/ jueves 26 de octubre de 2017

La guerra sin límites

1. Otra raya más al tigre. El procurador en funciones, Elías Beltrán, despide a Santiago Nieto, titular de la Fiscalía Especializada para la atención de Delitos Electorales. El argumento central es que, “Nieto violó el código de ética de la PGR”. Muy bien. Ahora, sería bueno que Beltrán nos explique qué significa semejante afrenta. ¿Estamos en presencia de delitos?

Si es así, lo que debe proceder es fincar responsabilidades penales al ex fiscal y no sólo mandarlo a la calle. Venga, que se desgrane la metralla contra el fiscal. Que se vuelva víctima, que se le exhiba como un violador de la ley y que se le haga mártir de la democracia. ¿De eso se trata? ¿O es un simple desplante del inquilino de Los Pinos?

Infórmenos señores del poder político ¿A qué juegan?, ¿Quieren dinamitar el proceso electoral? Por favor, no sean tan burdos ni atrabiliarios. Un poquito de oficio les daría otra perspectiva. ¿Les importa? Parece que no. Desatan una tormenta prematura y polarizan la guerra política. Le dan material de impugnación a la oposición.

¿No hay sensibilidad en la casa presidencial o existe demasiado nerviosismo frente a los famélicos números en las encuestas de opinión favorables al tricolor? O quizá ambas cosas. La realidad, por lo que se ve, es que el titular del ejecutivo y su equipo están dispuestos a desatar una confrontación sin límites con tal de conservar Los Pinos.

Sin embargo, el pequeño gran problema es que pueden llevar al proceso electoral a una arena dé violencia de graves consecuencias. Claro, quizá los cálculos del cuarto de guerra priista es que tienen el dinero y las riendas políticas para controlar los daños que puede provocar su torpe ofensiva. Veremos.

2. La ausencia de oficio. No debemos pedirle a Peña y a su reducido grupo que se comporten con talento, ya que simplemente no lo tienen, pero lo que sí es exigible es el reclamo de sentido común, al menos. Es más que evidente, que la constelación de problemas por los que atraviesa el país son altamente complicados. La economía nacional tiende a ser cada día más concentradora del capital en unas cuantas manos, las distancias sociales se agudizan y crecen, el rencor social va en aumento junto con las violencias y el narcotráfico, que se ha convertido, sin mediación alguna, en la divisa para enriquecer gobernadores y a funcionarios de distintos pesos y niveles, con lo que su “combate”, se convierte en una comedia pactada y gravemente sangrienta; asimismo, las juventudes ven que se les va la vida sin esperanza de movilidad social y, por si algo faltara, son criminalizadas por sus hábitos rebeldes y libertarios y, descubren, no sin traumas, que ya no es la educación la vía para acceder a mejores condiciones de vida. De esta manera, el llamado bono demográfico tiende rápidamente a convertirse en pagaré traumático. Así, el recuento de las asignaturas pendientes dibuja una nación sin horizonte promisorio para las mayorías.

Y Frente a este contexto el grupo hegemónico decide lanzar gasolina a la pradera seca. Creen que tienen los extinguidores para controlar los efectos de sus misiles. ¡Válgame!

Epílogo. Está más que claro, independientemente del futuro que le depare al fiscal electoral, que la guerra electoral se desarrollará en un clima de rudeza inimaginable. La clase política dominante parte de una penosa pero cíclica tesis: las mayorías son comprables, manipulables y pasivas. Así, que, pueden jugar con la desmemoria y la impunidad. Veremos si se confirma dicho diagnóstico.

1. Otra raya más al tigre. El procurador en funciones, Elías Beltrán, despide a Santiago Nieto, titular de la Fiscalía Especializada para la atención de Delitos Electorales. El argumento central es que, “Nieto violó el código de ética de la PGR”. Muy bien. Ahora, sería bueno que Beltrán nos explique qué significa semejante afrenta. ¿Estamos en presencia de delitos?

Si es así, lo que debe proceder es fincar responsabilidades penales al ex fiscal y no sólo mandarlo a la calle. Venga, que se desgrane la metralla contra el fiscal. Que se vuelva víctima, que se le exhiba como un violador de la ley y que se le haga mártir de la democracia. ¿De eso se trata? ¿O es un simple desplante del inquilino de Los Pinos?

Infórmenos señores del poder político ¿A qué juegan?, ¿Quieren dinamitar el proceso electoral? Por favor, no sean tan burdos ni atrabiliarios. Un poquito de oficio les daría otra perspectiva. ¿Les importa? Parece que no. Desatan una tormenta prematura y polarizan la guerra política. Le dan material de impugnación a la oposición.

¿No hay sensibilidad en la casa presidencial o existe demasiado nerviosismo frente a los famélicos números en las encuestas de opinión favorables al tricolor? O quizá ambas cosas. La realidad, por lo que se ve, es que el titular del ejecutivo y su equipo están dispuestos a desatar una confrontación sin límites con tal de conservar Los Pinos.

Sin embargo, el pequeño gran problema es que pueden llevar al proceso electoral a una arena dé violencia de graves consecuencias. Claro, quizá los cálculos del cuarto de guerra priista es que tienen el dinero y las riendas políticas para controlar los daños que puede provocar su torpe ofensiva. Veremos.

2. La ausencia de oficio. No debemos pedirle a Peña y a su reducido grupo que se comporten con talento, ya que simplemente no lo tienen, pero lo que sí es exigible es el reclamo de sentido común, al menos. Es más que evidente, que la constelación de problemas por los que atraviesa el país son altamente complicados. La economía nacional tiende a ser cada día más concentradora del capital en unas cuantas manos, las distancias sociales se agudizan y crecen, el rencor social va en aumento junto con las violencias y el narcotráfico, que se ha convertido, sin mediación alguna, en la divisa para enriquecer gobernadores y a funcionarios de distintos pesos y niveles, con lo que su “combate”, se convierte en una comedia pactada y gravemente sangrienta; asimismo, las juventudes ven que se les va la vida sin esperanza de movilidad social y, por si algo faltara, son criminalizadas por sus hábitos rebeldes y libertarios y, descubren, no sin traumas, que ya no es la educación la vía para acceder a mejores condiciones de vida. De esta manera, el llamado bono demográfico tiende rápidamente a convertirse en pagaré traumático. Así, el recuento de las asignaturas pendientes dibuja una nación sin horizonte promisorio para las mayorías.

Y Frente a este contexto el grupo hegemónico decide lanzar gasolina a la pradera seca. Creen que tienen los extinguidores para controlar los efectos de sus misiles. ¡Válgame!

Epílogo. Está más que claro, independientemente del futuro que le depare al fiscal electoral, que la guerra electoral se desarrollará en un clima de rudeza inimaginable. La clase política dominante parte de una penosa pero cíclica tesis: las mayorías son comprables, manipulables y pasivas. Así, que, pueden jugar con la desmemoria y la impunidad. Veremos si se confirma dicho diagnóstico.

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