/ domingo 28 de julio de 2019

La Guardia Nacional en perspectiva

La nueva y muy importante nueva corporación de Seguridad Pública, ya se encuentra en plena actividad. No obstante la severa crisis hacia el interior y exterior de la Policía Federal, el alza histórica en los homicidios dolosos, la inundación del país con armas estadounidenses a manos de decenas de criminales –organizados o comunes, eso no importa, la Guardia Nacional tendrá éxito si variables determinantes, como las que se mencionarán a continuación, se activan a la brevedad y convergen de manera decidida en la recuperación de la tranquilidad y vigencia plena del Estado de derecho.

El orden en que se refieren las condicionantes aquí tratadas, no va en relación a una jerarquización o secuencia. De nuevo: deben ser aplicadas y activadas de manera simultánea para estar en condiciones de dar resultados, que a todas luces ahora sí, en sentido literal, son urgentes. Comencemos entonces, por el indispensable robustecimiento del Sistema Penal Acusatorio. Resultado de la imposición a través de la Iniciativa Mérida, hoy se le conoce de forma trágica e irónica como la “puerta giratoria”. En sus indiscutibles excesos garantistas, la posibilidad de que los delincuentes sean sancionados de acuerdo al delito cometido, es reducida, cuando no, mínima.

La restructuración de las condiciones de seguridad y disciplina en los sistemas penitenciarios estatales y federal, representa de forma ejemplar, que agredir a la sociedad, bajo cualquier modalidad criminal, en efecto tiene un costo. Mientras eso no sea así, estar recluido y seguir extorsionando o dirigiendo bandas criminales desde la seguridad de las prisiones, los actos heroicos de policías, militares y ahora de integrantes de la Guardia Nacional para contener a las actividades delictivas, poco podrán hacer para contenerlos y menos aún, reducirlos.

Por otra parte, las poco referidas policías locales –estatales y municipales, sea en su fortalecimiento o creación, representan los principales soportes y aliados para que la Seguridad Púbica vuelva a ser una condición para el desarrollo y no un excepción, ante la reiterada y corrosiva actividad delictiva. Su debilidad estructural, obedece sobre todo, a los poderes políticos locales. La presencia de la Guardia Nacional, en forma alguna debe ser un pretexto para que los gobernantes de Estados de la República y municipios, renuncien o rehúyan a su indeclinable responsabilidad.

La convergencia de los Poderes Judicial y Legislativo, para que desde sus relevantes ámbitos de responsabilidad en las dimensiones de la Seguridad (Internacional, Regional, Nacional, Interior, Pública, Ciudadana, Humana) provean de leyes, reglamentos, presupuesto y demás insumos, responde a un indispensable sentido de oportunidad para mejor actuar en apoyo a la recuperación de la tranquilidad y aplicación del Estado de derecho. Sin estas cuatro variables, la Guardia Nacional tardará más en lograr su cometido.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

La nueva y muy importante nueva corporación de Seguridad Pública, ya se encuentra en plena actividad. No obstante la severa crisis hacia el interior y exterior de la Policía Federal, el alza histórica en los homicidios dolosos, la inundación del país con armas estadounidenses a manos de decenas de criminales –organizados o comunes, eso no importa, la Guardia Nacional tendrá éxito si variables determinantes, como las que se mencionarán a continuación, se activan a la brevedad y convergen de manera decidida en la recuperación de la tranquilidad y vigencia plena del Estado de derecho.

El orden en que se refieren las condicionantes aquí tratadas, no va en relación a una jerarquización o secuencia. De nuevo: deben ser aplicadas y activadas de manera simultánea para estar en condiciones de dar resultados, que a todas luces ahora sí, en sentido literal, son urgentes. Comencemos entonces, por el indispensable robustecimiento del Sistema Penal Acusatorio. Resultado de la imposición a través de la Iniciativa Mérida, hoy se le conoce de forma trágica e irónica como la “puerta giratoria”. En sus indiscutibles excesos garantistas, la posibilidad de que los delincuentes sean sancionados de acuerdo al delito cometido, es reducida, cuando no, mínima.

La restructuración de las condiciones de seguridad y disciplina en los sistemas penitenciarios estatales y federal, representa de forma ejemplar, que agredir a la sociedad, bajo cualquier modalidad criminal, en efecto tiene un costo. Mientras eso no sea así, estar recluido y seguir extorsionando o dirigiendo bandas criminales desde la seguridad de las prisiones, los actos heroicos de policías, militares y ahora de integrantes de la Guardia Nacional para contener a las actividades delictivas, poco podrán hacer para contenerlos y menos aún, reducirlos.

Por otra parte, las poco referidas policías locales –estatales y municipales, sea en su fortalecimiento o creación, representan los principales soportes y aliados para que la Seguridad Púbica vuelva a ser una condición para el desarrollo y no un excepción, ante la reiterada y corrosiva actividad delictiva. Su debilidad estructural, obedece sobre todo, a los poderes políticos locales. La presencia de la Guardia Nacional, en forma alguna debe ser un pretexto para que los gobernantes de Estados de la República y municipios, renuncien o rehúyan a su indeclinable responsabilidad.

La convergencia de los Poderes Judicial y Legislativo, para que desde sus relevantes ámbitos de responsabilidad en las dimensiones de la Seguridad (Internacional, Regional, Nacional, Interior, Pública, Ciudadana, Humana) provean de leyes, reglamentos, presupuesto y demás insumos, responde a un indispensable sentido de oportunidad para mejor actuar en apoyo a la recuperación de la tranquilidad y aplicación del Estado de derecho. Sin estas cuatro variables, la Guardia Nacional tardará más en lograr su cometido.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso