/ sábado 10 de julio de 2021

La inflación devora

Si hay algo que golpee la economía familiar es la maldita inflación. De pronto los ingresos se vuelven raquíticos para pagar deudas, adquirir lo necesario y pobre de aquellos que sufran algún mal que los obligue a utilizar los servicios médicos.

Empieza a sentirse como un mazazo. Las cifras oficiales señalan que a junio es de un 5.88 por ciento, lo que rebasa las expectativas de los especialistas, aunque la consideran controlable. La realidad pinta otra cosa.

Ir al supermercado es de dar temblorina. Observas alucinado en los anaqueles que, los precios de lo que consumes de rutina, subieron. Ya no solo son artículos de los que se puede prescindir, sino los indispensables para poner en la mesa.

Legumbres, vegetales, fruta, carne de pollo, res o cerdo, por las nubes; y las tortillas, indispensables en la dieta de los mexicanos, inalcanzables para un grueso de la población. Quienes se ven obligados a comer en una fonda, una tortería o una taquería, tendrán que empezar a pensar en llevarse un portaviandas, si no quieren morirse de hambre. ¡Y habrá que meditar con qué se llena el recurrido artefacto, al que se sustituyó por los contenedores de plástico!

Las cifras del INEGI, del Banco de México, nos pasan indiferentes por las narices. Poco les creemos frente a una realidad que las supera. Dizque miden la canasta básica, pero dejan fuera artículos de uso rutinario, que ni siquiera se incluyen. Para quienes tenemos que consumirlos su alza es deplorable.

¿Que el incremento en los precios se debe en gran medida al subidón en el gas? Ni duda cabe, aunque la solución oficial de poner una distribuidora se siente de Perogrullo. Las empresas del Estado, como nos consta, son ineficientes, inútiles y no resuelven una problemática que tendría que solucionar el gobierno con los empresarios del ramo.

Cinco compañías acaparan la venta del gas LP y, con un cinismo escandaloso, lo han subido más de un 30 por ciento. Una amiga se dio tremendo agarrón, con los hombres que fueron a cargarle el tanque estacionario, cuando le dijeron lo que tenía que pagar. No podía creer que, de un mes a otro eran más de mil pesos para arriba y pensaba que le querían ver la cara.

Ellos se lavan las manos y lo atribuyen a la necesidad que tienen de importarlo y, aunque se diga que el peso no se ha devaluado, otra verdad es que el dólar está cada día más caro. Se argumenta la escasez y otras necedades que no coinciden con lo bárbaro del aumento.

Casi monopolios, aprovechan la necesidad del mercado para ponerse de acuerdo en cobrar lo que se les viene en gana, sin mayor competencia ni regulación. El gas natural, lo mismo y encima, igual te toma el pelo. Sales de vacaciones y, sin embargo, el recibo te llega más alto. Reclamas y te piden que mandes fotos del medidor –que siempre suele estar en lugares de muy difícil acceso- y que te resolverán el problema en una semana, al recibo de la información.

Pasan los días sin respuesta, hablas y te dicen que aún no la tienen…hasta que te hartas, te callas y no vuelves a saber de ellos hasta la siguiente factura, ¡más cara!

Estamos fritos. Nos asestan rollos sobre soluciones, que en nada funcionan (Como se comprueba con las Medicinas y el INSABI). La inflación es brutal en los precios de medicamentos, consultas, alimentos; los sueldos congelados y los retrasos en los pagos, constantes. ¡El consuelo es que lo hacen para que dejemos de ser unos “aspiracionistas clasemedieros”!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


Si hay algo que golpee la economía familiar es la maldita inflación. De pronto los ingresos se vuelven raquíticos para pagar deudas, adquirir lo necesario y pobre de aquellos que sufran algún mal que los obligue a utilizar los servicios médicos.

Empieza a sentirse como un mazazo. Las cifras oficiales señalan que a junio es de un 5.88 por ciento, lo que rebasa las expectativas de los especialistas, aunque la consideran controlable. La realidad pinta otra cosa.

Ir al supermercado es de dar temblorina. Observas alucinado en los anaqueles que, los precios de lo que consumes de rutina, subieron. Ya no solo son artículos de los que se puede prescindir, sino los indispensables para poner en la mesa.

Legumbres, vegetales, fruta, carne de pollo, res o cerdo, por las nubes; y las tortillas, indispensables en la dieta de los mexicanos, inalcanzables para un grueso de la población. Quienes se ven obligados a comer en una fonda, una tortería o una taquería, tendrán que empezar a pensar en llevarse un portaviandas, si no quieren morirse de hambre. ¡Y habrá que meditar con qué se llena el recurrido artefacto, al que se sustituyó por los contenedores de plástico!

Las cifras del INEGI, del Banco de México, nos pasan indiferentes por las narices. Poco les creemos frente a una realidad que las supera. Dizque miden la canasta básica, pero dejan fuera artículos de uso rutinario, que ni siquiera se incluyen. Para quienes tenemos que consumirlos su alza es deplorable.

¿Que el incremento en los precios se debe en gran medida al subidón en el gas? Ni duda cabe, aunque la solución oficial de poner una distribuidora se siente de Perogrullo. Las empresas del Estado, como nos consta, son ineficientes, inútiles y no resuelven una problemática que tendría que solucionar el gobierno con los empresarios del ramo.

Cinco compañías acaparan la venta del gas LP y, con un cinismo escandaloso, lo han subido más de un 30 por ciento. Una amiga se dio tremendo agarrón, con los hombres que fueron a cargarle el tanque estacionario, cuando le dijeron lo que tenía que pagar. No podía creer que, de un mes a otro eran más de mil pesos para arriba y pensaba que le querían ver la cara.

Ellos se lavan las manos y lo atribuyen a la necesidad que tienen de importarlo y, aunque se diga que el peso no se ha devaluado, otra verdad es que el dólar está cada día más caro. Se argumenta la escasez y otras necedades que no coinciden con lo bárbaro del aumento.

Casi monopolios, aprovechan la necesidad del mercado para ponerse de acuerdo en cobrar lo que se les viene en gana, sin mayor competencia ni regulación. El gas natural, lo mismo y encima, igual te toma el pelo. Sales de vacaciones y, sin embargo, el recibo te llega más alto. Reclamas y te piden que mandes fotos del medidor –que siempre suele estar en lugares de muy difícil acceso- y que te resolverán el problema en una semana, al recibo de la información.

Pasan los días sin respuesta, hablas y te dicen que aún no la tienen…hasta que te hartas, te callas y no vuelves a saber de ellos hasta la siguiente factura, ¡más cara!

Estamos fritos. Nos asestan rollos sobre soluciones, que en nada funcionan (Como se comprueba con las Medicinas y el INSABI). La inflación es brutal en los precios de medicamentos, consultas, alimentos; los sueldos congelados y los retrasos en los pagos, constantes. ¡El consuelo es que lo hacen para que dejemos de ser unos “aspiracionistas clasemedieros”!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq