/ martes 7 de diciembre de 2021

La inflación: del susto a la acción

Una de las perspectivas económicas que mayor análisis ha recibido este cierre de año es la inflación, especialmente en el contexto de la pandemia por COVID-19, pues aunque la recuperación económica empieza a verse en algunos sectores económicos, aun enfrentamos interrupciones en las cadenas de suministros globales y precios al alza en bienes que son esenciales para mantener un estándar mínimo en la calidad de vida de las familias.

Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han alertado que uno de los efectos más severos de esta etapa de recuperación mundial, será una inflación generalizada, tanto para economías avanzadas como emergentes, que empiece a estabilizarse después del segundo semestre de 2022.

Desafortunadamente para América Latina, será la región del mundo que registre los mayores aumentos generalizados en los precios de productos, llegando a 9.3% como máximo y luego estacionándose cerca del 7.8-7.5%, aproximadamente; esto debido al alza en energía eléctrica, gas, combustible y materias primas, de acuerdo con el más reciente informe Perspectivas Económicas Globales, del FMI.

Sin embargo, la inflación no se vivirá igual en los 33 países que conforman la región, pues mientras Venezuela tiene hiperinflación sostenida desde hace varios años y Argentina está ahora mismo enfrentando una importante dependencia del financiamiento externo, países como Colombia (4.5%) y Perú (5.8%) parece que no estarán por encima del 6%.

Sorprende que Brasil, México y Chile, las mayores economías de la región, no bajarán del 6%, según las previsiones. La implicación más relevante es que, al mantener una inflación alta, el crecimiento de estos países será bajo.

Ahora bien, es muy importante aclarar que los precios mundiales del carbón, el maíz, el petróleo y demás commodities, están sujetos a la oferta - demanda global y poco pueden hacer los gobiernos de los países para controlar esos vaivenes; sin embargo, lo que los países sí pueden y debe ajustar es la política monetaria, porque para eso tienen a sus bancos centrales: para buscar la forma de controlar la inflación mediante las tasas de referencias.

Por supuesto, esta no es la única herramienta de los países para evitar que el poder adquisitivo de su población se deteriore; el fondo del asunto está en que sea una estrategia coordinada, que busque equilibrar la política social para ayudar a quién más lo necesite, la política fiscal para evitar cobros a unidades económicas que no han tenido ingreso, la política económica para impulsar el crecimiento sostenible y la política industrial, para producir los bienes que están escasos o encarecidos fuera del país.

Por mencionar solo los elementos más básicos, pero claro que deberíamos hablar de acelerar la transición energética en lugar de regresar a esquemas del pasado, si todas las señales indican que los combustibles fósiles serán cada vez más caros, por mencionar un ejemplo.

Esta estrategia integral es muy importante, pues la precarización de la población implica un retroceso que necesita muchos años y recursos para superarse, y la realidad es que ni México ni América Latina, estaría en posibilidad de levantarse rápidamente de un golpe tan fuerte.


Una de las perspectivas económicas que mayor análisis ha recibido este cierre de año es la inflación, especialmente en el contexto de la pandemia por COVID-19, pues aunque la recuperación económica empieza a verse en algunos sectores económicos, aun enfrentamos interrupciones en las cadenas de suministros globales y precios al alza en bienes que son esenciales para mantener un estándar mínimo en la calidad de vida de las familias.

Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han alertado que uno de los efectos más severos de esta etapa de recuperación mundial, será una inflación generalizada, tanto para economías avanzadas como emergentes, que empiece a estabilizarse después del segundo semestre de 2022.

Desafortunadamente para América Latina, será la región del mundo que registre los mayores aumentos generalizados en los precios de productos, llegando a 9.3% como máximo y luego estacionándose cerca del 7.8-7.5%, aproximadamente; esto debido al alza en energía eléctrica, gas, combustible y materias primas, de acuerdo con el más reciente informe Perspectivas Económicas Globales, del FMI.

Sin embargo, la inflación no se vivirá igual en los 33 países que conforman la región, pues mientras Venezuela tiene hiperinflación sostenida desde hace varios años y Argentina está ahora mismo enfrentando una importante dependencia del financiamiento externo, países como Colombia (4.5%) y Perú (5.8%) parece que no estarán por encima del 6%.

Sorprende que Brasil, México y Chile, las mayores economías de la región, no bajarán del 6%, según las previsiones. La implicación más relevante es que, al mantener una inflación alta, el crecimiento de estos países será bajo.

Ahora bien, es muy importante aclarar que los precios mundiales del carbón, el maíz, el petróleo y demás commodities, están sujetos a la oferta - demanda global y poco pueden hacer los gobiernos de los países para controlar esos vaivenes; sin embargo, lo que los países sí pueden y debe ajustar es la política monetaria, porque para eso tienen a sus bancos centrales: para buscar la forma de controlar la inflación mediante las tasas de referencias.

Por supuesto, esta no es la única herramienta de los países para evitar que el poder adquisitivo de su población se deteriore; el fondo del asunto está en que sea una estrategia coordinada, que busque equilibrar la política social para ayudar a quién más lo necesite, la política fiscal para evitar cobros a unidades económicas que no han tenido ingreso, la política económica para impulsar el crecimiento sostenible y la política industrial, para producir los bienes que están escasos o encarecidos fuera del país.

Por mencionar solo los elementos más básicos, pero claro que deberíamos hablar de acelerar la transición energética en lugar de regresar a esquemas del pasado, si todas las señales indican que los combustibles fósiles serán cada vez más caros, por mencionar un ejemplo.

Esta estrategia integral es muy importante, pues la precarización de la población implica un retroceso que necesita muchos años y recursos para superarse, y la realidad es que ni México ni América Latina, estaría en posibilidad de levantarse rápidamente de un golpe tan fuerte.