/ jueves 28 de marzo de 2019

La kakistocracia de Trump

No es ningún secreto que Donald Trump ha designado a muchos partidistas incompetentes, sin la formación adecuada para ocupar los puestos políticos más importantes. Sin embargo, hasta hace poco una agencia del gobierno parecía haberse mantenido inmune a la continua invasión de ineptos: la Reserva Federal, la institución más vital para la política económica. En general, los nominados de Trump para la Reserva Federal habían sido economistas sensatos y respetados. Así que lamento decirles que eso cambió la semana pasada, cuando Trump declaró que planeaba nominar a Stephen Moore para la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.

A todas luces, Moore no cuenta con la preparación necesaria para ocupar ese cargo. Es triste, pero la historia detrás de esta decisión va más allá de Moore, e incluso de Trump; se explica por la tendencia del Partido Republicano a preferir charlatanes en vez de expertos, incluso los expertos de su partido.

En el caso específico de Moore está de más decir que se ha equivocado en todo. No me refiero a que haya tomado alguna mala decisión ocasional, algo que le pasa a cualquiera. No, el hombre tiene un largo historial que incluye haber predicho que las políticas de George W. Bush producirían un auge magnífico, que las de Barack Obama ocasionarían una inflación desmedida y que los recortes fiscales en Kansas favorecerían un auge “casi inmediato” de la economía de ese estado, entre muchas otras cosas. Para colmo, por supuesto, nunca ha reconocido sus errores ni ha reflexionado acerca de los aspectos que contribuyeron a que se equivocara.

Además de lo que ya señalé, Moore tiene un problema con los hechos. Después de imprimir un artículo de opinión escrito por Moore en el que todas las cifras clave eran erróneas, un editor juró nunca volver a publicar su trabajo. En sus escritos y declaraciones, siempre hay una miríada de errores de hecho. La verdad es que son contadas las ocasiones en que Moore ha hecho referencia a un dato preciso.

El problema es que Moore no le llamó la atención de manera aleatoria a Trump. Desde hace mucho ha gozado de una posición destacada dentro del movimiento conservador: ha sido autor de páginas editoriales para el Wall Street Journal, economista en jefe de la Fundación Heritage y un orador muy frecuente en el circuito de conferencias de la derecha. ¿Por qué?

Podríamos decir que el Partido Republicano valora más la lealtad al partido que la competencia profesional. No obstante, sería una explicación parcial, pues hay muchos economistas conservadores que cuentan con una formación profesional sólida, y algunos incluso son muy abiertos en cuanto a su partidismo. Varios economistas conservadores distinguidos respaldaron sin dilación las absurdas afirmaciones del gobierno de Trump sobre los beneficios de los recortes fiscales, que bien sabían no eran razonables.

Muchos han descrito al gobierno de Trump como una kakistocracia, el gobierno de los peores, y no hay duda de que lo sea. Pero también podría decirse que es una oclocracia, el gobierno de los ignorantes e incompetentes. En este sentido, Trump tan solo hace eco de las prácticas normales del Partido Republicano.

No es ningún secreto que Donald Trump ha designado a muchos partidistas incompetentes, sin la formación adecuada para ocupar los puestos políticos más importantes. Sin embargo, hasta hace poco una agencia del gobierno parecía haberse mantenido inmune a la continua invasión de ineptos: la Reserva Federal, la institución más vital para la política económica. En general, los nominados de Trump para la Reserva Federal habían sido economistas sensatos y respetados. Así que lamento decirles que eso cambió la semana pasada, cuando Trump declaró que planeaba nominar a Stephen Moore para la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.

A todas luces, Moore no cuenta con la preparación necesaria para ocupar ese cargo. Es triste, pero la historia detrás de esta decisión va más allá de Moore, e incluso de Trump; se explica por la tendencia del Partido Republicano a preferir charlatanes en vez de expertos, incluso los expertos de su partido.

En el caso específico de Moore está de más decir que se ha equivocado en todo. No me refiero a que haya tomado alguna mala decisión ocasional, algo que le pasa a cualquiera. No, el hombre tiene un largo historial que incluye haber predicho que las políticas de George W. Bush producirían un auge magnífico, que las de Barack Obama ocasionarían una inflación desmedida y que los recortes fiscales en Kansas favorecerían un auge “casi inmediato” de la economía de ese estado, entre muchas otras cosas. Para colmo, por supuesto, nunca ha reconocido sus errores ni ha reflexionado acerca de los aspectos que contribuyeron a que se equivocara.

Además de lo que ya señalé, Moore tiene un problema con los hechos. Después de imprimir un artículo de opinión escrito por Moore en el que todas las cifras clave eran erróneas, un editor juró nunca volver a publicar su trabajo. En sus escritos y declaraciones, siempre hay una miríada de errores de hecho. La verdad es que son contadas las ocasiones en que Moore ha hecho referencia a un dato preciso.

El problema es que Moore no le llamó la atención de manera aleatoria a Trump. Desde hace mucho ha gozado de una posición destacada dentro del movimiento conservador: ha sido autor de páginas editoriales para el Wall Street Journal, economista en jefe de la Fundación Heritage y un orador muy frecuente en el circuito de conferencias de la derecha. ¿Por qué?

Podríamos decir que el Partido Republicano valora más la lealtad al partido que la competencia profesional. No obstante, sería una explicación parcial, pues hay muchos economistas conservadores que cuentan con una formación profesional sólida, y algunos incluso son muy abiertos en cuanto a su partidismo. Varios economistas conservadores distinguidos respaldaron sin dilación las absurdas afirmaciones del gobierno de Trump sobre los beneficios de los recortes fiscales, que bien sabían no eran razonables.

Muchos han descrito al gobierno de Trump como una kakistocracia, el gobierno de los peores, y no hay duda de que lo sea. Pero también podría decirse que es una oclocracia, el gobierno de los ignorantes e incompetentes. En este sentido, Trump tan solo hace eco de las prácticas normales del Partido Republicano.