/ sábado 27 de febrero de 2021

La moviola | Desde el asilo con amor

Híbrido entre documental y relato con moraleja incluida sin prescindir de los recursos narrativos propios de la ficción, además de ser una suerte de Bildungstroman (historia de formación, enfocada a jóvenes) pero invertida, El agente topo (Maité Alberdi, Chile, 2020) es un filme dulzón y complaciente, que sin embargo vale más por su espíritu que por el testimonio que pretende retratar.

La película, un claro producto de tono Netflix, donde se puede ver, ejerce química con el público, y en mucho se lo debe a la personalidad de su protagonista, Sergio Chamy, un hombre de 83 años que es enrolado por el taciturno detective Rómulo Aitken, para que se infiltre en una casa de retiro e investigue si hay malos tratos, además de buscar a una mujer de la tercera edad (¿ya no se puede decir anciano, verdad?) ya que su hija –quien contrata los servicios de la agencia-, sospecha que es mal atendida.

El cómico proceso de aprendizaje ante la tecnología que padece Sergio, la casi imposible labor de pasar desapercibido, ya que es prácticamente el único varón en la casa de retiro, la inevitable creación de vínculos e incluso algunos corazones rotos, sirven como base para tocar el tema de la soledad y el abandono de las personas que tratan de pasarla lo mejor posible a pesar de ser agobiados por sus recuerdos. Sergio, medio en contra de su voluntad, será el catalizador que termina con la monotonía en la que viven los ya muy adultos hombres y mujeres.

Nominada a Mejor Película Iberoamericana en los Premios Goya 2021 (galardón que otorga la Academia de cine española), donde compite por cierto con la mexicana Ya no estoy aquí (Fernando Frías, 2020), El agente topo puede parecer por momentos un cuento muy complaciente sobre la vejez y sus historias, pero gana en espíritu y sobre todo en lo cinematográfico, ya que Alberdi, se desenvuelve con soltura en la hibridez de género, al grado que difumina lo testimonial para dar paso a lo sentimental, a lo cinematográfico.

Sobre esta mezcla de género, cabe recordar que en México hace algunos años se vio El Charro de Toluquilla (José Villalobos Romero, 2016), en donde el pilar del relato se centraba en la personalidad del protagonista, Jaime, un cantante de música ranchera y portador del VIH. El filme en realidad funcionaba como la transgresión del canon de la comedia ranchera, a pesar de ser en lo externo un documental.

El agente topo recorre los mismos caminos: vulnerar con humor el canon del cine detectivesco.

Hay que reconocer también, que la película, a pesar de algunos excesos melcochosos y humorísticos, nunca le falta el respeto a sus actores.

EN CORTO

Ante la próxima reapertura de los cines el 1 de marzo (cines independientes y Cinépolis) luego de más de dos meses de cierre, es buen momento para plantearse – si decide regresar a las salas con todas las medidas de seguridad que se indican- probar propuestas nuevas de entretenimiento y no sólo el blockbuster. Es una sugerencia.

Híbrido entre documental y relato con moraleja incluida sin prescindir de los recursos narrativos propios de la ficción, además de ser una suerte de Bildungstroman (historia de formación, enfocada a jóvenes) pero invertida, El agente topo (Maité Alberdi, Chile, 2020) es un filme dulzón y complaciente, que sin embargo vale más por su espíritu que por el testimonio que pretende retratar.

La película, un claro producto de tono Netflix, donde se puede ver, ejerce química con el público, y en mucho se lo debe a la personalidad de su protagonista, Sergio Chamy, un hombre de 83 años que es enrolado por el taciturno detective Rómulo Aitken, para que se infiltre en una casa de retiro e investigue si hay malos tratos, además de buscar a una mujer de la tercera edad (¿ya no se puede decir anciano, verdad?) ya que su hija –quien contrata los servicios de la agencia-, sospecha que es mal atendida.

El cómico proceso de aprendizaje ante la tecnología que padece Sergio, la casi imposible labor de pasar desapercibido, ya que es prácticamente el único varón en la casa de retiro, la inevitable creación de vínculos e incluso algunos corazones rotos, sirven como base para tocar el tema de la soledad y el abandono de las personas que tratan de pasarla lo mejor posible a pesar de ser agobiados por sus recuerdos. Sergio, medio en contra de su voluntad, será el catalizador que termina con la monotonía en la que viven los ya muy adultos hombres y mujeres.

Nominada a Mejor Película Iberoamericana en los Premios Goya 2021 (galardón que otorga la Academia de cine española), donde compite por cierto con la mexicana Ya no estoy aquí (Fernando Frías, 2020), El agente topo puede parecer por momentos un cuento muy complaciente sobre la vejez y sus historias, pero gana en espíritu y sobre todo en lo cinematográfico, ya que Alberdi, se desenvuelve con soltura en la hibridez de género, al grado que difumina lo testimonial para dar paso a lo sentimental, a lo cinematográfico.

Sobre esta mezcla de género, cabe recordar que en México hace algunos años se vio El Charro de Toluquilla (José Villalobos Romero, 2016), en donde el pilar del relato se centraba en la personalidad del protagonista, Jaime, un cantante de música ranchera y portador del VIH. El filme en realidad funcionaba como la transgresión del canon de la comedia ranchera, a pesar de ser en lo externo un documental.

El agente topo recorre los mismos caminos: vulnerar con humor el canon del cine detectivesco.

Hay que reconocer también, que la película, a pesar de algunos excesos melcochosos y humorísticos, nunca le falta el respeto a sus actores.

EN CORTO

Ante la próxima reapertura de los cines el 1 de marzo (cines independientes y Cinépolis) luego de más de dos meses de cierre, es buen momento para plantearse – si decide regresar a las salas con todas las medidas de seguridad que se indican- probar propuestas nuevas de entretenimiento y no sólo el blockbuster. Es una sugerencia.