianzas, fiscal, procesos administrativos y se sacan copias. Nunca encontraremos un médico, que nos opere de apendicitis, nos diga la graduación de los lentes, atienda un embarazo y además nos saque copias de la póliza del seguro médico.

Algunos abogados contemporáneos, considerados exitosos, se identifican con su cercanía a grupos de poder político, discursos agresivos, tácticas de litigio poco ortodoxas, amenazas y un halo de corrupción que siempre los acompaña. La mitificación del abogangster es un problema, pues ensalza esa labor y, en consecuencia, varios tratan de seguir el modelo, en la medida de sus capacidades.

La brújula moral de la abogacía se extravió en las universidades y, en ese espacio es donde se debe de recuperar. La Secretaría de Educación Púbica está llamada a revisar a las miles de escuelas de derecho para ratificar o retirar la facultad que les dio para sacar al mercado jóvenes abogados. Todas las universidades, desde la Universidad Nacional Autónoma de México hasta la Universidad Mundial en Derecho y Criminología, deben sujetarse a una revisión y una reflexión de cómo se enseña y se aprende el derecho.

Los médicos se certificaron, se especializaron y crearon espacios de arbitraje cuando hubiera errores. Los abogados decidimos abrir más escuelas de derecho, para cobrar colegiaturas. Ojalá la profesión del abogado se desenvuelva de mejor manera en el resto del siglo XXI.

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