/ martes 11 de agosto de 2020

La educación se crece ante el reto

La sabiduría popular aconseja: “a grandes males, grandes remedios” y el sector educativo ha decidido seguirla, aplicando un programa que permite avanzar en el proceso de aprendizaje a través de medios masivos de comunicación. Se parte de que la salud es el valor más importante a preservar. Sería un despropósito regresar a las aulas cuando ello implica un enorme riesgo como lo muestra la situación de diversos países que han tenido que volver a cerrar sus escuelas después de una reapertura precipitada.


Así lo ha explicado el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, al colocar como máxima prioridad el acatamiento a la autoridad sanitaria. En las circunstancia presentes, el derecho a la educación cede un espacio al derecho a la salud. Frente a las teorías de la plena interdependencia de los derechos humanos, este caso requiere un ejercicio de ponderación, no para que uno se obtenga mediante el sacrificio del otro, sino para combinarlos de manera prudente acudiendo a métodos que posibiliten la continuidad del servicio educativo. No faltará quien considere que habrá “retraso” en el aprovechamiento estudiantil, pero estamos en la típica distinción entre el vaso medio lleno o medio vacío. Ante la eventualidad de una paralización absoluta de los procesos educativos y la búsqueda de mantenerlos a través de medios alternativos, no hay margen para la duda. En estos momentos el parámetro para juzgar el éxito de una acción no es la situación óptima normal sino, al contrario; la comparación debe hacerse a partir de cero, de manera que todo lo que se consiga es un avance y no un retroceso.

Así, es un colosal avance haber logrado la cooperación de los más importantes grupos televisivos para abrir el ciclo lectivo al que puede acceder prácticamente toda la población que requiere servicios educativos. Importa recalcar que la separación entre el poder político y el económico pretende evitar una complicidad dañina al interés popular, pero no excluye la colaboración entre ellos. Lo mismo sucede en la teoría política: la separación de poderes públicos no debe confundirse con enfrentamiento. No es aceptable alegar que el aprovechamiento no será igual al de las clases presenciales, eso es obvio. Todos sabemos la importancia del contacto del docente con los alumnos y que nada puede sustituir plenamente esa loable labor. Pero no por eso ha de abandonarse la búsqueda de un sucedáneo aunque no llene los requisitos de aquello que sustituye. Nadie pensaría en renunciar al suministro de fórmulas lácteas para alimentar a los bebé, simplemente porque no tienen todas las bondades que ofrece la leche materna.

Llegar al 94% de la población nacional a través de la televisión satisface el valor de la equidad ordenada constitucionalmente. La radio complementa la cobertura y apoya la educación en lenguas indígenas. Tal equidad conseguida a través del uso de la televisión abierta no implica que se afecte a quienes sí disponen de señal de Internet y pueden acceder a mecanismos adicionales. Estos seguirán empleándose como herramientas adicionales que colaboren a extender la educación a distancia como lo señaló el propio secretario Moctezuma. También destacó el ambiente de colaboración con los organismos magisteriales y despejó cualquier preocupación surgida por el empleo de la televisión como instrumento educacional respecto a la posibilidad de que el medio intente influir en los contenidos difundidos. Ese riesgo no existe en virtud de que los programas educativos tienen que ser decididos por la autoridad en la materia, y así será, en tanto que la televisión es solamente el conducto para hacer llegar los contenidos a sus destinatarios.

El Secretario de Educación ha afirmado con razón que lo que forja el carácter de una nación es precisamente su comportamiento ante la adversidad. En el ámbito educativo es indudable que la reacción ha sido proporcional a la dimensión del reto y que incluso en algunos aspectos ha permitido hacer avanzar temáticas que por la necesidad debieron potenciarse, como el empleo de las herramientas digitales. Al respecto se constató con sorpresa el intensivo uso de los teléfonos celulares por parte de alumnos y profesores para efectuar tareas escolares por ese medio. Además de que se logró la capacitación de casi un millón de maestros y maestras en estas técnicas cuyo empleo y expansión llegaron para quedarse. La prueba es que se pudo asignar a 15 millones de educandos un correo electrónico que les permitirá continuar en el uso de instrumentos digitales como complemento de su actividad educativa. Esta cifra representa una cantidad adicional a la de quienes ya disponían de este instrumento.

En medio de esta tragedia global no sería prudente decir que “no hay mal que por bien no venga”, pero sí podríamos afirmar, gracias al magno esfuerzo realizado, que siempre puede extraerse algo positivo de la adversidad y que: “de los males el menor”.

eduardoandrade1948@gmail.com

La sabiduría popular aconseja: “a grandes males, grandes remedios” y el sector educativo ha decidido seguirla, aplicando un programa que permite avanzar en el proceso de aprendizaje a través de medios masivos de comunicación. Se parte de que la salud es el valor más importante a preservar. Sería un despropósito regresar a las aulas cuando ello implica un enorme riesgo como lo muestra la situación de diversos países que han tenido que volver a cerrar sus escuelas después de una reapertura precipitada.


Así lo ha explicado el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, al colocar como máxima prioridad el acatamiento a la autoridad sanitaria. En las circunstancia presentes, el derecho a la educación cede un espacio al derecho a la salud. Frente a las teorías de la plena interdependencia de los derechos humanos, este caso requiere un ejercicio de ponderación, no para que uno se obtenga mediante el sacrificio del otro, sino para combinarlos de manera prudente acudiendo a métodos que posibiliten la continuidad del servicio educativo. No faltará quien considere que habrá “retraso” en el aprovechamiento estudiantil, pero estamos en la típica distinción entre el vaso medio lleno o medio vacío. Ante la eventualidad de una paralización absoluta de los procesos educativos y la búsqueda de mantenerlos a través de medios alternativos, no hay margen para la duda. En estos momentos el parámetro para juzgar el éxito de una acción no es la situación óptima normal sino, al contrario; la comparación debe hacerse a partir de cero, de manera que todo lo que se consiga es un avance y no un retroceso.

Así, es un colosal avance haber logrado la cooperación de los más importantes grupos televisivos para abrir el ciclo lectivo al que puede acceder prácticamente toda la población que requiere servicios educativos. Importa recalcar que la separación entre el poder político y el económico pretende evitar una complicidad dañina al interés popular, pero no excluye la colaboración entre ellos. Lo mismo sucede en la teoría política: la separación de poderes públicos no debe confundirse con enfrentamiento. No es aceptable alegar que el aprovechamiento no será igual al de las clases presenciales, eso es obvio. Todos sabemos la importancia del contacto del docente con los alumnos y que nada puede sustituir plenamente esa loable labor. Pero no por eso ha de abandonarse la búsqueda de un sucedáneo aunque no llene los requisitos de aquello que sustituye. Nadie pensaría en renunciar al suministro de fórmulas lácteas para alimentar a los bebé, simplemente porque no tienen todas las bondades que ofrece la leche materna.

Llegar al 94% de la población nacional a través de la televisión satisface el valor de la equidad ordenada constitucionalmente. La radio complementa la cobertura y apoya la educación en lenguas indígenas. Tal equidad conseguida a través del uso de la televisión abierta no implica que se afecte a quienes sí disponen de señal de Internet y pueden acceder a mecanismos adicionales. Estos seguirán empleándose como herramientas adicionales que colaboren a extender la educación a distancia como lo señaló el propio secretario Moctezuma. También destacó el ambiente de colaboración con los organismos magisteriales y despejó cualquier preocupación surgida por el empleo de la televisión como instrumento educacional respecto a la posibilidad de que el medio intente influir en los contenidos difundidos. Ese riesgo no existe en virtud de que los programas educativos tienen que ser decididos por la autoridad en la materia, y así será, en tanto que la televisión es solamente el conducto para hacer llegar los contenidos a sus destinatarios.

El Secretario de Educación ha afirmado con razón que lo que forja el carácter de una nación es precisamente su comportamiento ante la adversidad. En el ámbito educativo es indudable que la reacción ha sido proporcional a la dimensión del reto y que incluso en algunos aspectos ha permitido hacer avanzar temáticas que por la necesidad debieron potenciarse, como el empleo de las herramientas digitales. Al respecto se constató con sorpresa el intensivo uso de los teléfonos celulares por parte de alumnos y profesores para efectuar tareas escolares por ese medio. Además de que se logró la capacitación de casi un millón de maestros y maestras en estas técnicas cuyo empleo y expansión llegaron para quedarse. La prueba es que se pudo asignar a 15 millones de educandos un correo electrónico que les permitirá continuar en el uso de instrumentos digitales como complemento de su actividad educativa. Esta cifra representa una cantidad adicional a la de quienes ya disponían de este instrumento.

En medio de esta tragedia global no sería prudente decir que “no hay mal que por bien no venga”, pero sí podríamos afirmar, gracias al magno esfuerzo realizado, que siempre puede extraerse algo positivo de la adversidad y que: “de los males el menor”.

eduardoandrade1948@gmail.com