/ sábado 17 de noviembre de 2018

La moviola

Los crímenes de la franquicia

Hay que ver con cierta indulgencia a Los crímenes de Grindelwald (David Yates, 2018).

El esforzado director, responsable de buena parte de la serie fílmica sobre Harry Potter, de donde parte el universo del filme, no se mete en mayores problemas y cumple con satisfacer los deseos y pulsiones más elementales del público. La película es de franquicia y hecha para ser adaptada al estilo del más convencional blockbuster. Sí se entiende lo anterior, el espectáculo puede transitar con cierto decoro.

Tiene sus problemas narrativos. Para un espectador no convencido o apasionado, estos incluso resultan evidentes: demasiadas líneas que impiden enfocarse en una trama sólida y actores que hacen lo suyo, sin mayor pasión en la interpretación. Parece que Yates dejó prendido el horno de los bollos y estos se cocinaron sin adorno pero salieron sabrosos.

Lo anterior tiene sus ventajas, una de ellas es que vemos a Johnny Depp algo contenido y eso ya se agradece.

Para ser una franquicia de la industria, no hay pasión, pero tampoco yerro. Fluye así nomás, tal como el fan menos exigente espera.

Y hasta eso, hay momentos en los que la trama y el manejo que el director hace de esta, recuerda a clásicos de la cinematografía como El joven Sherlock Holmes (Barry Levinson,1985), pero lo abigarrado del asunto impide profundizar en este tono. Eso sí, la historia se esmera en tener cierta independencia de la serie original.

En esta entrega, Gridelwald (Depp) desea cobrar venganza de haber sido atrapado por el Congreso de Magia, que se ha empeñado en impedir sus planes de dominación total. Reúne a una horda de seguidores, que le dicen sí a todo, para lograr sus propósitos.

Así las cosas, hasta que Albus Dumbledore (Jude Law), que no es fifí pero se opone al líder, pide a su antiguo alumno Newt Scamander (Eddy Redmayne), que de plano le pare los tacos al ambicioso Mago del Lado Oscuro. Cualquier semejanza con la realidad mejor lea el libro.

En términos de industria, la película está más cerca de la moda narrativa del cine de comics y superhéroes, e incluso, a la nueva saga de Star Wars.Yhasta eso, hay momentos en los que recuerda a Freaks (Tod Browning, 1932), pero son meras referencias.

Hay un clímax, ninguna sorpresa para quien conoce la historia. A estas alturas, fue más sorpresivo y menos obvio descubrir quién era el hijo de La Colorina. Pero los fans fingen emoción, lo cual ya es un espectáculo en sí mismo.

EN CORTO

Dos personajes se fueron esta semana. Uno de la cultura pop y el otro de la alta cultura: Stan Lee y Fernando del Paso: Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio. Recordar esta línea, hace ver a la lectura, como una vocación.

Twitter: @lamoviola

Los crímenes de la franquicia

Hay que ver con cierta indulgencia a Los crímenes de Grindelwald (David Yates, 2018).

El esforzado director, responsable de buena parte de la serie fílmica sobre Harry Potter, de donde parte el universo del filme, no se mete en mayores problemas y cumple con satisfacer los deseos y pulsiones más elementales del público. La película es de franquicia y hecha para ser adaptada al estilo del más convencional blockbuster. Sí se entiende lo anterior, el espectáculo puede transitar con cierto decoro.

Tiene sus problemas narrativos. Para un espectador no convencido o apasionado, estos incluso resultan evidentes: demasiadas líneas que impiden enfocarse en una trama sólida y actores que hacen lo suyo, sin mayor pasión en la interpretación. Parece que Yates dejó prendido el horno de los bollos y estos se cocinaron sin adorno pero salieron sabrosos.

Lo anterior tiene sus ventajas, una de ellas es que vemos a Johnny Depp algo contenido y eso ya se agradece.

Para ser una franquicia de la industria, no hay pasión, pero tampoco yerro. Fluye así nomás, tal como el fan menos exigente espera.

Y hasta eso, hay momentos en los que la trama y el manejo que el director hace de esta, recuerda a clásicos de la cinematografía como El joven Sherlock Holmes (Barry Levinson,1985), pero lo abigarrado del asunto impide profundizar en este tono. Eso sí, la historia se esmera en tener cierta independencia de la serie original.

En esta entrega, Gridelwald (Depp) desea cobrar venganza de haber sido atrapado por el Congreso de Magia, que se ha empeñado en impedir sus planes de dominación total. Reúne a una horda de seguidores, que le dicen sí a todo, para lograr sus propósitos.

Así las cosas, hasta que Albus Dumbledore (Jude Law), que no es fifí pero se opone al líder, pide a su antiguo alumno Newt Scamander (Eddy Redmayne), que de plano le pare los tacos al ambicioso Mago del Lado Oscuro. Cualquier semejanza con la realidad mejor lea el libro.

En términos de industria, la película está más cerca de la moda narrativa del cine de comics y superhéroes, e incluso, a la nueva saga de Star Wars.Yhasta eso, hay momentos en los que recuerda a Freaks (Tod Browning, 1932), pero son meras referencias.

Hay un clímax, ninguna sorpresa para quien conoce la historia. A estas alturas, fue más sorpresivo y menos obvio descubrir quién era el hijo de La Colorina. Pero los fans fingen emoción, lo cual ya es un espectáculo en sí mismo.

EN CORTO

Dos personajes se fueron esta semana. Uno de la cultura pop y el otro de la alta cultura: Stan Lee y Fernando del Paso: Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio. Recordar esta línea, hace ver a la lectura, como una vocación.

Twitter: @lamoviola

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