/ viernes 3 de diciembre de 2021

La Educación: otro olvido 

En medio de tantos distractores, la educación parece haber desaparecido del interés de este gobierno, es muy raro ver en las conferencias mañaneras a la secretaria de educación, que por lo relevante del Sector que atiende, debería estar presente todas las semanas. Las últimas referencias sobre educación que ha hecho el presidente, están dedicadas a la denostación de instituciones de educación superior cómo la UNAM y el CIDE o el ataque a los científicos del Conacyt.

Para desfortuna de la educación mexicana, hemos observado cambios constantes en las políticas educativas, sexenio tras sexenio. Es muy difícil, encontrar en nuestra historia, continuidad en la tarea educativa. Sin embargo, a pesar de esto, existen antecedentes de intentos serios por darle a la educación la importancia que merece y reflejarlo tanto en las leyes, como en los programas y en la asignación de recursos presupuestales.

El caso más destacado de los últimos años, pudiera ubicarse en la administración del presidente Ernesto Zedillo, cuando se instrumentó la Ley Federal de Educación, se establecieron programas de promoción horizontal para el magisterio, se cambiaron planes y programas de estudio y se descentralizó la educación, trasladando a los estados responsabilidades que anteriormente no tenían. Los recursos económicos fluyeron al sector educativo, incrementando año con año, en términos reales su presupuesto.

En el gobierno de Vicente Fox, se apostó, fallidamente, por la digitalización de los contenidos educativos en primaria y secundaria, impulsando el llamado programa enciclomedia. Si bien, este proyecto no logró los resultados que se esperaban de él, es destacable, que se mantuvieron las otras modificaciones que venían del gobierno del presidente Zedillo, permitiendo la maduración de algunas medidas.

Por su parte, el presidente Calderón, le apostó a elevar la calidad educativa a partir de los centros escolares, para eso contó con dos instrumentos, la evaluación estandarizada del aprovechamiento escolar y los estímulos que se otorgaban a las escuelas con mejores resultados, en el desempeño de sus alumnos. Este proyecto, que apuntaba en una dirección correcta, tuvo deficiencias en su instrumentación. Su principal yerro consistió, en una absurda campaña de comunicación, donde se culpaba a los maestros de los malos resultados y se hacían públicas las insuficiencias en las evaluaciones destinadas a los profesores, sin aclarar que los que eran exámenes de colocación, no de desempeño.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se realizó una nueva reforma educativa, que centró toda su fuerza en el tema laboral, imponiendo evaluaciones periódicas a los maestros para que pudieran mantener su plaza y en su caso promoverse. Si bien el sexenio de Calderón había iniciado la práctica de culpar a los maestros por los bajos resultados, en el sexenio de Peña Nieto esta medida se exacerbó, sin la menor sensibilidad se atacó la labor de los maestros. El rechazo de los profesores a las reformas de Peña se tornó general, fue común ver cómo se suspendían evaluaciones en muchos sitios y al final de la administración, tuvo que caerse en la simulación para aparentar que la Reforma se mantenía vigente. La evaluación a los maestros, se tornó en un incentivo perverso, porque los profesores debían centrar sus esfuerzos en pasar los exámenes, descuidando el desarrollo educativo de sus alumnos, ya que eso no representaba la oportunidad de mejor ingreso.

La actual presidente, aprovechando el malestar que generó la reforma de Peña, ofreció desde la campaña electoral, una contrarreforma que dejara sin efectos las medidas laborales impulsadas por su antecesor. Esta promesa, más allá de tener un fundamento pedagógico, fue una medida electoral para atraer el voto de los maestros y su capacidad de convencimiento a las comunidades donde sirven. Tal como lo ofreció, al inicio de su mandato, impulso una modificación legislativa, que cambio el sistema de evaluación y promoción de los maestros. Sin embargo, más allá de este cambio, que buscaba el apoyo incondicional de los maestros a su gobierno, en los campos de la pedagogía o de la calidad educativa no han surgido propuestas serias.

A la falta de ruta en el sector educativo, hay que agregar las secuelas que la pandemia está dejando, impactando de manera más fuerte en la escuela pública y a las regiones más pobres. Es en estos espacios, donde la falta de equipo tecnológico y el deterioro de las instalaciones escolares es más acentuada. Al mismo tiempo, sumemos la imposibilidad de socializar, a la que se vieron sujetos los niños y jóvenes durante todo este tiempo, que está dejando huellas emocionales que afectara su aprendizaje futuro.

Si los presidentes anteriores, que dedicaron sus seis años de gobierno a impulsar sus proyectos educativos, no pudieron consolidarlos, es inconcebible que esta administración, que ya rebaso la mitad de su encargo, pueda presentar un proyecto que realmente impacte en la equidad y calidad de la educación mexicana. Con mucha tristeza, pero siendo realistas, mientras en el mundo los países que se destacan, priorizan a su sector educativo, en México ha sido olvidado.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

En medio de tantos distractores, la educación parece haber desaparecido del interés de este gobierno, es muy raro ver en las conferencias mañaneras a la secretaria de educación, que por lo relevante del Sector que atiende, debería estar presente todas las semanas. Las últimas referencias sobre educación que ha hecho el presidente, están dedicadas a la denostación de instituciones de educación superior cómo la UNAM y el CIDE o el ataque a los científicos del Conacyt.

