/ sábado 10 de agosto de 2019

La moviola

Llegó el caimán.

@lamoviola

Larga vida a Crawl (Infierno en la tormenta, Alexander Aja, 2018). Producida por Sam Raimi el referente se convierte en discurso al grado de llegar a un soterrado humor detrás de algunas filosas dentelladas. Cada que llega el caimán a la cartelera las lágrimas brotan para los puristas del género de horror fóbico en las que se entremezclan toda clase de bichos oligofrénicos que persiguen con saña a sus atarantadas y apetitosas víctimas. El filme si uno le sigue la corriente es disfrutable.

Y brotan lágrimas de los puristas ya que tan solo la premisa de un lagarto enojado que persigue con furor y hambre a los protagonistas de algún filme mezcla el cinismo humorístico –la exacerbación del género- con el terror. La serie B tiene sus méritos y la llegada del entrenamiento casero vía el BETA y después VHS, le dio segunda y larga vida a muchos de estos títulos. El DVD, Blu-ray y el streaming ya son otra historia porque se puso de moda la sub cultura de la reivindicación de lo antes defenestrado.

En los setenta y ochenta títulos como Eaten alive (Tobe Hooper, 1976), Allligator (Lewis Teague, 1980) o la italiana Caimán (Sergio Martino, 1979) resultaban curiosos. Una suerte de gusto mórbido que se normalizaban al llegar al formato casero y la generación del referente pop (la de los chavorrucos pues) las colocó en el lugar de citas cinematográficas pop. Los filmes son un sub género en sí mismo y tienen su encanto.

Aja, no es nuevo en el asunto de alimañas bulleadoras (Pirañas 3D, 2010) y le entiende el modo a Raimi , sobre todo en su exacerbado y sanguinolento humor. Crawl parte de un acuerdo con el espectador: no seamos serios ni intensos. A disfrutar con morbo pues las dentelladas que promete el filme.

Haley (Kaya Scodelario) una nadadora universitaria de Florida, en medio de una tormenta acude a rescatar a su simplón padre Dave (barry Pepper), ya que no aparece. Lo busca en la antigua casa familiar, hasta que lo encuentra en el sótano herido y presa claro de un grupo de cocodrilos con más ganas de molestar que de hambre.

Cual caperuza empoderada perseguida por el lobo ve morir a dos policías estatales que acuden en su rescate y para colmo uno fue novio de su díscola hermana Beth (Morfydd Clark), quien nada más da instrucciones por teléfono.

Se une a la batalla la perrita de Dave que para colmo se llama Sugar. Con lo que no contaban los cocodrilos, es que este es tiempo de corrección política y lo más seguro es que a pesar de algunas dentelladas, Haley salve la tarde.

El filme se decanta por una suerte de Parque cocodrilásico y serie B intencional en la que a lo largo de 87 minutos hay gritos y dentelladas.

Disfrute la película, ría, corra, No se la tome en serio.


Llegó el caimán.

@lamoviola

Larga vida a Crawl (Infierno en la tormenta, Alexander Aja, 2018). Producida por Sam Raimi el referente se convierte en discurso al grado de llegar a un soterrado humor detrás de algunas filosas dentelladas. Cada que llega el caimán a la cartelera las lágrimas brotan para los puristas del género de horror fóbico en las que se entremezclan toda clase de bichos oligofrénicos que persiguen con saña a sus atarantadas y apetitosas víctimas. El filme si uno le sigue la corriente es disfrutable.

Y brotan lágrimas de los puristas ya que tan solo la premisa de un lagarto enojado que persigue con furor y hambre a los protagonistas de algún filme mezcla el cinismo humorístico –la exacerbación del género- con el terror. La serie B tiene sus méritos y la llegada del entrenamiento casero vía el BETA y después VHS, le dio segunda y larga vida a muchos de estos títulos. El DVD, Blu-ray y el streaming ya son otra historia porque se puso de moda la sub cultura de la reivindicación de lo antes defenestrado.

En los setenta y ochenta títulos como Eaten alive (Tobe Hooper, 1976), Allligator (Lewis Teague, 1980) o la italiana Caimán (Sergio Martino, 1979) resultaban curiosos. Una suerte de gusto mórbido que se normalizaban al llegar al formato casero y la generación del referente pop (la de los chavorrucos pues) las colocó en el lugar de citas cinematográficas pop. Los filmes son un sub género en sí mismo y tienen su encanto.

Aja, no es nuevo en el asunto de alimañas bulleadoras (Pirañas 3D, 2010) y le entiende el modo a Raimi , sobre todo en su exacerbado y sanguinolento humor. Crawl parte de un acuerdo con el espectador: no seamos serios ni intensos. A disfrutar con morbo pues las dentelladas que promete el filme.

Haley (Kaya Scodelario) una nadadora universitaria de Florida, en medio de una tormenta acude a rescatar a su simplón padre Dave (barry Pepper), ya que no aparece. Lo busca en la antigua casa familiar, hasta que lo encuentra en el sótano herido y presa claro de un grupo de cocodrilos con más ganas de molestar que de hambre.

Cual caperuza empoderada perseguida por el lobo ve morir a dos policías estatales que acuden en su rescate y para colmo uno fue novio de su díscola hermana Beth (Morfydd Clark), quien nada más da instrucciones por teléfono.

Se une a la batalla la perrita de Dave que para colmo se llama Sugar. Con lo que no contaban los cocodrilos, es que este es tiempo de corrección política y lo más seguro es que a pesar de algunas dentelladas, Haley salve la tarde.

El filme se decanta por una suerte de Parque cocodrilásico y serie B intencional en la que a lo largo de 87 minutos hay gritos y dentelladas.

Disfrute la película, ría, corra, No se la tome en serio.