/ sábado 13 de febrero de 2021

La moviola | Aquí no hay cuchara 

Lo central de Bliss (Mike Cahill, 2021) es que no se toma en serio. Se diría que hay algo informal que le da dignidad y cohesión en la narrativa. Su meta no es llegar a la Matrix, mediante un planteamiento de filosofía con olor a palomita de maíz, sino contar una historia entretenida en general y que se sostiene en mucho gracias a sus protagonistas.

La película protagonizada por la jarocha Salma Hayek (inevitable el lugar común, sorry) y Owen Wilson es una épica melancólica y laica sin eludir el tono edificante e incluso moralizante (lo cual no la disminuye) de espíritu capriano (en referencia al director italoamericano Frank Capra), más que una Matrix urbana; lo cual sería la comparación básica.

Signo de los tiempos que vivimos, en donde hacen falta historias de cierto tono edificante y un tanto aleccionadoras, la película disfrazada de confusa sobre todo si uno va dispuesto a verla con aires metafísicos-pop, pone énfasis en lo anecdótico y las comparaciones con Matrix (Lana, Lily Wachowski, 1999) son buenas pero sólo como publicidad.

Su macguffin (recurso narrativo para desviar la atención de lo central) es toda la parafernalia que envuelve a un universo virtual. Hace unas semanas el tema era Soul (Docter, 2020) y hoy toca Bliss. Parece ser que son tiempos de la metáfora edificante. ¡Qué bello es vivir!, nos grita el largometraje por los cuatro costados y no tanto: "aquí no hay cuchara", en referencia a la famosa escena de la citada Matrix.

El deprimido y fracasado crónico Greg (Owen Wilson) vive agobiado por su divorcio y no quiere darle la cara a su hija Emily (Nesta Cooper) que lo adora y lo invita a su graduación, el tipo tiene un cargo de cierta relevancia en una empresa de servicios, pero pierde el tiempo con dibujos de la casa de sus sueños, hasta que harta a su subordinado y para colmo a su jefe Bjorn (Steve Sissis), quien lo despide. En la discusión, nuestro héroe (por decirle de algún modo) mata de forma accidental a su superior pero logra huir del corporativo sin ser visto.

Flaco, cansado ojeroso y sin ilusiones y para colmo en esta ocasión sin perro que le ladre, entra a un bar donde se encuentra a quien parece ser una vagabunda, Isabel (la Hayek, siempre instalada en Rita Moreno), quien le dice que no hay fijón, mucho de lo que vemos y vivimos es virtual, así es que a relajarse. A partir de este momento inicia un recorrido de redención no exenta de cierta acción y aventura.

La realidad es que Bliss, es un filme ligero, ligero, ligero, que puede ser sobreinterpretado, pero poco favor se le hace al ver filosofía donde no la hay. Es tan básico, edificante y estadounidense como cualquier largometraje de la post guerra en el siglo pasado. Los dos protagonistas están muy bien, se encuentra en Amazon Prime.

En corto

Esta columna se una a la pena por la partida de Ernesto Herrera, Co- fundador y Presidente del Festival Internacional de Cine de Guanajuato. Mi más sentido pésame y un abrazo afectuoso a Sara Hoch, Directora del Festival.

twitter: @lamoviola


Lo central de Bliss (Mike Cahill, 2021) es que no se toma en serio. Se diría que hay algo informal que le da dignidad y cohesión en la narrativa. Su meta no es llegar a la Matrix, mediante un planteamiento de filosofía con olor a palomita de maíz, sino contar una historia entretenida en general y que se sostiene en mucho gracias a sus protagonistas.

La película protagonizada por la jarocha Salma Hayek (inevitable el lugar común, sorry) y Owen Wilson es una épica melancólica y laica sin eludir el tono edificante e incluso moralizante (lo cual no la disminuye) de espíritu capriano (en referencia al director italoamericano Frank Capra), más que una Matrix urbana; lo cual sería la comparación básica.

Signo de los tiempos que vivimos, en donde hacen falta historias de cierto tono edificante y un tanto aleccionadoras, la película disfrazada de confusa sobre todo si uno va dispuesto a verla con aires metafísicos-pop, pone énfasis en lo anecdótico y las comparaciones con Matrix (Lana, Lily Wachowski, 1999) son buenas pero sólo como publicidad.

Su macguffin (recurso narrativo para desviar la atención de lo central) es toda la parafernalia que envuelve a un universo virtual. Hace unas semanas el tema era Soul (Docter, 2020) y hoy toca Bliss. Parece ser que son tiempos de la metáfora edificante. ¡Qué bello es vivir!, nos grita el largometraje por los cuatro costados y no tanto: "aquí no hay cuchara", en referencia a la famosa escena de la citada Matrix.

El deprimido y fracasado crónico Greg (Owen Wilson) vive agobiado por su divorcio y no quiere darle la cara a su hija Emily (Nesta Cooper) que lo adora y lo invita a su graduación, el tipo tiene un cargo de cierta relevancia en una empresa de servicios, pero pierde el tiempo con dibujos de la casa de sus sueños, hasta que harta a su subordinado y para colmo a su jefe Bjorn (Steve Sissis), quien lo despide. En la discusión, nuestro héroe (por decirle de algún modo) mata de forma accidental a su superior pero logra huir del corporativo sin ser visto.

Flaco, cansado ojeroso y sin ilusiones y para colmo en esta ocasión sin perro que le ladre, entra a un bar donde se encuentra a quien parece ser una vagabunda, Isabel (la Hayek, siempre instalada en Rita Moreno), quien le dice que no hay fijón, mucho de lo que vemos y vivimos es virtual, así es que a relajarse. A partir de este momento inicia un recorrido de redención no exenta de cierta acción y aventura.

La realidad es que Bliss, es un filme ligero, ligero, ligero, que puede ser sobreinterpretado, pero poco favor se le hace al ver filosofía donde no la hay. Es tan básico, edificante y estadounidense como cualquier largometraje de la post guerra en el siglo pasado. Los dos protagonistas están muy bien, se encuentra en Amazon Prime.

En corto

Esta columna se una a la pena por la partida de Ernesto Herrera, Co- fundador y Presidente del Festival Internacional de Cine de Guanajuato. Mi más sentido pésame y un abrazo afectuoso a Sara Hoch, Directora del Festival.

twitter: @lamoviola