Para desfortuna de la educación mexicana, hemos observado cambios constantes en las políticas educativas, sexenio tras sexenio. Es muy difícil, encontrar en nuestra historia, continuidad en la tarea educativa. Sin embargo, a pesar de esto, existen antecedentes de intentos serios por darle a la educación la importancia que merece y reflejarlo tanto en las leyes, como en los programas y en la asignación de recursos presupuestales.

El caso más destacado de los últimos años, pudiera ubicarse en la administración del presidente Ernesto Zedillo, cuando se instrumentó la Ley Federal de Educación, se establecieron programas de promoción horizontal para el magisterio, se cambiaron planes y programas de estudio y se descentralizó la educación, trasladando a los estados responsabilidades que anteriormente no tenían. Los recursos económicos fluyeron al sector educativo, incrementando año con año, en términos reales su presupuesto.

En el gobierno de Vicente Fox, se apostó, fallidamente, por la digitalización de los contenidos educativos en primaria y secundaria, impulsando el llamado programa enciclomedia. Si bien, este proyecto no logró los resultados que se esperaban de él, es destacable, que se mantuvieron las otras modificaciones que venían del gobierno del presidente Zedillo, permitiendo la maduración de algunas medidas.

Por su parte, el presidente Calderón, le apostó a elevar la calidad educativa a partir de los centros escolares, para eso contó con dos instrumentos, la evaluación estandarizada del aprovechamiento escolar y los estímulos que se otorgaban a las escuelas con mejores resultados, en el desempeño de sus alumnos. Este proyecto, que apuntaba en una dirección correcta, tuvo deficiencias en su instrumentación. Su principal yerro consistió, en una absurda campaña de comunicación, donde se culpaba a los maestros de los malos resultados y se hacían públicas las insuficiencias en las evaluaciones destinadas a los profesores, sin aclarar que los que eran exámenes de colocación, no de desempeño.

En el sexenio de Enrique Peña Nieto, se realizó una nueva reforma educativa, que centró toda su fuerza en el tema laboral, imponiendo evaluaciones periódicas a los maestros para que pudieran mantener su plaza y en su caso promoverse. Si bien el sexenio de Calderón había iniciado la práctica de culpar a los maestros por los bajos resultados, en el sexenio de Peña Nieto esta medida se exacerbó, sin la menor sensibilidad se atacó la labor de los maestros. El rechazo de los profesores a las reformas de Peña se tornó general, fue común ver cómo se suspendían evaluaciones en muchos sitios y al final de la administración, tuvo que caerse en la simulación para aparentar que la Reforma se mantenía vigente. La evaluación a los maestros, se tornó en un incentivo perverso, porque los profesores debían centrar sus esfuerzos en pasar los exámenes, descuidando el desarrollo educativo de sus alumnos, ya que eso no representaba la oportunidad de mejor ingreso.

La actual presidente, aprovechando el malestar que generó la reforma de Peña, ofreció desde la campaña electoral, una contrarreforma que dejara sin efectos las medidas laborales impulsadas por su antecesor. Esta promesa, más allá de tener un fundamento pedagógico, fue una medida electoral para atraer el voto de los maestros y su capacidad de convencimiento a las comunidades donde sirven. Tal como lo ofreció, al inicio de su mandato, impulso una modificación legislativa, que cambio el sistema de evaluación y promoción de los maestros. Sin embargo, más allá de este cambio, que buscaba el apoyo incondicional de los maestros a su gobierno, en los campos de la pedagogía o de la calidad educativa no han surgido propuestas serias.

A la falta de ruta en el sector educativo, hay que agregar las secuelas que la pandemia está dejando, impactando de manera más fuerte en la escuela pública y a las regiones más pobres. Es en estos espacios, donde la falta de equipo tecnológico y el deterioro de las instalaciones escolares es más acentuada. Al mismo tiempo, sumemos la imposibilidad de socializar, a la que se vieron sujetos los niños y jóvenes durante todo este tiempo, que está dejando huellas emocionales que afectara su aprendizaje futuro.

Si los presidentes anteriores, que dedicaron sus seis años de gobierno a impulsar sus proyectos educativos, no pudieron consolidarlos, es inconcebible que esta administración, que ya rebaso la mitad de su encargo, pueda presentar un proyecto que realmente impacte en la equidad y calidad de la educación mexicana. Con mucha tristeza, pero siendo realistas, mientras en el mundo los países que se destacan, priorizan a su sector educativo, en México ha sido olvidado.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.