/ lunes 4 de mayo de 2020

La Fuerza de la industria | ¿Qué sigue, renacimiento u oscurantismo?

Por: Enoch Castellanos

Filósofos e historiadores como Yuval Noah Harari autor del Best Seller “De Animales a Dioses”, han escrito sobre la situación que se vive en el mundo hoy día, en el sentido de que no es una época de cambios sino más bien un cambio de época, un cambio de era pues entendida en su acepción cronológica, como el computo de los años a partir de un acontecimiento importante para una civilización.

Es obvio darse cuenta que algo está pasando y no sólo por la pandemia y sus efectos, tema que monopoliza nuestras conversaciones y pensamientos, sino algo más allá de esta coyuntura. La gente está decepcionada, el sistema socioeconómico globalizado dominante en el mundo después de la guerra fría, generó enormes desigualdades y no está a la vista el consenso de un nuevo modelo que lo suplante generando el bien común.

Cada vez es más frecuente el advenimiento de gobernantes radicales, ignorantes, negacionistas de la ciencia o incluso con una agenda restauradora de nostalgias autoritarias de derecha o utopías regresivas al pasado, como define el ex presidente español Felipe González al socialismo trasnochado. No son casuales las apariciones en la arena política internacional de Jair Bolsorano en Brasil, Donald Thrump en Estados Unidos, Pedro Sánchez en España y Boris Johnson en Inglaterra.

La pandemia de COVID-19, ha acelerado las discusiones sobre el papel de la democracia liberal y los gobiernos en el futuro por venir. Si bien la cuarentena y el distanciamiento social, conllevan la adopción acelerada de tendencias digitales positivas que venían ya avanzando, como la educación a distancia, el tele trabajo o Home Office, la Industria 4.0 y videoconferencias; también ha dado pie a la adopción de medidas de excepción y leyes autoritarias en donde los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos se restringen, como de manera muy visible sucede con el derecho al libre tránsito y al trabajo.

Hay una proclividad de gobiernos en todo el mundo para aprovechar de manera ventajosa y autoritaria el momento de miedo que viven sus pueblos.

El caso de México puede marcar un hito en América Latina y el mundo, el gobierno de López Obrador, trae una agenda qué en sus palabras (la epidemia COVID 19) ha caído “Cómo anillo al dedo” para sus fines. Comenzó con una posición claramente negacionista, teniendo ya los primeros casos de contagio invitó a la gente a abrazarse, a salir a comer a restaurantes y fondas; posteriormente, se ha opuesto en repetidas ocasiones a apoyar como lo hacen el resto de países de América y el mundo, un paquete de medidas de alivio económico al empleo formal e informal, qué de manera notable está soportado por micro, pequeñas y medianas empresas, las más vulnerables ante una crisis de liquidez, negando con fervor que pueda haber un brutal desempleo. Las posibles consecuencias aproximadas de esta actitud presidencial son: Mortandad de 400 mil empresas de menor tamaño, desempleo de alrededor de 2 millones de personas y la posibilidad de que caigan en pobreza 21 millones de mexicanos, esto último según cálculos recientes del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C.

Pero ¿Por qué jugar una apuesta tan riesgosa que empujaría a México a perder una década entera en materia de crecimiento económico y bienestar? Poniendo en riesgo de muerte un proyecto político, que sin duda sería efímero al enfrentar las consecuencias de votantes iracundos en las urnas, de materializarse los peores pronósticos. La conclusión: AMLO se juga el todo por el todo, necesita tener el control total del poder para disminuir la desigualdad bajando el ingreso promedio de aquellos que tienen más que la mayoría, es mucho más fácil y rápido empobrecer al que tiene, que enriquecer al que no tiene, con esto disminuye la desigualdad pues todos tendremos menos. Es más cómodo controlar a gente en pobreza que depende de la asistencia pública y programas sociales, que a una clase media y media baja exigente de mejor infraestructura y servicios, necesita anular el efecto de empresas privadas en la economía para que gane fuerza el estatismo y las empresas del Estado. Tiene poco tiempo para igualar el marcador sobre el peso en la economía mexicana de la Iniciativa Privada vs Sector Público, e implantar su proyecto de economía mixta rumbo a la estatización. Él y sólo él, puede lograrlo a pesar del ruido molesto de sectores opositores.

Entonces estimado lector en el mundo de la post pandemia: En México ¿Qué sigue? ¿Renacimiento u Oscurantismo? La respuesta depende de usted mismo.

