/ lunes 13 de diciembre de 2021

La migración como derecho humano

Hay que decirlo con claridad: transportar migrantes en trailers es común, como lo han referido migrantes que han podido llegar a la frontera después de dos o tres días de estar apretujados, encerrados y en condiciones infrahumanas. Sin embargo la muerte de 55 migrantes el pasado 9 de diciembre, de los más de 160 ocupantes de un trailer volcado en Chiapas, y cuyos sobrevivientes presentan heridas, algunos con fracturas en sus manos, brazos, otros con múltiples golpes en cabezas y cuerpos, a consecuencia del brutal choque provocado por el exceso de velocidad, la volcadura y el golpazo del trailer contra un puente peatonal, nos ha conmocionado. Todas y todos ellos iban hacinados como sardinas en el trailer.


Esta tragedia también evidenció una corrupción manifiesta, porque, cómo explican que este trailer de la muerte, no fue detenido por las garitas instaladas en ese tramo desde la frontera de Guatemala. Por sentido común, tuvieron que pasar por alguna de las tres que están antes de la zona del accidente. También nuevamente pone en evidencia la corrupción institucional al no atender la migración irregular desde un enfoque de derechos como lo señala la Ley de Migración, y les deja a todos estos humanos y humanas a merced de las mafias de los cárteles traficantes de personas asentados en la frontera desde hace varios sexenios; antes fueron los zetas y los maras, hoy los cárteles del golfo, sinaloa y jalisco. Todo mundo lo sabe.


Después de la consternación, nuevamente se emprende la discusión sobre las enormes dificultades que padecen quienes huyen de la pobreza o la violencia de sus lugares de origen y se lanzan discursos de los políticos de esta región informándonos emprenderán algún programa de prevención, aunque sabemos, el fenómeno de la migración no se detendrá. No lo resolvieron antes como constatamos hoy: las causas que la provoca siguen; en el país de origen y por los que transitan. Y el país a dónde pretenden llegar, cierra sus fronteras.


El presidente de México salió a decir que lamenta el accidente y les manda abrazos a los familiares de las víctimas, mientras su Instinto de migración y Guardia Nacional dan un trato inhumano a migrantes.


En medio de esta tragedia, la Suprema Corte de EU ordenó se restableciera el programa de Trump “Quédate en México” obligando a quienes pretender pasar a suelo estadounidense, a quedarse o a retornar a nuestro país en una clara violación de nuestra soberanía, un Senado ausente y México convertido de facto, en tercer país seguro, no porque lo decidamos, sino porque nos lo impone EU.


Esta tragedia, como lo señala Porfirio Muñoz Ledo, y repito textual, “es consecuencia de la sumisión a Washington y de la complicidad a su política xenófoba y racista contra mexicanos y centroamericanos”, se configura en un crimen de lesa humanidad establecido en el Estatuto de Roma en su artículo 7.


Frente a la migración irregular, deberíamos actuar en consecuencia; porque por cierto, las mujeres, las niñas y niños son quienes se encuentran en situaciones realmente de altísimo riesgo y de peligro inminente de violaciones a sus derechos humanos. El mayor peligro es ser víctimas de la trata de personas con fines de explotación de servidumbre humana, de explotación sexual e incluso con fines de ser utilizados como parte de las redes de las mafias; o en su defecto a ser desaparecidas de manera forzosa. El horror.

Hay que decirlo con claridad: transportar migrantes en trailers es común, como lo han referido migrantes que han podido llegar a la frontera después de dos o tres días de estar apretujados, encerrados y en condiciones infrahumanas. Sin embargo la muerte de 55 migrantes el pasado 9 de diciembre, de los más de 160 ocupantes de un trailer volcado en Chiapas, y cuyos sobrevivientes presentan heridas, algunos con fracturas en sus manos, brazos, otros con múltiples golpes en cabezas y cuerpos, a consecuencia del brutal choque provocado por el exceso de velocidad, la volcadura y el golpazo del trailer contra un puente peatonal, nos ha conmocionado. Todas y todos ellos iban hacinados como sardinas en el trailer.


Esta tragedia también evidenció una corrupción manifiesta, porque, cómo explican que este trailer de la muerte, no fue detenido por las garitas instaladas en ese tramo desde la frontera de Guatemala. Por sentido común, tuvieron que pasar por alguna de las tres que están antes de la zona del accidente. También nuevamente pone en evidencia la corrupción institucional al no atender la migración irregular desde un enfoque de derechos como lo señala la Ley de Migración, y les deja a todos estos humanos y humanas a merced de las mafias de los cárteles traficantes de personas asentados en la frontera desde hace varios sexenios; antes fueron los zetas y los maras, hoy los cárteles del golfo, sinaloa y jalisco. Todo mundo lo sabe.


Después de la consternación, nuevamente se emprende la discusión sobre las enormes dificultades que padecen quienes huyen de la pobreza o la violencia de sus lugares de origen y se lanzan discursos de los políticos de esta región informándonos emprenderán algún programa de prevención, aunque sabemos, el fenómeno de la migración no se detendrá. No lo resolvieron antes como constatamos hoy: las causas que la provoca siguen; en el país de origen y por los que transitan. Y el país a dónde pretenden llegar, cierra sus fronteras.


El presidente de México salió a decir que lamenta el accidente y les manda abrazos a los familiares de las víctimas, mientras su Instinto de migración y Guardia Nacional dan un trato inhumano a migrantes.


En medio de esta tragedia, la Suprema Corte de EU ordenó se restableciera el programa de Trump “Quédate en México” obligando a quienes pretender pasar a suelo estadounidense, a quedarse o a retornar a nuestro país en una clara violación de nuestra soberanía, un Senado ausente y México convertido de facto, en tercer país seguro, no porque lo decidamos, sino porque nos lo impone EU.


Esta tragedia, como lo señala Porfirio Muñoz Ledo, y repito textual, “es consecuencia de la sumisión a Washington y de la complicidad a su política xenófoba y racista contra mexicanos y centroamericanos”, se configura en un crimen de lesa humanidad establecido en el Estatuto de Roma en su artículo 7.


Frente a la migración irregular, deberíamos actuar en consecuencia; porque por cierto, las mujeres, las niñas y niños son quienes se encuentran en situaciones realmente de altísimo riesgo y de peligro inminente de violaciones a sus derechos humanos. El mayor peligro es ser víctimas de la trata de personas con fines de explotación de servidumbre humana, de explotación sexual e incluso con fines de ser utilizados como parte de las redes de las mafias; o en su defecto a ser desaparecidas de manera forzosa. El horror.