/ domingo 25 de febrero de 2018

La huella insensata del tercer olvido

1.-Como duro cierzo invernal ronda en la noche la idea de un posible encuentro personal entre el Presidente de México y el de Estados Unidos, y hasta el cuarto del secretario de Relaciones se escuchan las quejas del arrabal de la imprudencia. Se sabe que el gobierno debe ser respetuoso de los tiempos electorales, pero en ningún rincón del pleito entre las autoridades electoral y judicial dice que tenga que cargarle más el fardo de las tinieblas a la luna que se quiebra en la soledad de la campaña. Solo otear los vientos del Potomac deja ver que lo que más quisiera a esta hora el falsario es que el Ejecutivo mexicano vaya a sacudirle el oro de sus rizos, y que le lleve a los pistoleros de la cnte para que enseñen a los maestros de Florida el manejo de armas.

2.-Ya se empieza a entender la insistencia con que el ayatola repite que no vivirá en Los Pinos. Él quiere alojarse en la vicaría de un templo del reino donde su prédica le quede más próxima, y pueda practicar los postulados de su constitución moral de la mano de sus fieles, sin tener que ir hasta el Altiplano para darles la luz. El líder minero ya no tendrá que afrontar el triste calvario del vivir prófugo en Canadá, ni la comandanta de Olinalá que buscar el calor de una sonrisa pues podrá igualmente volver y tendrán su blanco diván de tul en el Senado: el cohélet local no cree que sus infamias de perjuros incitan su rencor, los quiere mucho más y su castigo se lo deja a sí mismo.

3.-Con esa cadencia, los votantes nos sentimos del mar juguete, el decidor nos mira como un poquito desentendido mientras dejamos que nos trate como chulo a sus pupilas. Y ahora que anda evangeloso hará de nuestra vida un altar y en él nuestras flores deshojará. No escucha el resplandor del rosedal y encarna al Gargaleote en su árbol que da moras, que eso es la moral para él, con todo y constitución.

4.-Oye, te digo en secreto que el sátrapa es culpable hasta el instante que es elegido; de ahí en adelante, perdida te dicen, es la masa informe de su amado pueblo la que da el precio del dolor a su pasado electoral, y lleva la huella insensata del tercer olvido.

5.-Después del accidente del helicóptero en que viajaban el secretario de Gobernación y el gobernador de Oaxaca, y que cobró la vida de trece inocentes en tierra, algún aguerrido reportero cuya párvula boca pensaba clavarle dos puñales preguntó al hombre de Bucareli si se había tratado de un protagonismo de su parte. A Navarrete, que a poco riega su vida en el desconsuelo de la nave al garete, no le dejó más que sugerirle piénsalo bien mulato, y a la audiencia con humo en los ojos preguntarse si el protagónico no fue el que plantó el talismán.

6.-Con el altivo porte de una majestad, dice el oficiador que el jefe del Ejército es matraquero del candidato de sus envidias, y no se oyó el tumulto alzando una niebla de ausencia; sentencia que el líder minero es perseguido político y le aplauden; se yergue solito como apóstol de la felicidad, y le hacen caso. En esa irreflexión tendrá de hinojos a su grey, y querrá que con sus manitas las olas nos columpiaran a todos. Entonces ya no podremos pagar ni con diamantes la indolencia.

camilo@kawage.com

1.-Como duro cierzo invernal ronda en la noche la idea de un posible encuentro personal entre el Presidente de México y el de Estados Unidos, y hasta el cuarto del secretario de Relaciones se escuchan las quejas del arrabal de la imprudencia. Se sabe que el gobierno debe ser respetuoso de los tiempos electorales, pero en ningún rincón del pleito entre las autoridades electoral y judicial dice que tenga que cargarle más el fardo de las tinieblas a la luna que se quiebra en la soledad de la campaña. Solo otear los vientos del Potomac deja ver que lo que más quisiera a esta hora el falsario es que el Ejecutivo mexicano vaya a sacudirle el oro de sus rizos, y que le lleve a los pistoleros de la cnte para que enseñen a los maestros de Florida el manejo de armas.

2.-Ya se empieza a entender la insistencia con que el ayatola repite que no vivirá en Los Pinos. Él quiere alojarse en la vicaría de un templo del reino donde su prédica le quede más próxima, y pueda practicar los postulados de su constitución moral de la mano de sus fieles, sin tener que ir hasta el Altiplano para darles la luz. El líder minero ya no tendrá que afrontar el triste calvario del vivir prófugo en Canadá, ni la comandanta de Olinalá que buscar el calor de una sonrisa pues podrá igualmente volver y tendrán su blanco diván de tul en el Senado: el cohélet local no cree que sus infamias de perjuros incitan su rencor, los quiere mucho más y su castigo se lo deja a sí mismo.

3.-Con esa cadencia, los votantes nos sentimos del mar juguete, el decidor nos mira como un poquito desentendido mientras dejamos que nos trate como chulo a sus pupilas. Y ahora que anda evangeloso hará de nuestra vida un altar y en él nuestras flores deshojará. No escucha el resplandor del rosedal y encarna al Gargaleote en su árbol que da moras, que eso es la moral para él, con todo y constitución.

4.-Oye, te digo en secreto que el sátrapa es culpable hasta el instante que es elegido; de ahí en adelante, perdida te dicen, es la masa informe de su amado pueblo la que da el precio del dolor a su pasado electoral, y lleva la huella insensata del tercer olvido.

5.-Después del accidente del helicóptero en que viajaban el secretario de Gobernación y el gobernador de Oaxaca, y que cobró la vida de trece inocentes en tierra, algún aguerrido reportero cuya párvula boca pensaba clavarle dos puñales preguntó al hombre de Bucareli si se había tratado de un protagonismo de su parte. A Navarrete, que a poco riega su vida en el desconsuelo de la nave al garete, no le dejó más que sugerirle piénsalo bien mulato, y a la audiencia con humo en los ojos preguntarse si el protagónico no fue el que plantó el talismán.

6.-Con el altivo porte de una majestad, dice el oficiador que el jefe del Ejército es matraquero del candidato de sus envidias, y no se oyó el tumulto alzando una niebla de ausencia; sentencia que el líder minero es perseguido político y le aplauden; se yergue solito como apóstol de la felicidad, y le hacen caso. En esa irreflexión tendrá de hinojos a su grey, y querrá que con sus manitas las olas nos columpiaran a todos. Entonces ya no podremos pagar ni con diamantes la indolencia.

camilo@kawage.com

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