/ martes 12 de marzo de 2019

La hiperpolítica del humor

Rusia estudia desconectar Internet temporalmente para probar su proyecto de Red soberana. Esta idea no es, hasta ahora, un capítulo de la serie Black Mirror de Netflix. No es ciencia ficción el pensar que el gobierno ruso prepara un ensayo para probar aislarse del exterior para evitar vulnerabilidades en caso de una guerra cibernética.

Todavía no hay fecha para la prueba, ni instrucciones de cómo se va a realizar, pero el medio ruso RBK explica que la prueba de RuNet –como se le llama a la Internet soberana rusa— será antes del 1 de abril. Ante estas decisiones verticales de los gobiernos en el mundo ¿será verdad que la hiperpolítica del humor es una solución?, pero mejor vamos por partes:

De la hiperpolítica. No es una nueva forma de política, sino, en puridad, la forma originaria de política que hemos empezado a recuperar gracias, en parte, a las extensiones tecnológicas utilizadas de manera alternativa de acuerdo a Andoni Alonso profesor de Filosofía de la Tecnología en la Universidad de Extremadura en su libro La Quinta columna digital (Gedisa). La gran aportación de la hiperpolítica son las prácticas participativas que formalmente se nos niegan en la arena pública y política y que se recuperen virtualmente en el ciberespacio y en la calle. O en otras palabras es lo que Benjamin Barber explicaba en su concepto de “democracia fuerte” entendida como la democratización comunitaria de la sociedad.

Del humor. Páginas más adelante Andoni Alonso explica que la hiperpolítica no puede ser sino un canto al humor y la risa porque ya estamos hartos de que la épica revolucionaria siempre nos lleve a la catástrofe. No es posible la hiperpolítica sino como política del humor crítico y de la risa cómplice, porque la risa, la risa total, es quizá uno de los elementos subversivos a los que se enfrenta el poder.

El autor nos aconseja –y yo con él– que debemos recuperar esa poderosa tradición y las herramientas como el humorismo y la ironía, la sátira, la parodia o el panfleto como saludables ejercicios y actitud colectiva frente a un poder difícilmente de detener pero ciertamente cómico.

¿Cómo estudiar a los políticos? Lo “científico” “es lo que produce saber”. Pero actualmente pareciera que nos encontramos sin armas para la crítica, hay un fantasma de estancamiento de los estudios críticos en comunicación y los viejos debates teóricos-políticos de acuerdo a Carlos Ossandón, Claudio Salinas y Hans Stange en uno de varios artículos que se publican en Comunicación política y democracia en América Latina (Gedisa, Arancibia y Saninas). Esto a 100 días de la 4T en que hay que releer a don Daniel Cosío Villegas en El Estilo Personal de Gobernar, a Max Weber en los tipos de autoridad: legal, tradicional y carismática. Porque como decía el clásico “Caracho, todo es muy raro” (dixit Gil Gamés). Súper chale.

Necesitamos el humor, más humor, humor a tumba abierta, humor inteligente, con las cosas claras, humor en serio que certeramente provoque revelaciones y cambios. Daniel Córdoba dice que “En diferentes épocas el humor político ha funcionado como una suerte de correa de transmisión proporcionando a sus receptores herramientas para la comprensión de la realidad.

Rusia estudia desconectar Internet temporalmente para probar su proyecto de Red soberana. Esta idea no es, hasta ahora, un capítulo de la serie Black Mirror de Netflix. No es ciencia ficción el pensar que el gobierno ruso prepara un ensayo para probar aislarse del exterior para evitar vulnerabilidades en caso de una guerra cibernética.

Todavía no hay fecha para la prueba, ni instrucciones de cómo se va a realizar, pero el medio ruso RBK explica que la prueba de RuNet –como se le llama a la Internet soberana rusa— será antes del 1 de abril. Ante estas decisiones verticales de los gobiernos en el mundo ¿será verdad que la hiperpolítica del humor es una solución?, pero mejor vamos por partes:

De la hiperpolítica. No es una nueva forma de política, sino, en puridad, la forma originaria de política que hemos empezado a recuperar gracias, en parte, a las extensiones tecnológicas utilizadas de manera alternativa de acuerdo a Andoni Alonso profesor de Filosofía de la Tecnología en la Universidad de Extremadura en su libro La Quinta columna digital (Gedisa). La gran aportación de la hiperpolítica son las prácticas participativas que formalmente se nos niegan en la arena pública y política y que se recuperen virtualmente en el ciberespacio y en la calle. O en otras palabras es lo que Benjamin Barber explicaba en su concepto de “democracia fuerte” entendida como la democratización comunitaria de la sociedad.

Del humor. Páginas más adelante Andoni Alonso explica que la hiperpolítica no puede ser sino un canto al humor y la risa porque ya estamos hartos de que la épica revolucionaria siempre nos lleve a la catástrofe. No es posible la hiperpolítica sino como política del humor crítico y de la risa cómplice, porque la risa, la risa total, es quizá uno de los elementos subversivos a los que se enfrenta el poder.

El autor nos aconseja –y yo con él– que debemos recuperar esa poderosa tradición y las herramientas como el humorismo y la ironía, la sátira, la parodia o el panfleto como saludables ejercicios y actitud colectiva frente a un poder difícilmente de detener pero ciertamente cómico.

¿Cómo estudiar a los políticos? Lo “científico” “es lo que produce saber”. Pero actualmente pareciera que nos encontramos sin armas para la crítica, hay un fantasma de estancamiento de los estudios críticos en comunicación y los viejos debates teóricos-políticos de acuerdo a Carlos Ossandón, Claudio Salinas y Hans Stange en uno de varios artículos que se publican en Comunicación política y democracia en América Latina (Gedisa, Arancibia y Saninas). Esto a 100 días de la 4T en que hay que releer a don Daniel Cosío Villegas en El Estilo Personal de Gobernar, a Max Weber en los tipos de autoridad: legal, tradicional y carismática. Porque como decía el clásico “Caracho, todo es muy raro” (dixit Gil Gamés). Súper chale.

Necesitamos el humor, más humor, humor a tumba abierta, humor inteligente, con las cosas claras, humor en serio que certeramente provoque revelaciones y cambios. Daniel Córdoba dice que “En diferentes épocas el humor político ha funcionado como una suerte de correa de transmisión proporcionando a sus receptores herramientas para la comprensión de la realidad.