Por: Enoch Castellanos

Filósofos e historiadores como Yuval Noah Harari autor del Best Seller “De Animales a Dioses”, han escrito sobre la situación que se vive en el mundo hoy día, en el sentido de que no es una época de cambios sino más bien un cambio de época, un cambio de era pues entendida en su acepción cronológica, como el computo de los años a partir de un acontecimiento importante para una civilización.

Es obvio darse cuenta que algo está pasando y no sólo por la pandemia y sus efectos, tema que monopoliza nuestras conversaciones y pensamientos, sino algo más allá de esta coyuntura. La gente está decepcionada, el sistema socioeconómico globalizado dominante en el mundo después de la guerra fría, generó enormes desigualdades y no está a la vista el consenso de un nuevo modelo que lo suplante generando el bien común.

Cada vez es más frecuente el advenimiento de gobernantes radicales, ignorantes, negacionistas de la ciencia o incluso con una agenda restauradora de nostalgias autoritarias de derecha o utopías regresivas al pasado, como define el ex presidente español Felipe González al socialismo trasnochado. No son casuales las apariciones en la arena política internacional de Jair Bolsorano en Brasil, Donald Thrump en Estados Unidos, Pedro Sánchez en España y Boris Johnson en Inglaterra.

La pandemia de COVID-19, ha acelerado las discusiones sobre el papel de la democracia liberal y los gobiernos en el futuro por venir. Si bien la cuarentena y el distanciamiento social, conllevan la adopción acelerada de tendencias digitales positivas que venían ya avanzando, como la educación a distancia, el tele trabajo o Home Office, la Industria 4.0 y videoconferencias; también ha dado pie a la adopción de medidas de excepción y leyes autoritarias en donde los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos se restringen, como de manera muy visible sucede con el derecho al libre tránsito y al trabajo.

Hay una proclividad de gobiernos en todo el mundo para aprovechar de manera ventajosa y autoritaria el momento de miedo que viven sus pueblos.

El caso de México puede marcar un hito en América Latina y el mundo, el gobierno de López Obrador, trae una agenda qué en sus palabras (la epidemia COVID 19) ha caído “Cómo anillo al dedo” para sus fines. Comenzó con una posición claramente negacionista, teniendo ya los primeros casos de contagio invitó a la gente a abrazarse, a salir a comer a restaurantes y fondas; posteriormente, se ha opuesto en repetidas ocasiones a apoyar como lo hacen el resto de países de América y el mundo, un paquete de medidas de alivio económico al empleo formal e informal, qué de manera notable está soportado por micro, pequeñas y medianas empresas, las más vulnerables ante una crisis de liquidez, negando con fervor que pueda haber un brutal desempleo. Las posibles consecuencias aproximadas de esta actitud presidencial son: Mortandad de 400 mil empresas de menor tamaño, desempleo de alrededor de 2 millones de personas y la posibilidad de que caigan en pobreza 21 millones de mexicanos, esto último según cálculos recientes del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C.

Pero ¿Por qué jugar una apuesta tan riesgosa que empujaría a México a perder una década entera en materia de crecimiento económico y bienestar? Poniendo en riesgo de muerte un proyecto político, que sin duda sería efímero al enfrentar las consecuencias de votantes iracundos en las urnas, de materializarse los peores pronósticos. La conclusión: AMLO se juga el todo por el todo, necesita tener el control total del poder para disminuir la desigualdad bajando el ingreso promedio de aquellos que tienen más que la mayoría, es mucho más fácil y rápido empobrecer al que tiene, que enriquecer al que no tiene, con esto disminuye la desigualdad pues todos tendremos menos. Es más cómodo controlar a gente en pobreza que depende de la asistencia pública y programas sociales, que a una clase media y media baja exigente de mejor infraestructura y servicios, necesita anular el efecto de empresas privadas en la economía para que gane fuerza el estatismo y las empresas del Estado. Tiene poco tiempo para igualar el marcador sobre el peso en la economía mexicana de la Iniciativa Privada vs Sector Público, e implantar su proyecto de economía mixta rumbo a la estatización. Él y sólo él, puede lograrlo a pesar del ruido molesto de sectores opositores.

Entonces estimado lector en el mundo de la post pandemia: En México ¿Qué sigue? ¿Renacimiento u Oscurantismo? La respuesta depende de usted mismo.