/ sábado 14 de diciembre de 2019

La moviola

@lamoviola

Esto no es solo una radiografía.

Se necesita coraje para crecer y convertirte en quien realmente eres.

E.E. Cummings

Esto no es Berlín (Hari Sama, 2019) comprueba varias cosas: en primer lugar que la única manera legítima de retratar a la adolescencia desde el punto de vista de la ficción cinematográfica es la profunda crisis moral, existencial, social. Lo anterior enriquece la trayectoria de crecimiento y maduración de los personajes.

El filme, no es solo la odisea del adolescente urbano con universo social y microcosmos claro –Ciudad Satélite en la segunda mitad de los ochenta- el cual forma parte de la psicología de los personajes, hay algo idílico e incluso poético en la trayectoria accidentadísima de los jóvenes protagonistas y por esto va más lejos que un retrato generacional.

Es la trayectoria de maduración siempre dura, sorpresiva y accidentada en el ahogo de la clase media y el contexto social de la contracultura ochentera, y en este sentido puede ser un filme social que analiza a una generación desde la distancia del tiempo, pero con la cercanía de la idiosincrasia.

Es también un retrato de la escena musical contracultural ochentera y como sorprende a una generación de la clase media ahogada en lo banal. Los jóvenes post temblor, que son sorprendidos por el SIDA y el aburrimiento de sus padres el cual no quieren repetir.

Los personajes, heredan la larga tradición de adolescentes inconformes – no rebeldes- y que encuentran su máximo ejemplo en Antoine Doinel (Jean Pierre Léaud) de Los 400 golpes (Truffaut, 1959). En el filme, todos los protagonistas están llenos de dudas y su trayectoria será asumirlas.

Carlos (Xabiani Ponce de León) tiene diecisiete años y en 1986 poco le importa la Copa del Mundo a celebrarse en México. Le gusta perder el tiempo con su mejor amigo Gera (José Antonio Toledano), quien tiene una hermana algo mayor Rita (Ximena Romo), de la cual Carlos se siente más que atraído.

Rita, a regañadientes, los lleva a conocer El Azteca , un club nocturno en el cual ella a escondidas de sus padres canta con una banda de rock - los referentes biográficos y de la vida pública, son claros-.

Este hecho, cambiará la vida de los jóvenes . Un universo desconocido –del cual Carlos sabe solo por el relato de su tío chavoruco Esteban (Hari Sama)- los hará cuestionar la complacencia que los ahoga.

Un referente del tono en el que se desarrolla Esto no es Berlín puede ser De veras me atrapaste (Gerardo Pardo, 1983), la escena musical, casi marginal, de una época, como catalizador de la madurez y las nuevas experiencias.

Filme personalísimo de Sama, que resulta testimonio social de una época, pero en el fondo un retrato poético en lo individual pero no complaciente.

@lamoviola

Esto no es solo una radiografía.

Se necesita coraje para crecer y convertirte en quien realmente eres.

E.E. Cummings

Esto no es Berlín (Hari Sama, 2019) comprueba varias cosas: en primer lugar que la única manera legítima de retratar a la adolescencia desde el punto de vista de la ficción cinematográfica es la profunda crisis moral, existencial, social. Lo anterior enriquece la trayectoria de crecimiento y maduración de los personajes.

El filme, no es solo la odisea del adolescente urbano con universo social y microcosmos claro –Ciudad Satélite en la segunda mitad de los ochenta- el cual forma parte de la psicología de los personajes, hay algo idílico e incluso poético en la trayectoria accidentadísima de los jóvenes protagonistas y por esto va más lejos que un retrato generacional.

Es la trayectoria de maduración siempre dura, sorpresiva y accidentada en el ahogo de la clase media y el contexto social de la contracultura ochentera, y en este sentido puede ser un filme social que analiza a una generación desde la distancia del tiempo, pero con la cercanía de la idiosincrasia.

Es también un retrato de la escena musical contracultural ochentera y como sorprende a una generación de la clase media ahogada en lo banal. Los jóvenes post temblor, que son sorprendidos por el SIDA y el aburrimiento de sus padres el cual no quieren repetir.

Los personajes, heredan la larga tradición de adolescentes inconformes – no rebeldes- y que encuentran su máximo ejemplo en Antoine Doinel (Jean Pierre Léaud) de Los 400 golpes (Truffaut, 1959). En el filme, todos los protagonistas están llenos de dudas y su trayectoria será asumirlas.

Carlos (Xabiani Ponce de León) tiene diecisiete años y en 1986 poco le importa la Copa del Mundo a celebrarse en México. Le gusta perder el tiempo con su mejor amigo Gera (José Antonio Toledano), quien tiene una hermana algo mayor Rita (Ximena Romo), de la cual Carlos se siente más que atraído.

Rita, a regañadientes, los lleva a conocer El Azteca , un club nocturno en el cual ella a escondidas de sus padres canta con una banda de rock - los referentes biográficos y de la vida pública, son claros-.

Este hecho, cambiará la vida de los jóvenes . Un universo desconocido –del cual Carlos sabe solo por el relato de su tío chavoruco Esteban (Hari Sama)- los hará cuestionar la complacencia que los ahoga.

Un referente del tono en el que se desarrolla Esto no es Berlín puede ser De veras me atrapaste (Gerardo Pardo, 1983), la escena musical, casi marginal, de una época, como catalizador de la madurez y las nuevas experiencias.

Filme personalísimo de Sama, que resulta testimonio social de una época, pero en el fondo un retrato poético en lo individual pero no complaciente.