/ sábado 11 de agosto de 2018

La moviola

Odiando a Bardem, amando a Penélope.

Gerardo Gil Ballesteros

@lamoviola

Amando a Pablo, odiando a Escobar, es un libro que no tiene desperdicio: revelaciones comprometedoras a políticos, balconeos a todo tipo de personajes de la vida pública. Y por si fuera poco, la historia de amor-horror entre el criminal más buscado y una famosa periodista de televisión: Pablo Escobar Gaviria y Virginia Vallejo, quien con desparpajo cuenta sus memorias.

Publicado en 2007 se vendió como pan caliente. Y como no iba a ser si el texto es una mezcla de sabrosos chismes que involucran a media Colombia y un relato visto desde dentro sobre los motivos de los años más violentos en aquel país.

El libro fue motivo de escándalo y aún hoy se pueden ver las consecuencias de lo contado. Tiempo después se pondría de moda el narco género televisivo.

Han sido estos programas de tanto peso en la industria del entretenimiento latinoamericano, casi salvadores del género telenovelero (Vino el streaming y los alevantó ) que el mismo Mario Vargas Llosa en su columna Piedra de toque dedicó hace algunos años una entrega a Escobar, el patrón del mal (Caracol Televisión, 2009-2013). Santo Grial del género, porque lo que es El señor de los cielos (Telemundo 2013- ) se pierde en la inmensidad de una serie que parece no tener fin y en lo chulo de bonito de su protagonista.

Ahora llega a las pantallas Escobar la traición (Fernando León de Aranoa, 2017). La película llama la atención muy a pesar de sí misma. Lo primero es la ¿tropicalización?, del género narco entretenimiento, tan de moda en Latinoamérica, por el cine de Hollywood.

Un contexto: en plena época de la Gran Depresión Estadounidense (29 de octubre de 1929) y la prohibición de alcohol (1920-1933) el género cinematográfico de los gángsters hacían las veces de antihéroes fílmicos ante el desánimo social. Ahora el resultado de los dos universos ideosincráticos: la mafia y el narco, visto desde el Hollywood más convencional, es el artificio.

Y es artificial porque el relato se siente ascético, limpio, poco comprometido con la complejidad de los personajes a retratar, con un Escobar (Javier Bardem) en traje de carácter y gran vientre (verdadero protagonista del filme) y una Virginia Vallejo (Penélope Cruz), que pierde protagonismo solo para montar casi escena por escena lo una y mil veces contado del mítico criminal.

Relato estéril, por lo menos no es una loa al género policíaco estadounidense, que no aporta el punto de vista prometido (las memorias de Vallejo, en la cual anuncian se basa el guion), que tiene buen elenco, entre quienes destacan Óscar- prófugo de Luisito Rey- Jaenada y Peter Sarsgaard.

A León de Aranoa se le va viva Vallejo y de paso la bella Penélope.

Y ¡Hágale como quiere míjo!

Twitter: @lamoviola


Odiando a Bardem, amando a Penélope.

Gerardo Gil Ballesteros

@lamoviola

Amando a Pablo, odiando a Escobar, es un libro que no tiene desperdicio: revelaciones comprometedoras a políticos, balconeos a todo tipo de personajes de la vida pública. Y por si fuera poco, la historia de amor-horror entre el criminal más buscado y una famosa periodista de televisión: Pablo Escobar Gaviria y Virginia Vallejo, quien con desparpajo cuenta sus memorias.

Publicado en 2007 se vendió como pan caliente. Y como no iba a ser si el texto es una mezcla de sabrosos chismes que involucran a media Colombia y un relato visto desde dentro sobre los motivos de los años más violentos en aquel país.

El libro fue motivo de escándalo y aún hoy se pueden ver las consecuencias de lo contado. Tiempo después se pondría de moda el narco género televisivo.

Han sido estos programas de tanto peso en la industria del entretenimiento latinoamericano, casi salvadores del género telenovelero (Vino el streaming y los alevantó ) que el mismo Mario Vargas Llosa en su columna Piedra de toque dedicó hace algunos años una entrega a Escobar, el patrón del mal (Caracol Televisión, 2009-2013). Santo Grial del género, porque lo que es El señor de los cielos (Telemundo 2013- ) se pierde en la inmensidad de una serie que parece no tener fin y en lo chulo de bonito de su protagonista.

Ahora llega a las pantallas Escobar la traición (Fernando León de Aranoa, 2017). La película llama la atención muy a pesar de sí misma. Lo primero es la ¿tropicalización?, del género narco entretenimiento, tan de moda en Latinoamérica, por el cine de Hollywood.

Un contexto: en plena época de la Gran Depresión Estadounidense (29 de octubre de 1929) y la prohibición de alcohol (1920-1933) el género cinematográfico de los gángsters hacían las veces de antihéroes fílmicos ante el desánimo social. Ahora el resultado de los dos universos ideosincráticos: la mafia y el narco, visto desde el Hollywood más convencional, es el artificio.

Y es artificial porque el relato se siente ascético, limpio, poco comprometido con la complejidad de los personajes a retratar, con un Escobar (Javier Bardem) en traje de carácter y gran vientre (verdadero protagonista del filme) y una Virginia Vallejo (Penélope Cruz), que pierde protagonismo solo para montar casi escena por escena lo una y mil veces contado del mítico criminal.

Relato estéril, por lo menos no es una loa al género policíaco estadounidense, que no aporta el punto de vista prometido (las memorias de Vallejo, en la cual anuncian se basa el guion), que tiene buen elenco, entre quienes destacan Óscar- prófugo de Luisito Rey- Jaenada y Peter Sarsgaard.

A León de Aranoa se le va viva Vallejo y de paso la bella Penélope.

Y ¡Hágale como quiere míjo!

Twitter: @lamoviola


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