/ sábado 3 de agosto de 2019

La moviola

La conciencia crítica y la esperanza.


Un microcosmos de melancolía, pero también de superación y esperanza son los pilares que sostienen a La camarista (Lila Avilés, 2018). Ganadora del Ojo por Mejor película mexicana, presea que entrega el Festival Internacional de Cine de Morelia y reconocida como Ópera prima con el Ariel, en sus más recientes ediciones, el filme será una buena prueba para el público mexicano: se estrena en medio de una cartelera llena de blockbusters.

La camarista, sobre la jornada laboral de una joven Eve (Gabriela Cartol) en un lujoso hotel utiliza a la cámara como un ojo intruso para ver sus decepciones, tristezas, pequeñas alegrías y esperanzas, todo en un aura de contención porque el relato nunca se sirve del chantaje.

Eve –Gabriela Cartol logra transmitir la dureza en el rostro combinado con la dulzura en la mirada-, es una joven que con indiferencia limpia habitaciones y cumple caprichos de los huéspedes. Recibe una invitación para ir al extranjero como nana que por supuesto no le cumplen, compite con una compañera en el trabajo, se ilusiona por un vestido que olvidó un cliente, estudia y termina su rutina laboral para el día siguiente volver a lo mismo. Pero es también un personaje que con mutismo y misterio funciona como conciencia crítica del espectador.

La película sigue la trayectoria que apuntaba hace algunos años el académico y crítico de cine Gustavo García en el ensayo ¿Cómo se llama la que salía de sirvienta? (Nexos, abril 2012) ver entre personajes proscritos para hacer un análisis social. No se sirve de la grandilocuencia melodramática de Roma (Cuarón, 2018), pero la reflexión en el espectador puede ser de mayor calado.

Un filme que brilla por ser un relato sobrio además de honesto con habilidad para el uso del lenguaje visual y una mirada emocional y crítica de la sociedad.

El tipo de película que hay que ver rápidos y furiosos, aunque exija un compromiso mayor del espectador y no esté precedido de una fuerte campaña publicitaria.

En corto.

La Escuela Superior de Cine (Escine) presentó la revista electrónica semestral Pulsar, un espacio para la crítica del cine Iberoamericano. La convocatoria para enviar ensayos en diferentes niveles académicos está abierta y habrá premios económicos. Las bases se encuentran en http://pulsar.escine.mx/convocatoria.

Debo una fe de erratas al amable lector:

En la entrega de la semana pasada la ficha correcta de uno de los filmes citados es: Natural born killers (Stone, 1994) y no (Tarantino, 1994). Cosas que pasan y por supuesto le pido me disculpe. ¿Creerá si le sigo que el resbalón me causó más de un insomnio?



La conciencia crítica y la esperanza.


Un microcosmos de melancolía, pero también de superación y esperanza son los pilares que sostienen a La camarista (Lila Avilés, 2018). Ganadora del Ojo por Mejor película mexicana, presea que entrega el Festival Internacional de Cine de Morelia y reconocida como Ópera prima con el Ariel, en sus más recientes ediciones, el filme será una buena prueba para el público mexicano: se estrena en medio de una cartelera llena de blockbusters.

La camarista, sobre la jornada laboral de una joven Eve (Gabriela Cartol) en un lujoso hotel utiliza a la cámara como un ojo intruso para ver sus decepciones, tristezas, pequeñas alegrías y esperanzas, todo en un aura de contención porque el relato nunca se sirve del chantaje.

Eve –Gabriela Cartol logra transmitir la dureza en el rostro combinado con la dulzura en la mirada-, es una joven que con indiferencia limpia habitaciones y cumple caprichos de los huéspedes. Recibe una invitación para ir al extranjero como nana que por supuesto no le cumplen, compite con una compañera en el trabajo, se ilusiona por un vestido que olvidó un cliente, estudia y termina su rutina laboral para el día siguiente volver a lo mismo. Pero es también un personaje que con mutismo y misterio funciona como conciencia crítica del espectador.

La película sigue la trayectoria que apuntaba hace algunos años el académico y crítico de cine Gustavo García en el ensayo ¿Cómo se llama la que salía de sirvienta? (Nexos, abril 2012) ver entre personajes proscritos para hacer un análisis social. No se sirve de la grandilocuencia melodramática de Roma (Cuarón, 2018), pero la reflexión en el espectador puede ser de mayor calado.

Un filme que brilla por ser un relato sobrio además de honesto con habilidad para el uso del lenguaje visual y una mirada emocional y crítica de la sociedad.

El tipo de película que hay que ver rápidos y furiosos, aunque exija un compromiso mayor del espectador y no esté precedido de una fuerte campaña publicitaria.

En corto.

La Escuela Superior de Cine (Escine) presentó la revista electrónica semestral Pulsar, un espacio para la crítica del cine Iberoamericano. La convocatoria para enviar ensayos en diferentes niveles académicos está abierta y habrá premios económicos. Las bases se encuentran en http://pulsar.escine.mx/convocatoria.

Debo una fe de erratas al amable lector:

En la entrega de la semana pasada la ficha correcta de uno de los filmes citados es: Natural born killers (Stone, 1994) y no (Tarantino, 1994). Cosas que pasan y por supuesto le pido me disculpe. ¿Creerá si le sigo que el resbalón me causó más de un insomnio?