American horror pie
Para conocer al vecino, busca en sus desperdicios. Lo anterior parece una consigna desaforada pero tiene nombre y se llama basurología. La acuñó el catedrático William Rahtjeen 1973. Es de hecho uno de los pilares de Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo (Joe Berlinger, 2019), thriller con elementos de western lúdico de kilométrico título.
En realidad la película, protagonizada por el casi siempre edulcorado Zach Efron y quien de hecho es relato en sí mismo vía el arquetipo cinematográfico del enfant terrible, pero también inofensivo incluso en su pulsión sexual, funciona como un relato pop y lúdico de la sociedad del espectáculo que tiene su prueba de fuego al exponer con decoro lo execrable de la sociedad estadounidense. Un poco de encanto, algo de morbo y lo sazonamos con violencia y tenemos una historia americana X.
Con Efron lo que vemos es una suerte de meta ficción o correlato que se sirve y sostiene de su imagen pública para dar personalidad al protagonista de la historia: el célebre asesino en serie Ted Bundy. El personaje de hecho sale del universo del western como un proscrito de evidente seducción cinematográfica para invadir un cuento de horror sensual y sexual.
Porque en Ted Bundy… no hay la vocación sangrienta ni el cargado suspenso de El estrangulador de Boston (Richard Fleischer, 1969) sobre otro asesino en serie que en la década de los sesenta mató una docena de chicas. Pero lo interesante del asunto y punto en común entre los dos filmes es que el principal sospecho de los asesinatos en la película de hace cuatro décadas fue interpretado por otro galán cinematográfico que no es muy diferente a lo que proyecta Efron: el goodboy Tony Curtis.
En todo caso en Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo, hay una vocación de relato cínico y crítico hacia los medios de comunicación –el personaje de hecho es un ícono de la cultura pop- y recuerda por momentos a Asesinos por naturaleza (Quentin Tarantino, 1994) pero sin la cargada estética sanguinolenta y la soterrada moraleja del famoso filme noventero.
Incluso la película de Bundy resulta sobria y discreta en cuanto a la sangre que el tema promete. Es en todo caso una fábula cínica sobre la banalidad y los personajes que la representan y se dejan seducir.
El relato se centra en su mayoría en la espera de Ted Bundy de su juicio, mientras se convierte en una celebridad. Lo acompaña su insegura esposa Liz (Lily Collins) quien poco a poco se entera que terreno pisa.
En el filme olemos la basura del vecino y de hecho pasamos un buen rato.
En corto
Alejandro Cárdenas fue un impulsor del cine y la cultura desde diversas trincheras. Además de cosechar de amigos. Su sorpresiva muerte duele. Mi gratitud, respeto y admiración siempre.
@lamoviola