/ viernes 14 de enero de 2022

La izquierda y los radicales

Esta semana se abrió un debate interesante sobre la posición radical que coincide con un extraordinario análisis publicado por Le Monde Diplomatique titulado ‘Por qué pierde la izquierda’, en el que se explican las razones por las que los partidos de izquierda del mundo han venido perdiendo terreno a partir de que renunciaron a la posición de la lucha de clases y las reivindicaciones de quienes más lo necesitan; tal es el caso de Francia, Alemania o Reino Unido.

La radicalidad no tiene que ver con la posición en el espectro político, para eso están los conceptos de extrema derecha o de extrema izquierda, la realidad es que tiene que ver con la convicción de valores y principios. Incluso existen propuestas del centro radical, como propuso Anthony Giddens, que hace referencia a la reforma fundamental de las instituciones en una fórmula realista y pragmática.

A partir de eso ¿existe una posición intermedia contra el combate a la corrupción? ¿se puede medio aceptar que el 90% de la riqueza del mundo esté en manos del 1%? ¿se puede aceptar que el gobierno sea ejercido por grupos de interés en vez de las autoridades que fueron electas democráticamente? Si usted cree que debe haber un límite a los abusos del poder y a la concentración de la riqueza, así como se deben evitar los excesos en la depredación capitalista y neoliberal; si coincide con estas premisas, bienvenido, es usted un radical y eso no le resta mérito ciudadano.

Estamos en uno de los momentos más delicados de la nación, viviendo una transformación pacífica pero intensa, y en la que todos coincidimos; estos tiempos requieren de claridad y decisión, que de ninguna forma estarán peleados con el dialogo, la necesidad de convencer y la vocación cívica y democrática. El concepto de radicalidad peligrosa no es nuevo, es un argumento que ya fue esgrimido con anterioridad por la derecha y para calificarnos.

La evolución del capitalismo hacia las formas más agresivas de depredación y explotación, los cambios en el empleo y su sustitución por la inteligencia artificial, así como la vigilancia tecnológica obligan a la izquierda a ser más clara, determinada, consistente y consecuente. Frente a todos estos nuevos desafíos no se puede ver el proyecto nacional únicamente a la luz de los procesos políticos inmediatos, se tiene que hacer a través de una revisión histórica y con un proyecto de transformación profunda del poder. Al final la misma biblia resuelve: “ojala fueras frío o caliente, por eso como eres tibio, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:16) XXXTwitter: @LuisH_Fernandez

Esta semana se abrió un debate interesante sobre la posición radical que coincide con un extraordinario análisis publicado por Le Monde Diplomatique titulado ‘Por qué pierde la izquierda’, en el que se explican las razones por las que los partidos de izquierda del mundo han venido perdiendo terreno a partir de que renunciaron a la posición de la lucha de clases y las reivindicaciones de quienes más lo necesitan; tal es el caso de Francia, Alemania o Reino Unido.

La radicalidad no tiene que ver con la posición en el espectro político, para eso están los conceptos de extrema derecha o de extrema izquierda, la realidad es que tiene que ver con la convicción de valores y principios. Incluso existen propuestas del centro radical, como propuso Anthony Giddens, que hace referencia a la reforma fundamental de las instituciones en una fórmula realista y pragmática.

A partir de eso ¿existe una posición intermedia contra el combate a la corrupción? ¿se puede medio aceptar que el 90% de la riqueza del mundo esté en manos del 1%? ¿se puede aceptar que el gobierno sea ejercido por grupos de interés en vez de las autoridades que fueron electas democráticamente? Si usted cree que debe haber un límite a los abusos del poder y a la concentración de la riqueza, así como se deben evitar los excesos en la depredación capitalista y neoliberal; si coincide con estas premisas, bienvenido, es usted un radical y eso no le resta mérito ciudadano.

Estamos en uno de los momentos más delicados de la nación, viviendo una transformación pacífica pero intensa, y en la que todos coincidimos; estos tiempos requieren de claridad y decisión, que de ninguna forma estarán peleados con el dialogo, la necesidad de convencer y la vocación cívica y democrática. El concepto de radicalidad peligrosa no es nuevo, es un argumento que ya fue esgrimido con anterioridad por la derecha y para calificarnos.

La evolución del capitalismo hacia las formas más agresivas de depredación y explotación, los cambios en el empleo y su sustitución por la inteligencia artificial, así como la vigilancia tecnológica obligan a la izquierda a ser más clara, determinada, consistente y consecuente. Frente a todos estos nuevos desafíos no se puede ver el proyecto nacional únicamente a la luz de los procesos políticos inmediatos, se tiene que hacer a través de una revisión histórica y con un proyecto de transformación profunda del poder. Al final la misma biblia resuelve: “ojala fueras frío o caliente, por eso como eres tibio, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:16) XXXTwitter: @LuisH_Fernandez