/ viernes 30 de julio de 2021

La esperanza y el miedo

El regreso a clases presenciales representa un desafío para el sistema educativo, pero también para muchas familias, derivado en parte importante por una tensión entre la esperanza y el miedo. El tema es complicado, se tiene que conciliar el interés educativa, la salud pública; pero también los temores personales y la racionalidad científica. ¿Cómo abordar un tema con tantas aristas?

Un punto de partida es a partir de tres temas: el primero es la atención a lo inmediato y lo urgente, es decir, todo lo que se tiene que hacer de aquí hasta el 30 de agosto. Lo segundo es cómo adaptar un sistema educativo a distancia que predominó por más de un año, a un sistema presencial o mixto. Finalmente, cómo incorporarlo a una visión de largo plazo y pensar cómo será la educación en 5 o 10 años.

En este sentido se tendría que buscar qué es lo más conveniente para el país, para las y los estudiantes también para las y los maestros. Las premisas de partida serían: que la mejor fórmula para el crecimiento, recuperación y desarrollo del país es la educación y no habrá un proceso de resiliencia o camino a la prosperidad, sin un regreso a la actividad presencial. La segunda premisa es que es ingenuo y absurdo suponer que en algún futuro cercano llegaremos a cero contagios, por lo que la procrastinación no es una solución. La tercera, es dimensionar que estamos en una crisis sin precedentes en todos los niveles.

No hay soluciones fáciles ya que todo implicará riesgos y costos; no habrá condiciones perfectas y la limitación de recursos potencia el tamaño del reto. Esto nos lleva a una sola conclusión: a única estrategia conveniente, posible y viable es el regreso presencial a clases que obliga a un esfuerzo de todas y todos para hacerlo en las mejores condiciones a partir de la realidad.

Toda la evidencia científica nos señala una conveniencia de abrir escuelas. Por ejemplo, el Secretario General de la OEI, Mariano Jabonero, señaló “la escuela es un lugar seguro en el actual contexto de la pandemia. Las estadísticas demuestran que los contagios en las escuelas han sido más bajos que en otros ambientes”. Es una realidad que las niñas y los niños están más seguros en la escuela.

Expertos entrevistados por el New York Times están de acuerdo en que es confiable abrir las escuelas para clases presenciales, siempre y cuando se apliquen las medidas básicas de seguridad como sana distancia, uso de cubrebocas, evitar aglomeraciones y tener las aulas ventiladas. Un especialista aseveró “la crisis de salud mental causada por el cierre de escuelas será una pandemia peor que el Covid”.

La pregunta de fondo sería cómo iniciar un camino hacia la recuperación y el progreso de largo plazo. Más allá de los epigramas, sentencias y obviedades, no hay una argumentación sustantiva contra el regreso a clases. Somos uno de los países con más clases presenciales perdidas en el mundo y de postergarse el regreso presencial, los costos serán más altos y el daño más profundo. Debemos de partir de un pensamiento patriótico y de evidencias. Confiamos que la esperanza venza al miedo, que la posibilidad de construir futuro prevalezca sobre el cortoplacismo y la evidencia convenza más que el ruido. Por el bien de todos, hay que regresar a la escuela.XXXTwitter: @LuisH_Fernandez

El regreso a clases presenciales representa un desafío para el sistema educativo, pero también para muchas familias, derivado en parte importante por una tensión entre la esperanza y el miedo. El tema es complicado, se tiene que conciliar el interés educativa, la salud pública; pero también los temores personales y la racionalidad científica. ¿Cómo abordar un tema con tantas aristas?

Un punto de partida es a partir de tres temas: el primero es la atención a lo inmediato y lo urgente, es decir, todo lo que se tiene que hacer de aquí hasta el 30 de agosto. Lo segundo es cómo adaptar un sistema educativo a distancia que predominó por más de un año, a un sistema presencial o mixto. Finalmente, cómo incorporarlo a una visión de largo plazo y pensar cómo será la educación en 5 o 10 años.

En este sentido se tendría que buscar qué es lo más conveniente para el país, para las y los estudiantes también para las y los maestros. Las premisas de partida serían: que la mejor fórmula para el crecimiento, recuperación y desarrollo del país es la educación y no habrá un proceso de resiliencia o camino a la prosperidad, sin un regreso a la actividad presencial. La segunda premisa es que es ingenuo y absurdo suponer que en algún futuro cercano llegaremos a cero contagios, por lo que la procrastinación no es una solución. La tercera, es dimensionar que estamos en una crisis sin precedentes en todos los niveles.

No hay soluciones fáciles ya que todo implicará riesgos y costos; no habrá condiciones perfectas y la limitación de recursos potencia el tamaño del reto. Esto nos lleva a una sola conclusión: a única estrategia conveniente, posible y viable es el regreso presencial a clases que obliga a un esfuerzo de todas y todos para hacerlo en las mejores condiciones a partir de la realidad.

Toda la evidencia científica nos señala una conveniencia de abrir escuelas. Por ejemplo, el Secretario General de la OEI, Mariano Jabonero, señaló “la escuela es un lugar seguro en el actual contexto de la pandemia. Las estadísticas demuestran que los contagios en las escuelas han sido más bajos que en otros ambientes”. Es una realidad que las niñas y los niños están más seguros en la escuela.

Expertos entrevistados por el New York Times están de acuerdo en que es confiable abrir las escuelas para clases presenciales, siempre y cuando se apliquen las medidas básicas de seguridad como sana distancia, uso de cubrebocas, evitar aglomeraciones y tener las aulas ventiladas. Un especialista aseveró “la crisis de salud mental causada por el cierre de escuelas será una pandemia peor que el Covid”.

La pregunta de fondo sería cómo iniciar un camino hacia la recuperación y el progreso de largo plazo. Más allá de los epigramas, sentencias y obviedades, no hay una argumentación sustantiva contra el regreso a clases. Somos uno de los países con más clases presenciales perdidas en el mundo y de postergarse el regreso presencial, los costos serán más altos y el daño más profundo. Debemos de partir de un pensamiento patriótico y de evidencias. Confiamos que la esperanza venza al miedo, que la posibilidad de construir futuro prevalezca sobre el cortoplacismo y la evidencia convenza más que el ruido. Por el bien de todos, hay que regresar a la escuela.XXXTwitter: @LuisH_Fernandez