/ sábado 1 de agosto de 2020

La moviola | Cyntoia Brown

@lamoviola

Vaya asunto el de Condena y redención de Cyntoia Brown (Daniel H. Birman, 2020), no tiene desperdicio a nivel periodístico y como asunto cinematográfico se da sus mañas. Aunque también mal abordado es un arma de dos filos. Un documental muy a tono con los tiempos, sobre todo los de Netflix -donde se puede ver- y con los de la generación líquida, millennials muy políticamente correctos, para quien toda buena causa es también pretexto de contenido visual.

El asunto es el siguiente: En agosto de 2004 Cyntoia Denise Brown (29 de enero, 1988, Kentucky, Estados Unidos), quien a los 16, siendo una adolescente, era obligada por su novio a prostituirse, asesinó a un hombre de 43 años –Johnny Allen-. En el juicio, la chica manifestó que le disparó al sujeto con quien pasó la noche, ya que se sintió amenazada por la actitud sospechosa de éste: armas que le mostró a la menor de edad, movimientos violentos en la cama y un duro lenguaje.

Cyntoia fue detenida y antes de cumplir la mayoría de edad condenada a pasar 51 años en prisión. En 2011 un documental, Me facing life: Cintoya story (Daniel H. Birman) puso el caso en la vorágine mediática. Hoy día, la joven, se encuentra libre luego de que el asunto se hiciera viral, y sobre todo de que personajes famosos manifestaran su apoyo: Kim Kardashian, Rhiana, Cara Delavigne..

Condena y redención de Cyntoia Brown es un relato que toma material del primer documental y actualiza el caso. Va desde el inicio hasta el resultado final. El punto de vista que prevalece es el de la joven, sin embargo, como buen relato fílmico tiene sus vueltas de tuerca y juega un poco con la moral del espectador.

El tema es bastante candente y a nivel periodístico vaya que aguanta el análisis; por un lado la explotación a menores de edad, las consecuencias de un duro ambiente en la crianza en los primeros años y sobre todo, pero esto como subtexto no tan políticamente correcto, el peso de los medios de comunicación en un caso jurídico.

Es un asunto sensible y de agenda mundial: Un referente del cine documental sobre el mismo tema está en They call us monsters (Ben Lear, 2016), que cuenta la historia de tres menores de edad delincuentes y que cumplen largas condenas en Estados Unidos. Por cierto se pudo ver hace un par de años en el Festival de Cine de Morelia. Están también los reportajes documentales, hechos por Calamary Productions sobre Colt Lundy y Paul Gingerich, quienes asesinaron al padrastro del primero. Hoy también libres luego de una dura sentencia inicial en 2010.

En resumen el peso de los medios, la protección a la infancia y el tren… de la corrección de Netflix.

@lamoviola

Vaya asunto el de Condena y redención de Cyntoia Brown (Daniel H. Birman, 2020), no tiene desperdicio a nivel periodístico y como asunto cinematográfico se da sus mañas. Aunque también mal abordado es un arma de dos filos. Un documental muy a tono con los tiempos, sobre todo los de Netflix -donde se puede ver- y con los de la generación líquida, millennials muy políticamente correctos, para quien toda buena causa es también pretexto de contenido visual.

El asunto es el siguiente: En agosto de 2004 Cyntoia Denise Brown (29 de enero, 1988, Kentucky, Estados Unidos), quien a los 16, siendo una adolescente, era obligada por su novio a prostituirse, asesinó a un hombre de 43 años –Johnny Allen-. En el juicio, la chica manifestó que le disparó al sujeto con quien pasó la noche, ya que se sintió amenazada por la actitud sospechosa de éste: armas que le mostró a la menor de edad, movimientos violentos en la cama y un duro lenguaje.

Cyntoia fue detenida y antes de cumplir la mayoría de edad condenada a pasar 51 años en prisión. En 2011 un documental, Me facing life: Cintoya story (Daniel H. Birman) puso el caso en la vorágine mediática. Hoy día, la joven, se encuentra libre luego de que el asunto se hiciera viral, y sobre todo de que personajes famosos manifestaran su apoyo: Kim Kardashian, Rhiana, Cara Delavigne..

Condena y redención de Cyntoia Brown es un relato que toma material del primer documental y actualiza el caso. Va desde el inicio hasta el resultado final. El punto de vista que prevalece es el de la joven, sin embargo, como buen relato fílmico tiene sus vueltas de tuerca y juega un poco con la moral del espectador.

El tema es bastante candente y a nivel periodístico vaya que aguanta el análisis; por un lado la explotación a menores de edad, las consecuencias de un duro ambiente en la crianza en los primeros años y sobre todo, pero esto como subtexto no tan políticamente correcto, el peso de los medios de comunicación en un caso jurídico.

Es un asunto sensible y de agenda mundial: Un referente del cine documental sobre el mismo tema está en They call us monsters (Ben Lear, 2016), que cuenta la historia de tres menores de edad delincuentes y que cumplen largas condenas en Estados Unidos. Por cierto se pudo ver hace un par de años en el Festival de Cine de Morelia. Están también los reportajes documentales, hechos por Calamary Productions sobre Colt Lundy y Paul Gingerich, quienes asesinaron al padrastro del primero. Hoy también libres luego de una dura sentencia inicial en 2010.

En resumen el peso de los medios, la protección a la infancia y el tren… de la corrección de Netflix.

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