/ jueves 28 de octubre de 2021

La disputa por la UNAM 

Todo lo que se ignora, se desprecia.

Antonio Machado


Hagamos un alto. Las reiteradas referencias del ciudadano presidente a la Universidad únicamente ratifican sus anhelos por intentar imponer su concepción en un espacio donde la diversidad de pensamiento es la columna vertebral. ¿Acaso es nueva esta práctica? No, por supuesto que no. Desde la obtención de su autonomía en 1929, la UNAM ha vivido episodios de disputas y pugnas de distintas características. Y no podía ser de otra manera, esta institución representa un espacio que no gusta a las minorías privilegiadas.

El control y la mediatización son tareas que se proponen sexenalmente. No solamente el gobierno, también los dueños del dinero son promotores del pensamiento único, buscando sólo fuerza de trabajo acrítica e incondicional. Es una batalla compleja.

¿Tiene derecho el presidente a opinar acerca de la vida universitaria? Sí, sin duda. Sin embargo, sus posturas son simplistas y producto de ignorancia o mala fe, o ambas. La Universidad no es un partido político y tampoco una institución uniforme . Ahí convive y se recrea la pluralidad. Hay de todo, es un espejo del país.

Es una universidad viva. Como lo fue con Sierra, Vasconcelos, en el 68, el 71 y las diversas propuestas de los últimos años que van de ataques a su autonomía, gratuidad, planes de estudio, violencia porril. Está en constante cambio como lo mandata la dialéctica social. Apoya múltiples movimientos. A las reivindicaciones feministas, indígenas, a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el respeto al sufragio y a la democracia, etcétera. Es decir, interpelando al poder y a las hegemonías, sin que ninguna sea dominante.

Pero, no perdamos de vista que la UNAM, no obstante la competencia y la exclusión capitalista, sigue siendo el principal vehículo de movilidad social y el quiebre generacional de muchas familias pobres. La mayoría del estudiantado proviene de núcleos proletarios o de clases medias precarizadas. Es ésta, su única oportunidad para acceder a la educación superior. Y quizá, al complejo mundo laboral.

Entonces, ¿qué propósitos tiene esta andanada presidencial? Puede tener dos resortes que se complementan: distraernos de la crisis múltiple que vive el país e iniciar una ofensiva presupuestal, educativa y política para imponer un modelo de control presidencial acorde a su ego y autoritarismo.

Por supuesto que hay muchas cosas que se deben cambiar en la UNAM ¿Queremos debatir en serio la forma de gobierno, el presupuesto y darle voz a todos los sectores de la Universidad? Entonces construyamos mecanismos colectivos de toma de decisiones, mas no se necesita un iluminado que imponga su voluntad y rumbo.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

Todo lo que se ignora, se desprecia.

Antonio Machado


Hagamos un alto. Las reiteradas referencias del ciudadano presidente a la Universidad únicamente ratifican sus anhelos por intentar imponer su concepción en un espacio donde la diversidad de pensamiento es la columna vertebral. ¿Acaso es nueva esta práctica? No, por supuesto que no. Desde la obtención de su autonomía en 1929, la UNAM ha vivido episodios de disputas y pugnas de distintas características. Y no podía ser de otra manera, esta institución representa un espacio que no gusta a las minorías privilegiadas.

El control y la mediatización son tareas que se proponen sexenalmente. No solamente el gobierno, también los dueños del dinero son promotores del pensamiento único, buscando sólo fuerza de trabajo acrítica e incondicional. Es una batalla compleja.

¿Tiene derecho el presidente a opinar acerca de la vida universitaria? Sí, sin duda. Sin embargo, sus posturas son simplistas y producto de ignorancia o mala fe, o ambas. La Universidad no es un partido político y tampoco una institución uniforme . Ahí convive y se recrea la pluralidad. Hay de todo, es un espejo del país.

Es una universidad viva. Como lo fue con Sierra, Vasconcelos, en el 68, el 71 y las diversas propuestas de los últimos años que van de ataques a su autonomía, gratuidad, planes de estudio, violencia porril. Está en constante cambio como lo mandata la dialéctica social. Apoya múltiples movimientos. A las reivindicaciones feministas, indígenas, a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el respeto al sufragio y a la democracia, etcétera. Es decir, interpelando al poder y a las hegemonías, sin que ninguna sea dominante.

Pero, no perdamos de vista que la UNAM, no obstante la competencia y la exclusión capitalista, sigue siendo el principal vehículo de movilidad social y el quiebre generacional de muchas familias pobres. La mayoría del estudiantado proviene de núcleos proletarios o de clases medias precarizadas. Es ésta, su única oportunidad para acceder a la educación superior. Y quizá, al complejo mundo laboral.

Entonces, ¿qué propósitos tiene esta andanada presidencial? Puede tener dos resortes que se complementan: distraernos de la crisis múltiple que vive el país e iniciar una ofensiva presupuestal, educativa y política para imponer un modelo de control presidencial acorde a su ego y autoritarismo.

Por supuesto que hay muchas cosas que se deben cambiar en la UNAM ¿Queremos debatir en serio la forma de gobierno, el presupuesto y darle voz a todos los sectores de la Universidad? Entonces construyamos mecanismos colectivos de toma de decisiones, mas no se necesita un iluminado que imponga su voluntad y rumbo.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

ÚLTIMASCOLUMNAS