/ sábado 21 de septiembre de 2019

La moviola

El otoño del héroe de acción.


@lamoviola

-Eso que usted llama infierno, el lo llama hogar.

Coronel Samuel Trautman (Richard Crenna)
Rambo; First Blood II

Silvester Stallone , cada día parece más Sly. Aún no es el patriarca sereno que a sus medio disimulados 73 años podría proyectar - si hay foto con flash se suspende el evento, advierten-, pero se le ve una aura de autoridad casi moral en medio del barullo que ocasiona su llegada a la conferencia de prensa en México con motivo de Rambo: Last Blood (Adrain Grünberg, 2019). No se inmuta, ni siquiera con el medio inglés que algunos reporteros usan para preguntar.

Con paciencia de veterano de muchas guerras como esta – las coloridas conferencias - escucha con atención y hace señas a la traductora para salir de la duda ante una fallida pregunta. Adriana Barraza, quien acompaña a Stallone en el filme, actúa por momentos con una especia de autoridad casi maternal y entra al quite.

En este otoño del patriarca hiperviolento hijo directo de la era Reagan , Rambo: Last Blood, vemos la serena crónica del en el fondo cowboy ya en tono crepuscular , pero que no ha dejado su oligofrenia armamentista que es un discurso político y estético.

Porque en este entrega – la quinta- John Rambo, tiene como compañero un discurso interno que lo confirma una vez más como personaje de tono psicológico. Todavía no son los remordimientos de viejo que presume Eastwood, pero hay una madurez que se percibe en su universo mental , de hecho , leitmotiv de la historia.

Rambo , medio aburrido con las delicias del hogar, vive en Arizona, cuidado por la matrona guardiana de sus secretos María –la siempre sólida Adriana Barraza- y de paso es preso de su memoria que lo asalta en todo momento.

Lo único que lo consuela es la relación con Gabrielle (Ivette Monreal), una adolescente nieta de María, ya que Rambo la siente como una hija. La chica un día decide conocer a su verdadero padre, quien abandonó a su madre cuando la joven era muy pequeña.

Gabrielle, en contra de las órdenes de María y Rambo –casi en plan de Papacito piernas largas-, decide ir a la frontera con México en donde – of curse- es secuestrada por un grupo de malandros que se dedican al tráfico de personas.

Y es ahí donde entra Joaquín Cossío, el siempre cantinflesco Óscar Jaenada y Paz Vega, entre otros.

Rambo irá- y más faltaba- a rescatar a la chica. El esperado acto final se construye poco a poco y circula un relato en apariencia ajeno al universo del personaje. Y ahí es donde entra la rítmica, prometida y bella orgia sanguinolenta tan esperada por el respetable.

RamboSly, ha pasado por mil batallas. Tan es así, que no se inmuta cuando un camarógrafo al final de la conferencia le grita:

¡Hasta la vista baby!



El otoño del héroe de acción.


@lamoviola

-Eso que usted llama infierno, el lo llama hogar.

Coronel Samuel Trautman (Richard Crenna)
Rambo; First Blood II

Silvester Stallone , cada día parece más Sly. Aún no es el patriarca sereno que a sus medio disimulados 73 años podría proyectar - si hay foto con flash se suspende el evento, advierten-, pero se le ve una aura de autoridad casi moral en medio del barullo que ocasiona su llegada a la conferencia de prensa en México con motivo de Rambo: Last Blood (Adrain Grünberg, 2019). No se inmuta, ni siquiera con el medio inglés que algunos reporteros usan para preguntar.

Con paciencia de veterano de muchas guerras como esta – las coloridas conferencias - escucha con atención y hace señas a la traductora para salir de la duda ante una fallida pregunta. Adriana Barraza, quien acompaña a Stallone en el filme, actúa por momentos con una especia de autoridad casi maternal y entra al quite.

En este otoño del patriarca hiperviolento hijo directo de la era Reagan , Rambo: Last Blood, vemos la serena crónica del en el fondo cowboy ya en tono crepuscular , pero que no ha dejado su oligofrenia armamentista que es un discurso político y estético.

Porque en este entrega – la quinta- John Rambo, tiene como compañero un discurso interno que lo confirma una vez más como personaje de tono psicológico. Todavía no son los remordimientos de viejo que presume Eastwood, pero hay una madurez que se percibe en su universo mental , de hecho , leitmotiv de la historia.

Rambo , medio aburrido con las delicias del hogar, vive en Arizona, cuidado por la matrona guardiana de sus secretos María –la siempre sólida Adriana Barraza- y de paso es preso de su memoria que lo asalta en todo momento.

Lo único que lo consuela es la relación con Gabrielle (Ivette Monreal), una adolescente nieta de María, ya que Rambo la siente como una hija. La chica un día decide conocer a su verdadero padre, quien abandonó a su madre cuando la joven era muy pequeña.

Gabrielle, en contra de las órdenes de María y Rambo –casi en plan de Papacito piernas largas-, decide ir a la frontera con México en donde – of curse- es secuestrada por un grupo de malandros que se dedican al tráfico de personas.

Y es ahí donde entra Joaquín Cossío, el siempre cantinflesco Óscar Jaenada y Paz Vega, entre otros.

Rambo irá- y más faltaba- a rescatar a la chica. El esperado acto final se construye poco a poco y circula un relato en apariencia ajeno al universo del personaje. Y ahí es donde entra la rítmica, prometida y bella orgia sanguinolenta tan esperada por el respetable.

RamboSly, ha pasado por mil batallas. Tan es así, que no se inmuta cuando un camarógrafo al final de la conferencia le grita:

¡Hasta la vista baby!