/ sábado 29 de febrero de 2020

La moviola

Repito con la más vehemente convicción : la verdad está en camino, y nada la detendrá. Émile Zola

Yo Acuso. Es difícil que no venga a la

memoria la historia personal, de Roman Polanski (Francia, 18 de agosto de 1933), sobre todo en sus detalles sórdidos, al ver J’acussè, (Yo Acuso, Francia, 2019). Las cuentas con la justicia estadounidense que tiene por un delito sexual cometido hace más de cuatro décadas lo han perseguido y el mismo director ha tenido que salir al paso para decir que una cosa no tiene que ver con la otra.

El polémico, profundo tema del artista y su obra. En todo caso, la más reciente película de Polanski habla por sí misma.

Porque El acusado y el espía ,- título con el que se maneja en español y que es desafortunado en sí mismo, ya que deja de lado el Yo acuso de Èmile Zola- , y que es uno de los fundamentos del largometraje, parece por momentos un tenso y firme testamento despojado de complacencias.

El cineasta de 86 años, utiliza el caso Dreyfus para construir un thriller político. En plenitud de sus capacidades, Polanski toma el papel de un maestro de orquesta el cual dirige una sinfonía que en su primera mitad maneja un tiempo pausado, que no se siente lento y de pocas variaciones para ir in crescendo.

La película decanta por una intriga judicial, militar y política que tiene personajes cargados de infortunio, como buena parte de la obra del cineasta .

Al filme, lo define tiempo y ritmo, con un clímax que se toma su tiempo, pero llega en su momento justo.

El Coronel Picard (Jean Dujardin) recién ascendido en su rango y que se entretiene manteniendo relaciones con la casada Pauline (Emanuelle Seigner), ha tomado como causa de orgullo profesional la defensa del caído en desgracia Capitán Alfred Dreyfus ( Louis Garrel) acusado de entregar al ejército alemán en 1894 información del gobierno francés.

Todo, unos meses antes de la llegada del cinematógrafo, por cierto.

Una serie de irregularidades en el proceso legal, siembran la duda en Picard sobre la verdadera culpabilidad de Dreyfus, hacia quien tiene sentimientos ambiguos: lo sabe inocente pero no simpatiza con los judíos.

En medio de un accidentado juicio mediático, el escritor Èmile Zola, lanzá su famoso texto Yo Acuso para defender a Dreyfus y acusar al ejército francés de criminal. La muchedumbre, incapaz de escuchar la verdad, que los despierte del fanatismo, quiere linchar al autor.

Relato de encubrimientos y arbitrariedades, la película es intensa, polémica y también honesta. Comprueba que el séptimo arte, siempre es una metáfora moderna.

Por cierto ganó el Premio del Jurado en la más reciente edición del Festival de Venecia, donde la Presidenta Lucía Martell, se negó a asistir a la gala del filme por la historia personal de Polanski.

Repito con la más vehemente convicción : la verdad está en camino, y nada la detendrá. Émile Zola

Yo Acuso. Es difícil que no venga a la

memoria la historia personal, de Roman Polanski (Francia, 18 de agosto de 1933), sobre todo en sus detalles sórdidos, al ver J’acussè, (Yo Acuso, Francia, 2019). Las cuentas con la justicia estadounidense que tiene por un delito sexual cometido hace más de cuatro décadas lo han perseguido y el mismo director ha tenido que salir al paso para decir que una cosa no tiene que ver con la otra.

El polémico, profundo tema del artista y su obra. En todo caso, la más reciente película de Polanski habla por sí misma.

Porque El acusado y el espía ,- título con el que se maneja en español y que es desafortunado en sí mismo, ya que deja de lado el Yo acuso de Èmile Zola- , y que es uno de los fundamentos del largometraje, parece por momentos un tenso y firme testamento despojado de complacencias.

El cineasta de 86 años, utiliza el caso Dreyfus para construir un thriller político. En plenitud de sus capacidades, Polanski toma el papel de un maestro de orquesta el cual dirige una sinfonía que en su primera mitad maneja un tiempo pausado, que no se siente lento y de pocas variaciones para ir in crescendo.

La película decanta por una intriga judicial, militar y política que tiene personajes cargados de infortunio, como buena parte de la obra del cineasta .

Al filme, lo define tiempo y ritmo, con un clímax que se toma su tiempo, pero llega en su momento justo.

El Coronel Picard (Jean Dujardin) recién ascendido en su rango y que se entretiene manteniendo relaciones con la casada Pauline (Emanuelle Seigner), ha tomado como causa de orgullo profesional la defensa del caído en desgracia Capitán Alfred Dreyfus ( Louis Garrel) acusado de entregar al ejército alemán en 1894 información del gobierno francés.

Todo, unos meses antes de la llegada del cinematógrafo, por cierto.

Una serie de irregularidades en el proceso legal, siembran la duda en Picard sobre la verdadera culpabilidad de Dreyfus, hacia quien tiene sentimientos ambiguos: lo sabe inocente pero no simpatiza con los judíos.

En medio de un accidentado juicio mediático, el escritor Èmile Zola, lanzá su famoso texto Yo Acuso para defender a Dreyfus y acusar al ejército francés de criminal. La muchedumbre, incapaz de escuchar la verdad, que los despierte del fanatismo, quiere linchar al autor.

Relato de encubrimientos y arbitrariedades, la película es intensa, polémica y también honesta. Comprueba que el séptimo arte, siempre es una metáfora moderna.

Por cierto ganó el Premio del Jurado en la más reciente edición del Festival de Venecia, donde la Presidenta Lucía Martell, se negó a asistir a la gala del filme por la historia personal de Polanski.