/ lunes 2 de mayo de 2022

La espiral de inseguridad

Durante el primer trimestre de este año se registraron en México 229 casos de feminicidio, según cifras oficiales presentadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Las entidades que registran un mayor número de casos son el Estado de México con 39, Veracruz y Nuevo León con 21 cada uno, Ciudad de México con 15 y Oaxaca con 14. En conjunto, estos cinco estados concentran el 48% de la incidencia de feminicidios a nivel nacional.

Además, de acuerdo con el último informe sobre violencia en contra de las mujeres, dado a conocer por la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, durante el primer trimestre del año se registraron cifras históricas de incidencia delictiva, particularmente el mes de marzo mostró un récord histórico en cuatro delitos de alto impacto: extorsión, corrupción de menores, violación y agresión de género.

En el caso de extorsión, el mes pasado rompió récord de víctimas mujeres en números absolutos, al registrar 334; las víctimas de corrupción de menores suman 193; en tanto, las carpetas de investigación por violación fueron de 2 mil 287, la mayor cantidad desde 2015, cuando el SESNSP comenzó a llevar estas estadísticas. En el caso de violencia de género en todas sus modalidades distintas a la violencia familiar, durante marzo se registró un máximo histórico de mil 684 casos.

Cabe destacar que durante el pasado mes, con 5 mil 951 víctimas de lesiones dolosas, se registró un aumento de 31%, mientras que con 22 mil 751 denuncias por violencia familiar el aumento es de 34% con respecto a febrero de 2022. A estas cifras, debe considerarse la alta tasa de impunidad y la magnitud de los delitos no denunciados que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE, 2021), se ha mantenido en un umbral sostenido en torno al 93% durante la última década.

Por si esto no fuera poco, en materia de violencia por razón de género, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) muestra que la percepción general de inseguridad entre sexos presenta una brecha cercana a los 11 puntos. De acuerdo con el informe correspondiente al primer trimestre de 2022, el 71% de las mujeres consideró que es inseguro vivir en su ciudad, frente al 60% de los hombres.

Los márgenes más amplios que documenta la ENSU se presentan en espacios públicos, como parques o centros recreativos donde la brecha de género es de 14% y en las calles o transporte público, donde la percepción de inseguridad de las mujeres presenta una diferencia de 10% en relación con los hombres.

Para la población en general, la percepción de inseguridad en el conjunto de los 75 núcleos urbanos más importantes de nuestro país registró un aumento de 0.4% con respecto al trimestre previo, debido a que pasó de 65.8% a 66.2% entre diciembre de 2021 y marzo de 2022. Este cambio se encuentra precedido de una tendencia al alza por dos trimestres consecutivos, fenómeno que no sucedía desde el tercer y cuarto trimestre de 2019, previo a decretar el confinamiento debido a la pandemia de COVID-19.

Como podemos ver, estos datos logran evidenciar la magnitud de una crisis de violencia e impunidad generalizada en México, ante la cual debemos comenzar por analizar el fenómeno sectorialmente para implementar medidas integrales y más eficaces. En México la violencia por razones de género no es una, sino que tiene distintas manifestaciones que afectan de forma diferenciada tanto a las mujeres, como al conjunto de la sociedad.

Al analizar la percepción de inseguridad entre la población femenina de 18 años y más, los municipios que presentan un índice mayor a 9 de cada 10 mujeres son Fresnillo, Zacatecas, con 97%; seguido de Ciudad Obregón, Sonora, con 95%; Zacatecas capital e Irapuato, Guanajuato, ambos municipios con 94%; Colima capital con 92% y Cuautitlán Izcalli, Estado de México con 91% de las mujeres que se sienten inseguras en su ciudad.

En este sentido, los municipios de mayor percepción de seguridad que reporta la ENSU se encuentran por encima de la tasa nacional de incidencia en los delitos de violación equiparada o simple que es de 4.1. Según los datos que reporta el SESNSP, Irapuato encabeza el listado con una tasa de 23.8, Zacatecas 15.3; Cuautitlán Izcalli 12.5; Ciudad Obregón 11.1; Colima 10.5 y Fresnillo 9.8.

En la incidencia de violencia familiar, la tasa nacional durante el primer trimestre del año registra 43.2 víctimas por cada 100 mil mujeres, y de nueva cuenta, los 5 municipios analizados con mayor percepción de inseguridad presentan una incidencia muy superior a la media nacional: Fresnillo 295.3; Irapuato 263.6; Colima 248; Ciudad Obregón 150.4; Zacatecas 112.7 y el municipio de Cuautitlán Izcalli 105.5.

Con estos datos a la vista, podemos considerar que la espiral violenta en que está sumida la población femenina en México se ha recrudecido durante el primer trimestre del año. La alta incidencia delictiva por razones de género y los márgenes diferenciados de percepción de inseguridad se han constituido como un problema público que vulnera la calidad de vida de las mujeres con efectos evidentes en las principales ciudades de nuestro país.

