/ domingo 20 de septiembre de 2020

La Estulticia y su imperio

¿Cómo concebir a la estulticia? Para la Real Academia Española de la Lengua, es necedad, ignorancia, estupidez, al provenir del vocablo latino stultitĭa y éste de stultus, necio. Sin embargo, siglos atrás, Séneca había ya dicho a Lucio, en su Carta Moral LII: “¿Cuál es, oh Lucio, esta fuerza que nos atrae en un sentido, cuando nosotros tendemos hacia otro y nos empuja hacia allí donde querríamos apartarnos? ¿Qué es esto que lucha contra nuestra alma…? Es la estulticia, que no se detiene ante nada”.

Al respecto, Foucault referirá que hay dos modos de querer, el libre, desapegado, justo, absoluto y ético, en el que tiempo y deseo coinciden, y el querer limitado, fragmentado, impotente, esclavo de la inercia y la debilidad, producto de la estulticia: especie de desarreglo, desequilibrio, desconexión, choque de fuerzas entre sujeto y deseo. De ahí que un stultus, no se preocupe de sí, porque su razón está desarreglada y no puede distinguir entre verdad y mentira. Un ser de espíritu agitado por la mentis allienatio, por la stultitia.

En 1509, el gran Erasmo de Rotterdam viaja a Italia. Ignora que un humanista y su obra le aguardan, él es Faustino Perisauli, ella: De triumpho stultitiae. Obra publicada entre 1480 y 1490, que en Basilea ha inspirado ya a Sebastian Brant para escribir su poema Narrenschiff, la Stultifera navis, que al paso del tiempo, hará lo propio con los artistas plásticos Brueghel, Bosco y Durero. Del descubrimiento perisaulino, surgirá en 1511 una de las obras maestras no solo de la inspiración erasmiana, sino de la literatura renacentista universal, cuya influencia en el movimiento contrarreformista habrá de ser fundamental: la Encomium Moriae: El Encomio de la Estulticia. Soberbio monólogo en el que el holandés da voz a la propia Estulticia, la gran dispensadora de bienes -Moria para los griegos-, para que nos hable a nosotros, sus devotos y, por tanto, estultísimos, expresando su hondo sentir.

La obra inicia cuando la Estulticia nos cuenta de su origen mítico. Su nacimiento en las islas Afortunadas, donde no hay trabajo, vejez, ni enfermedad, donde todo florece como en otro jardín de Adonis. Hija del dios Pluto y de la ninfa Neotete, la más alegre. Amamantada por dos ninfas: la Ebriedad, hija a su vez de Baco, y la Ignorancia, hija de Pan, siendo integrantes de su séquito: el Amor Propio, la Adulación, el Olvido, la Pereza, la Voluptuosidad, la Demencia, la Molicie, además del dios Como y el dios del sueño, de tal forma que mientras a la sabiduría la guía la razón, son las pasiones las que la guían a ella.

Por eso lo estultífero no solo es necio, irracional y próximo a la estupidez, es ante todo demencial, sólo que sin ella, declarará Erasmo, no habría sociedad, ni relaciones agradables, ni el pueblo soportaría largo tiempo al príncipe, ni el amo al criado, ni la doncella a su señora, ni el maestro al discípulo, ni el amigo al amigo, ni la esposa al marido. Por algo la Estulticia en su Encomio, recuerda la frase de Platón: “Las repúblicas serían felices si gobernasen los filósofos o filosofasen los gobernantes”. Y agrega: “sin embargo, si consultáis a los historiadores, veréis que no ha habido príncipes más pestíferos para el Estado que cuando el poder cayó en manos de algún filosofastro o aficionado a las letras. Creo que de ello ofrecen bastante prueba los Catones, de quienes el uno alborotó la tranquilidad del Estado con sus insensatas denuncias, y el otro reivindicó con sabiduría tan desmesurada la libertad del pueblo romano, que la arruinó hasta los cimientos” (Capítulo XXIV).

Sí, el propio Marco Antonino, “se hizo pesado y antipático” por “ser tan filósofo”, reconocía la Estulticia. En cambio, era la adulación la que lograba amalgamar a los hombres, no la sapiencia (Capítulo XXVI). Era la sed de gloria, la que impulsaba a cultivar disciplinas para la posteridad. Por algo Homero había declarado: “El necio sólo conoce los hechos”, porque el conocimiento impone vergüenza y miedo, pero la Estulticia libra de ambos. No sintiendo vergüenza, el hombre puede atreverse a todo. Y prosigue la Estulticia: si alguien desde su atalaya pudiera ver al mundo, advertiría las calamidades que afligen al hombre, los sinsabores, sudores y molestias que le acompañan en al infancia, juventud y vejez, la inexorabilidad de la muerte, los peligros, el desplacer en la vida, la hiel por doquier, además de la miseria, la cárcel, la deshonra, la vergüenza, los tormentos, las insidias, la triación, los insultos, los pleitos y los fraudes. Lo vería si fuera sensato, pero a los estultos, esto no les importa. No lo sienten y si lo sienten, lo desprecian. “¿Qué te importará que todo el pueblo te silbe, con tal de que tú mismo te aplaudas?” (Capítulo XXXI).

