/ sábado 5 de octubre de 2019

La moviola

…Y es verdad soy un payaso


@lamoviola

¡Rìe , Payaso, sobre tu amor despedazado! ¡Rìe del dolor que te envenena el corazón!

Extracto de Pagliacci de Ruggiero Leoncavallo

En el ensayo Confesiones de un joven novelista, de Umberto Eco, el escritor italiano dedica un capítulo a los personajes de la ficción que adquieren un mundo propio más allá del universo que habitan. Esto lo logran por la fortaleza que tienen en la cultura pop.

Sabemos quién es Superman por ejemplo e identificamos sus líneas argumentales principales sin necesidad de conocer sus comics, filmes y series. Tiempos del postmodernismo, fenómeno de la sociedad líquida, ahora toca el turno a los otrora villanos del amplio universo de la ficción ocupar un lugar estelar.

Guasón (Joker, Todd Phillips, 2019) es un claro ejemplo de los virajes de la industria cinematográfica para sobrevivir y entender el momento generacional de su público. El héroe ascético va en picada. Lo de hoy es la rugosidad como eje de identificación cual personaje del film noir.

Y la permanencia del referente cinematográfico hace guiños a la cultura y exquisitez. Lo anterior nunca se vuelve excluyente. De hecho mantiene su aire de producto comercial. Obtuvo el León de Oro a la Mejor Película en la más reciente edición del Festival de Cine de Venecia y es un seguro blockbuster.

Agoreros de lo snob, han dicho que la película está adelantada a su tiempo por el manejo del antihéroe –porque eso es lo que es nuestro Guasón de marras - por la estética cetrina y trágica. Todo lo contrario, el filme sostiene un discurso generacional de oscuridad y pragmatismo deprimente con bellos momentos dedicados a la violencia y una amplia cultura audiovisual.

Se nutre del universo de la monstruosidad y encuentra sus orígenes desde un marcado expresionismo, con su coqueteo a El Hombre que ríe (Paul Leni, 1928) filme estadounidense que inspiró a Bob Kane y Bill Finger para crear al mentado Guasón, hasta El rey de la comedia (Scorsese, 1983).

Arthur Flick (Joaquin Phoenix), es un fracasado payaso que le pega a los cuarenta y cuida a su madre enferma Penny (Frances Conroy) –Psicosis claro, mientras recibe burlas por todos lados. Desde sus compañeros de trabajo, hasta un bully conductor de televisión Murray (Robert De Niro), quien a la Paquito Stanley lo humilla.

Flaco, cansado, ojeroso y sin ilusiones, Arthur, descubrirá a su verdadero ser en la venganza y la anarquía. Pero en esta ocasión, no lo acusarán con su mamacita, ya que su respuesta llega en el momento justo y en una ciudad distópica.

Menuda sorpresa nos da Todd Phillips, realizador de asuntos como ¿Qué pasó ayer?, al otorgarle madurez al género.

Signo de los tiempos, hace años había una canción infantil que se llamaba Mis héroes pillos son.


…Y es verdad soy un payaso


@lamoviola

¡Rìe , Payaso, sobre tu amor despedazado! ¡Rìe del dolor que te envenena el corazón!

Extracto de Pagliacci de Ruggiero Leoncavallo

En el ensayo Confesiones de un joven novelista, de Umberto Eco, el escritor italiano dedica un capítulo a los personajes de la ficción que adquieren un mundo propio más allá del universo que habitan. Esto lo logran por la fortaleza que tienen en la cultura pop.

Sabemos quién es Superman por ejemplo e identificamos sus líneas argumentales principales sin necesidad de conocer sus comics, filmes y series. Tiempos del postmodernismo, fenómeno de la sociedad líquida, ahora toca el turno a los otrora villanos del amplio universo de la ficción ocupar un lugar estelar.

Guasón (Joker, Todd Phillips, 2019) es un claro ejemplo de los virajes de la industria cinematográfica para sobrevivir y entender el momento generacional de su público. El héroe ascético va en picada. Lo de hoy es la rugosidad como eje de identificación cual personaje del film noir.

Y la permanencia del referente cinematográfico hace guiños a la cultura y exquisitez. Lo anterior nunca se vuelve excluyente. De hecho mantiene su aire de producto comercial. Obtuvo el León de Oro a la Mejor Película en la más reciente edición del Festival de Cine de Venecia y es un seguro blockbuster.

Agoreros de lo snob, han dicho que la película está adelantada a su tiempo por el manejo del antihéroe –porque eso es lo que es nuestro Guasón de marras - por la estética cetrina y trágica. Todo lo contrario, el filme sostiene un discurso generacional de oscuridad y pragmatismo deprimente con bellos momentos dedicados a la violencia y una amplia cultura audiovisual.

Se nutre del universo de la monstruosidad y encuentra sus orígenes desde un marcado expresionismo, con su coqueteo a El Hombre que ríe (Paul Leni, 1928) filme estadounidense que inspiró a Bob Kane y Bill Finger para crear al mentado Guasón, hasta El rey de la comedia (Scorsese, 1983).

Arthur Flick (Joaquin Phoenix), es un fracasado payaso que le pega a los cuarenta y cuida a su madre enferma Penny (Frances Conroy) –Psicosis claro, mientras recibe burlas por todos lados. Desde sus compañeros de trabajo, hasta un bully conductor de televisión Murray (Robert De Niro), quien a la Paquito Stanley lo humilla.

Flaco, cansado, ojeroso y sin ilusiones, Arthur, descubrirá a su verdadero ser en la venganza y la anarquía. Pero en esta ocasión, no lo acusarán con su mamacita, ya que su respuesta llega en el momento justo y en una ciudad distópica.

Menuda sorpresa nos da Todd Phillips, realizador de asuntos como ¿Qué pasó ayer?, al otorgarle madurez al género.

Signo de los tiempos, hace años había una canción infantil que se llamaba Mis héroes pillos son.