Durante el primer trimestre de este año se registraron en México 229 casos de feminicidio, según cifras oficiales presentadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Las entidades que registran un mayor número de casos son el Estado de México con 39, Veracruz y Nuevo León con 21 cada uno, Ciudad de México con 15 y Oaxaca con 14. En conjunto, estos cinco estados concentran el 48% de la incidencia de feminicidios a nivel nacional.

Además, de acuerdo con el último informe sobre violencia en contra de las mujeres, dado a conocer por la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, durante el primer trimestre del año se registraron cifras históricas de incidencia delictiva, particularmente el mes de marzo mostró un récord histórico en cuatro delitos de alto impacto: extorsión, corrupción de menores, violación y agresión de género.

En el caso de extorsión, el mes pasado rompió récord de víctimas mujeres en números absolutos, al registrar 334; las víctimas de corrupción de menores suman 193; en tanto, las carpetas de investigación por violación fueron de 2 mil 287, la mayor cantidad desde 2015, cuando el SESNSP comenzó a llevar estas estadísticas. En el caso de violencia de género en todas sus modalidades distintas a la violencia familiar, durante marzo se registró un máximo histórico de mil 684 casos.

Cabe destacar que durante el pasado mes, con 5 mil 951 víctimas de lesiones dolosas, se registró un aumento de 31%, mientras que con 22 mil 751 denuncias por violencia familiar el aumento es de 34% con respecto a febrero de 2022. A estas cifras, debe considerarse la alta tasa de impunidad y la magnitud de los delitos no denunciados que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE, 2021), se ha mantenido en un umbral sostenido en torno al 93% durante la última década.

Por si esto no fuera poco, en materia de violencia por razón de género, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) muestra que la percepción general de inseguridad entre sexos presenta una brecha cercana a los 11 puntos. De acuerdo con el informe correspondiente al primer trimestre de 2022, el 71% de las mujeres consideró que es inseguro vivir en su ciudad, frente al 60% de los hombres.

Los márgenes más amplios que documenta la ENSU se presentan en espacios públicos, como parques o centros recreativos donde la brecha de género es de 14% y en las calles o transporte público, donde la percepción de inseguridad de las mujeres presenta una diferencia de 10% en relación con los hombres.

Para la población en general, la percepción de inseguridad en el conjunto de los 75 núcleos urbanos más importantes de nuestro país registró un aumento de 0.4% con respecto al trimestre previo, debido a que pasó de 65.8% a 66.2% entre diciembre de 2021 y marzo de 2022. Este cambio se encuentra precedido de una tendencia al alza por dos trimestres consecutivos, fenómeno que no sucedía desde el tercer y cuarto trimestre de 2019, previo a decretar el confinamiento debido a la pandemia de COVID-19.

Como podemos ver, estos datos logran evidenciar la magnitud de una crisis de violencia e impunidad generalizada en México, ante la cual debemos comenzar por analizar el fenómeno sectorialmente para implementar medidas integrales y más eficaces. En México la violencia por razones de género no es una, sino que tiene distintas manifestaciones que afectan de forma diferenciada tanto a las mujeres, como al conjunto de la sociedad.

Al analizar la percepción de inseguridad entre la población femenina de 18 años y más, los municipios que presentan un índice mayor a 9 de cada 10 mujeres son Fresnillo, Zacatecas, con 97%; seguido de Ciudad Obregón, Sonora, con 95%; Zacatecas capital e Irapuato, Guanajuato, ambos municipios con 94%; Colima capital con 92% y Cuautitlán Izcalli, Estado de México con 91% de las mujeres que se sienten inseguras en su ciudad.

En este sentido, los municipios de mayor percepción de seguridad que reporta la ENSU se encuentran por encima de la tasa nacional de incidencia en los delitos de violación equiparada o simple que es de 4.1. Según los datos que reporta el SESNSP, Irapuato encabeza el listado con una tasa de 23.8, Zacatecas 15.3; Cuautitlán Izcalli 12.5; Ciudad Obregón 11.1; Colima 10.5 y Fresnillo 9.8.

En la incidencia de violencia familiar, la tasa nacional durante el primer trimestre del año registra 43.2 víctimas por cada 100 mil mujeres, y de nueva cuenta, los 5 municipios analizados con mayor percepción de inseguridad presentan una incidencia muy superior a la media nacional: Fresnillo 295.3; Irapuato 263.6; Colima 248; Ciudad Obregón 150.4; Zacatecas 112.7 y el municipio de Cuautitlán Izcalli 105.5.

Con estos datos a la vista, podemos considerar que la espiral violenta en que está sumida la población femenina en México se ha recrudecido durante el primer trimestre del año. La alta incidencia delictiva por razones de género y los márgenes diferenciados de percepción de inseguridad se han constituido como un problema público que vulnera la calidad de vida de las mujeres con efectos evidentes en las principales ciudades de nuestro país.