El Encomio erasmiano fue demoledor, pues gracias a la Estulticia, su alter ego, pudo deunciar los excesos y la corrupción de su tiempo, pero creo que si Erasmo reviviera, volvería a suscribirla. El mundo no ha cambiado y la estulticia campea.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli



¿Cómo concebir a la estulticia? Para la Real Academia Española de la Lengua, es necedad, ignorancia, estupidez, al provenir del vocablo latino stultitĭa y éste de stultus, necio. Sin embargo, siglos atrás, Séneca había ya dicho a Lucio, en su Carta Moral LII: “¿Cuál es, oh Lucio, esta fuerza que nos atrae en un sentido, cuando nosotros tendemos hacia otro y nos empuja hacia allí donde querríamos apartarnos? ¿Qué es esto que lucha contra nuestra alma…? Es la estulticia, que no se detiene ante nada”.

Al respecto, Foucault referirá que hay dos modos de querer, el libre, desapegado, justo, absoluto y ético, en el que tiempo y deseo coinciden, y el querer limitado, fragmentado, impotente, esclavo de la inercia y la debilidad, producto de la estulticia: especie de desarreglo, desequilibrio, desconexión, choque de fuerzas entre sujeto y deseo. De ahí que un stultus, no se preocupe de sí, porque su razón está desarreglada y no puede distinguir entre verdad y mentira. Un ser de espíritu agitado por la mentis allienatio, por la stultitia.

En 1509, el gran Erasmo de Rotterdam viaja a Italia. Ignora que un humanista y su obra le aguardan, él es Faustino Perisauli, ella: De triumpho stultitiae. Obra publicada entre 1480 y 1490, que en Basilea ha inspirado ya a Sebastian Brant para escribir su poema Narrenschiff, la Stultifera navis, que al paso del tiempo, hará lo propio con los artistas plásticos Brueghel, Bosco y Durero. Del descubrimiento perisaulino, surgirá en 1511 una de las obras maestras no solo de la inspiración erasmiana, sino de la literatura renacentista universal, cuya influencia en el movimiento contrarreformista habrá de ser fundamental: la Encomium Moriae: El Encomio de la Estulticia. Soberbio monólogo en el que el holandés da voz a la propia Estulticia, la gran dispensadora de bienes -Moria para los griegos-, para que nos hable a nosotros, sus devotos y, por tanto, estultísimos, expresando su hondo sentir.

La obra inicia cuando la Estulticia nos cuenta de su origen mítico. Su nacimiento en las islas Afortunadas, donde no hay trabajo, vejez, ni enfermedad, donde todo florece como en otro jardín de Adonis. Hija del dios Pluto y de la ninfa Neotete, la más alegre. Amamantada por dos ninfas: la Ebriedad, hija a su vez de Baco, y la Ignorancia, hija de Pan, siendo integrantes de su séquito: el Amor Propio, la Adulación, el Olvido, la Pereza, la Voluptuosidad, la Demencia, la Molicie, además del dios Como y el dios del sueño, de tal forma que mientras a la sabiduría la guía la razón, son las pasiones las que la guían a ella.

Por eso lo estultífero no solo es necio, irracional y próximo a la estupidez, es ante todo demencial, sólo que sin ella, declarará Erasmo, no habría sociedad, ni relaciones agradables, ni el pueblo soportaría largo tiempo al príncipe, ni el amo al criado, ni la doncella a su señora, ni el maestro al discípulo, ni el amigo al amigo, ni la esposa al marido. Por algo la Estulticia en su Encomio, recuerda la frase de Platón: “Las repúblicas serían felices si gobernasen los filósofos o filosofasen los gobernantes”. Y agrega: “sin embargo, si consultáis a los historiadores, veréis que no ha habido príncipes más pestíferos para el Estado que cuando el poder cayó en manos de algún filosofastro o aficionado a las letras. Creo que de ello ofrecen bastante prueba los Catones, de quienes el uno alborotó la tranquilidad del Estado con sus insensatas denuncias, y el otro reivindicó con sabiduría tan desmesurada la libertad del pueblo romano, que la arruinó hasta los cimientos” (Capítulo XXIV).

Sí, el propio Marco Antonino, “se hizo pesado y antipático” por “ser tan filósofo”, reconocía la Estulticia. En cambio, era la adulación la que lograba amalgamar a los hombres, no la sapiencia (Capítulo XXVI). Era la sed de gloria, la que impulsaba a cultivar disciplinas para la posteridad. Por algo Homero había declarado: “El necio sólo conoce los hechos”, porque el conocimiento impone vergüenza y miedo, pero la Estulticia libra de ambos. No sintiendo vergüenza, el hombre puede atreverse a todo. Y prosigue la Estulticia: si alguien desde su atalaya pudiera ver al mundo, advertiría las calamidades que afligen al hombre, los sinsabores, sudores y molestias que le acompañan en al infancia, juventud y vejez, la inexorabilidad de la muerte, los peligros, el desplacer en la vida, la hiel por doquier, además de la miseria, la cárcel, la deshonra, la vergüenza, los tormentos, las insidias, la triación, los insultos, los pleitos y los fraudes. Lo vería si fuera sensato, pero a los estultos, esto no les importa. No lo sienten y si lo sienten, lo desprecian. “¿Qué te importará que todo el pueblo te silbe, con tal de que tú mismo te aplaudas?” (Capítulo XXXI).

El Encomio erasmiano fue demoledor, pues gracias a la Estulticia, su alter ego, pudo deunciar los excesos y la corrupción de su tiempo, pero creo que si Erasmo reviviera, volvería a suscribirla. El mundo no ha cambiado y la estulticia campea.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli