/ sábado 8 de mayo de 2021

La moviola | El dulce arte de la infelicidad

Un año –poco más– tuvo que pasar para que el filme El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, 2019) llegara a las salas mexicanas.

Días antes del primer cierre de los cines por la pandemia, de hecho, se llevó a cabo la conferencia de prensa. La primera, ya que hace unos días se realizó una virtual. Protagonizan Sylvia Pasquel, Alejandro Suárez, Greta Cervantes, Patricia Reyes Spíndola y una aparición especial de Daniel Giménez Cacho.

En este espacio hemos hecho referencia al más reciente largometraje de Ripstein, pero vale la pena analizarlo una vez más. Con guion de Paz Alicia Garcíadiego, prevalece la narrativa y estética de lo esperpéntico. Un ambiente de descomposición rodea a los personajes de un patetismo lírico y toques de amargo sentido del humor.

En el guion de Garcíadiego, hay una musicalidad irónica en el habla al servicio de unos personajes en proceso de descomposición que no buscan redimirse y eso los hace patéticamente sublimes. Son repelentes, pero al mismo tiempo uno no puede dejar de sentir una culposa empatía.

El director detalla, como es costumbre en sus filmes, entornos decadentes y personajes en la línea de lo hórrido y lo esperpéntico. Destaca la fotografía de Alejandro Cantú, en un blanco y negro inquietante y de manera espacial el guion de Garcíadiego.

Una pareja de ancianos, pedestres y miserables, lúdicos y pesadillescos, rumian sus recuerdos en una casa cargada de objetos antiguos. El viejo (Alejandro Suárez), mezquino y violento atormenta con su lengua sagaz a la infeliz Beatriz (Sylvia Pasquel). Vive con ellos Dinorah (Greta Cervantes) una joven solitaria que ayuda en las labores de la casa. Un trío que se equilibra en sus miasmas más profundas.

Beatriz toma clases de danzón y su compañero es un modoso aspirante a bailarín, interpretado por Daniel Giménez Cacho. El viejo tiene una relación con Isabel (Patricia Reyes Spíndola), dueña del salón de belleza del barrio, quien ya anda un poco cansada y lo quiere dejar. En suma, lo que vemos en el filme es una suerte de puesta en escena, muy bien lograda, de lo decadente que nos traslada a un culposo y sutil sentido del humor.

Guion punzante, agudo que cuestiona el amor y por supuesto la imagen falsa, idílica, bobona que se tiene en el cine de la tercera edad. La estética y el lenguaje de lo pedestre convertida en arte.

El diablo entre las piernas, se estrenó en el marco del Toronto International Film Festival 2019. Se pudo ver en la Sección de autores del Festival Internacional de Cine Morelia ese mismo año.

No es una mala semana de estrenos nacionales, cuando el semáforo epidemiológico cambia a amarillo. Llega El exorcismo de Carmen Farías (Rodrigo Fiallega, 2020), pero para cimbrarse, demonizarse, exorcizarse y retarse como espectador, dele una oportunidad a El diablo entre las piernas.

Un año –poco más– tuvo que pasar para que el filme El diablo entre las piernas (Arturo Ripstein, 2019) llegara a las salas mexicanas.

Días antes del primer cierre de los cines por la pandemia, de hecho, se llevó a cabo la conferencia de prensa. La primera, ya que hace unos días se realizó una virtual. Protagonizan Sylvia Pasquel, Alejandro Suárez, Greta Cervantes, Patricia Reyes Spíndola y una aparición especial de Daniel Giménez Cacho.

En este espacio hemos hecho referencia al más reciente largometraje de Ripstein, pero vale la pena analizarlo una vez más. Con guion de Paz Alicia Garcíadiego, prevalece la narrativa y estética de lo esperpéntico. Un ambiente de descomposición rodea a los personajes de un patetismo lírico y toques de amargo sentido del humor.

En el guion de Garcíadiego, hay una musicalidad irónica en el habla al servicio de unos personajes en proceso de descomposición que no buscan redimirse y eso los hace patéticamente sublimes. Son repelentes, pero al mismo tiempo uno no puede dejar de sentir una culposa empatía.

El director detalla, como es costumbre en sus filmes, entornos decadentes y personajes en la línea de lo hórrido y lo esperpéntico. Destaca la fotografía de Alejandro Cantú, en un blanco y negro inquietante y de manera espacial el guion de Garcíadiego.

Una pareja de ancianos, pedestres y miserables, lúdicos y pesadillescos, rumian sus recuerdos en una casa cargada de objetos antiguos. El viejo (Alejandro Suárez), mezquino y violento atormenta con su lengua sagaz a la infeliz Beatriz (Sylvia Pasquel). Vive con ellos Dinorah (Greta Cervantes) una joven solitaria que ayuda en las labores de la casa. Un trío que se equilibra en sus miasmas más profundas.

Beatriz toma clases de danzón y su compañero es un modoso aspirante a bailarín, interpretado por Daniel Giménez Cacho. El viejo tiene una relación con Isabel (Patricia Reyes Spíndola), dueña del salón de belleza del barrio, quien ya anda un poco cansada y lo quiere dejar. En suma, lo que vemos en el filme es una suerte de puesta en escena, muy bien lograda, de lo decadente que nos traslada a un culposo y sutil sentido del humor.

Guion punzante, agudo que cuestiona el amor y por supuesto la imagen falsa, idílica, bobona que se tiene en el cine de la tercera edad. La estética y el lenguaje de lo pedestre convertida en arte.

El diablo entre las piernas, se estrenó en el marco del Toronto International Film Festival 2019. Se pudo ver en la Sección de autores del Festival Internacional de Cine Morelia ese mismo año.

No es una mala semana de estrenos nacionales, cuando el semáforo epidemiológico cambia a amarillo. Llega El exorcismo de Carmen Farías (Rodrigo Fiallega, 2020), pero para cimbrarse, demonizarse, exorcizarse y retarse como espectador, dele una oportunidad a El diablo entre las piernas.