/ domingo 14 de noviembre de 2021

La Educación, una deuda revolucionaria

Por Juan Manuel Sánchez

Ante el aniversario 121 de la Revolución Mexicana, todavía hay mucho de qué hablar de ese gran movimiento social y armado, que costó la vida de alrededor de 1 millón de mexicanos, según cifras oficiales, para tener una sociedad más justa y equitativa. Producto de esa gran revolución, fue la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Ley Fundamental muy avanzada, en su letra, para su época, por su enorme contenido de los Derechos Sociales; pero nos falta mucho, aún en los momentos actuales, para alcanzar el mínimo de bienestar social e individual, que enarbola en su propia letra. Alimentada con las grandes reformas de la última década, en materia de Derechos Humanos, nuestra Carta Magna es, en efecto, como siempre lo ha sido, una de las Constituciones más avanzadas del mundo, en cuanto a su contenido e ideales.

Uno de los temas y valores que, en mi concepto, podemos rescatar de esa gran herencia de la revolución, con su respectivo contenido en la Constitución, en su artículo 3°, es sin duda alguna la Educación, como arma o herramienta para seguir labrando el cambio y evolución social de nuestra sociedad mexicana. Bien lo dijo Nelson Mandela; “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Incluso, el gran escritor Víctor Hugo advirtió a la humanidad que “El que abre la puerta de una escuela cierra una prisión”.

En efecto, en la Educación está el mejoramiento, desarrollo y evolución de toda sociedad. Por ende, estimadas y estimados lectores, la austeridad, que es muy necesaria, para sanear las finanzas del país, tiene excepciones y una de ellas es, sin lugar a duda, el rubro de la Educación. Quien siembra educación, cosecha conocimiento y quien invierte en cultura y libertad de pensamiento, obtiene dividendos en avances científicos y tecnológicos…

Con gran orgullo presumimos los mexicanos de tener la Universidad número 1 de América Latina, de la que han egresado Premios nobel y grandes políticos y pensadores, que han puesto en alto el nombre de nuestro país: la Universidad Nacional Autónoma de México; con una Facultad de Derecho ubicada en el lugar 34 a nivel mundial, gracias a la sobresaliente dirección del Dr. Raúl Contreras Bustamante.

Por todo ello, lejos de limitar el presupuesto en materia de Educación, la austeridad no puede alcanzar ese rubro que debe ser sagrado para todo Gobierno que se precie de buscar el desarrollo y bienestar de su pueblo. Ese es un ideal a alcanzar, es una herencia de nuestra Revolución Mexicana. Opinar lo contrario, sería olvidar el sacrificio y las vidas de casi un millón de revolucionarios, que dieron su vida, porque México se convirtiera en una sociedad más justa y equitativa.

Hago mías las palabras de don José Ángel Ceniceros: “Bajo el signo de la Constitución forjemos la Escuela de México. Traslademos a las aulas las conquistas de una Revolución hecha ley, que es ya…la corriente que ha hecho fructificar a la tierra mexicana, abonada por el sacrificio, para que la vida de las generaciones venideras sea más feliz y llevadera”.

Por Juan Manuel Sánchez

Ante el aniversario 121 de la Revolución Mexicana, todavía hay mucho de qué hablar de ese gran movimiento social y armado, que costó la vida de alrededor de 1 millón de mexicanos, según cifras oficiales, para tener una sociedad más justa y equitativa. Producto de esa gran revolución, fue la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Ley Fundamental muy avanzada, en su letra, para su época, por su enorme contenido de los Derechos Sociales; pero nos falta mucho, aún en los momentos actuales, para alcanzar el mínimo de bienestar social e individual, que enarbola en su propia letra. Alimentada con las grandes reformas de la última década, en materia de Derechos Humanos, nuestra Carta Magna es, en efecto, como siempre lo ha sido, una de las Constituciones más avanzadas del mundo, en cuanto a su contenido e ideales.

Uno de los temas y valores que, en mi concepto, podemos rescatar de esa gran herencia de la revolución, con su respectivo contenido en la Constitución, en su artículo 3°, es sin duda alguna la Educación, como arma o herramienta para seguir labrando el cambio y evolución social de nuestra sociedad mexicana. Bien lo dijo Nelson Mandela; “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Incluso, el gran escritor Víctor Hugo advirtió a la humanidad que “El que abre la puerta de una escuela cierra una prisión”.

En efecto, en la Educación está el mejoramiento, desarrollo y evolución de toda sociedad. Por ende, estimadas y estimados lectores, la austeridad, que es muy necesaria, para sanear las finanzas del país, tiene excepciones y una de ellas es, sin lugar a duda, el rubro de la Educación. Quien siembra educación, cosecha conocimiento y quien invierte en cultura y libertad de pensamiento, obtiene dividendos en avances científicos y tecnológicos…

Con gran orgullo presumimos los mexicanos de tener la Universidad número 1 de América Latina, de la que han egresado Premios nobel y grandes políticos y pensadores, que han puesto en alto el nombre de nuestro país: la Universidad Nacional Autónoma de México; con una Facultad de Derecho ubicada en el lugar 34 a nivel mundial, gracias a la sobresaliente dirección del Dr. Raúl Contreras Bustamante.

Por todo ello, lejos de limitar el presupuesto en materia de Educación, la austeridad no puede alcanzar ese rubro que debe ser sagrado para todo Gobierno que se precie de buscar el desarrollo y bienestar de su pueblo. Ese es un ideal a alcanzar, es una herencia de nuestra Revolución Mexicana. Opinar lo contrario, sería olvidar el sacrificio y las vidas de casi un millón de revolucionarios, que dieron su vida, porque México se convirtiera en una sociedad más justa y equitativa.

Hago mías las palabras de don José Ángel Ceniceros: “Bajo el signo de la Constitución forjemos la Escuela de México. Traslademos a las aulas las conquistas de una Revolución hecha ley, que es ya…la corriente que ha hecho fructificar a la tierra mexicana, abonada por el sacrificio, para que la vida de las generaciones venideras sea más feliz y llevadera”.