/ jueves 17 de junio de 2021

La diplomacia de Biden

Quizá haya pasado desapercibido, sin embargo el encuentro que tuvo lugar en esta semana entre el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, tiene relevancia mundial dado el juego de “estira y afloja” que ha sucedido entre ellos en los últimos meses (y quizá años). Durante largo tiempo ambos países representaron los dos extremos de la polaridad de las potencias mundiales. Durante la Guerra Fría alcanzó su máximo nivel de tensión y desde la caída del Muro de Berlín, ha habido un reacomodo de dichas fuerzas. En buena medida lo anterior se debe a que han aparecido otros jugadores en el tablero (me refiero a China, por ejemplo, que amenaza con destronar a cualquiera en la cúspide mundial) pero también se debe a que en el mundo de hoy, ya no solamente son los países los que predominan en la escena global, sino que ahora también son corporaciones y entidades no gubernamentales (empresas u otro tipo de asociaciones, legales o ilegales).

¿Cuál es la razón y la importancia de esta cumbre celebrada entre los mandatarios de Estados Unidos y de Rusia? Primero que nada, la imagen. Estados Unidos ha ido recuperando los viejos símbolos del poder y de la diplomacia global, en los cuales se presenta como un jugador de peso y por ende, con la necesidad de jugar un rol activo en este concierto internacional. Ello resulta relevante porque durante la administración previa del Presidente Trump, el papel que jugó Estados Unidos fue replegado por la propia visión y decisiones del mandatario, así como de la contraposición en temas claves, como fue el cambio climático, por mencionar uno.

En ese sentido el Presidente Biden sabe que tiene que recuperar el papel primordial que su país ha jugado históricamente como un equilibrio frente a otras potencias que han ganado terreno. Y para ello, comenzar con Rusia no es poca cosa, dado el enfrentamiento entre ambas naciones (especialmente por aquellas acusaciones que hizo Washington de interferencia en sus procesos electorales internos) y otras tantas que han generado rispidez en la relación. Seguramente en este cálculo político, el siguiente paso será encontrar equilibrios con China, con quien también ha habido un desbalance de poder en la interacción que ambos tienen en la escena global.

Para Biden, la política exterior en realidad es parte de su política interior y de cómo buscará mantener los equilibrios internos, especialmente frente a un grupo de votantes y ciudadanos que no comulgan con su ideología, o que simplemente no creen que tenga la suficiente “mano dura” para tratar estos temas (curiosamente es un tema más de imagen que de realidad, puesto que Trump fue mucho más condescendiente con muchos de estos jugadores). Pero como bien dice el dicho: “percepción es realidad” y en ese sentido, la administración de Biden lo ha entendido bien y querrá proyectar una imagen de paridad, con quien se negocia de tu a tu; esto será clave para el éxito de su gobierno. Seguramente veremos más de ello en el futuro.

Quizá haya pasado desapercibido, sin embargo el encuentro que tuvo lugar en esta semana entre el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, tiene relevancia mundial dado el juego de “estira y afloja” que ha sucedido entre ellos en los últimos meses (y quizá años). Durante largo tiempo ambos países representaron los dos extremos de la polaridad de las potencias mundiales. Durante la Guerra Fría alcanzó su máximo nivel de tensión y desde la caída del Muro de Berlín, ha habido un reacomodo de dichas fuerzas. En buena medida lo anterior se debe a que han aparecido otros jugadores en el tablero (me refiero a China, por ejemplo, que amenaza con destronar a cualquiera en la cúspide mundial) pero también se debe a que en el mundo de hoy, ya no solamente son los países los que predominan en la escena global, sino que ahora también son corporaciones y entidades no gubernamentales (empresas u otro tipo de asociaciones, legales o ilegales).

¿Cuál es la razón y la importancia de esta cumbre celebrada entre los mandatarios de Estados Unidos y de Rusia? Primero que nada, la imagen. Estados Unidos ha ido recuperando los viejos símbolos del poder y de la diplomacia global, en los cuales se presenta como un jugador de peso y por ende, con la necesidad de jugar un rol activo en este concierto internacional. Ello resulta relevante porque durante la administración previa del Presidente Trump, el papel que jugó Estados Unidos fue replegado por la propia visión y decisiones del mandatario, así como de la contraposición en temas claves, como fue el cambio climático, por mencionar uno.

En ese sentido el Presidente Biden sabe que tiene que recuperar el papel primordial que su país ha jugado históricamente como un equilibrio frente a otras potencias que han ganado terreno. Y para ello, comenzar con Rusia no es poca cosa, dado el enfrentamiento entre ambas naciones (especialmente por aquellas acusaciones que hizo Washington de interferencia en sus procesos electorales internos) y otras tantas que han generado rispidez en la relación. Seguramente en este cálculo político, el siguiente paso será encontrar equilibrios con China, con quien también ha habido un desbalance de poder en la interacción que ambos tienen en la escena global.

Para Biden, la política exterior en realidad es parte de su política interior y de cómo buscará mantener los equilibrios internos, especialmente frente a un grupo de votantes y ciudadanos que no comulgan con su ideología, o que simplemente no creen que tenga la suficiente “mano dura” para tratar estos temas (curiosamente es un tema más de imagen que de realidad, puesto que Trump fue mucho más condescendiente con muchos de estos jugadores). Pero como bien dice el dicho: “percepción es realidad” y en ese sentido, la administración de Biden lo ha entendido bien y querrá proyectar una imagen de paridad, con quien se negocia de tu a tu; esto será clave para el éxito de su gobierno. Seguramente veremos más de ello en el futuro.