/ sábado 30 de enero de 2021

La moviola | El mundo no es cascada de colores

Por Gerardo Gil Ballesteros

El tema no tiene desperdicio. Hay carne, como dicen los clásicos: Disney+ restringe de su catálogo infantil algunas películas por considerarlas de contenido racista. Así, el tierno y orejón Dumbo (¿fue incorrecto el adjetivo?) el niño que no quiere crecer, Peter Pan, La dama y el vagabundo, Los aristogatos, o El libro de la selva, podrán ser vistos pero sólo en las cuentas de público adulto. Parece ser el triunfo de la ideología mazapán. Olvidemos el contexto histórico, borremos lo que nos molesta o mejor dicho aún, busquemos likes viendo maldad donde no la hay.

La poderosísima empresa del ratón aduce que los filmes animados representan estereotipos racistas: Dumbo (Shaspsteen, 1941), por unos cuervos que dan un enfoque negativo a la comunidad afroamericana, El libro de la selva (Reitherman, 1967) y Peter Pan (Geronimi, 1953) por la mirada a los nativos americanos y La Dama y el vagabundo (Geronimi, 1955) por unos gatos siameses –dice el club de Mickey Mouse- que van en contra de la cultura asiática. Si a esas nos vamos esta última debería llamarse La Dama y el joven sin hogar, porque eso de vagabundo le puede doler a la generación de cristal.

¿Quién va a pensar en los niños?, diría la mojigata esposa del Reverendo Alegría. Hipocresía pura, el triunfo del ciudadano de la manita, aquel que vive de subir correcciones políticas con cualquier causa edificante. Lo he citado en anteriores columnas y lo vuelvo a hacer, porque son signos de los tiempos, la sociedad líquida de Bauman: creemos saber lo que nos molesta pero no tenemos una dirección clara. Bueno Disney sí: no perder suscriptores y menos tener mala publicidad.

Todo tiene un contexto, el borrar la historia o voltear a un lado, no hace ni mejor ni peor a una obra o una generación. Lo que sí está en riesgo el la libertad creativa. Hace algunos años Reino Unido y Alemania decidieron retirar de la vía pública obras de Egon Schiele por considerarlas pornográficas. La libertad en aras de la corrección pública sufre un retroceso.

¿Qué ha habido excesos?, sin lugar a dudas, ¿Qué hoy en día es importante marcar un contexto? Lo concedo, claro, pero no por eso se va a dejar de reconocer obras como El nacimiento de una nación (Griffith, 1915) a pesar de su terrible discurso o El cantante de jazz (Crosland, 1927) con todo y que una de sus únicas partes sonoras: la canción Mami, con Al Jolson la interpreta con la cara pintada de color negro.

Es de suponerse que estas buenas conciencias no han visto Muerte en Venecia (Visconti, 1971) basada en el libro de Thomas Mann. Muchos de estos censores, ¿sabrán quién este último?

La dicotomía no es inclusión-creación, que se antoja un falso positivo: En The boy

with the green hair (Losey, 1948) Peter (Dean Stockwel) un niño de once años es obligado por su abuelo a raparse el cabello ya que lo tiene verde, el cual usa para dar un discurso de tolerancia pero es acosado en la escuela. El anciano se arrepiente y se disculpa demasiado tarde, pero el joven le contesta: “no te preocupes abuelito, me va a volver a crecer… y verde”. La libertad y el sentido común a pesar de las modas, siempre florece.

Por Gerardo Gil Ballesteros

El tema no tiene desperdicio. Hay carne, como dicen los clásicos: Disney+ restringe de su catálogo infantil algunas películas por considerarlas de contenido racista. Así, el tierno y orejón Dumbo (¿fue incorrecto el adjetivo?) el niño que no quiere crecer, Peter Pan, La dama y el vagabundo, Los aristogatos, o El libro de la selva, podrán ser vistos pero sólo en las cuentas de público adulto. Parece ser el triunfo de la ideología mazapán. Olvidemos el contexto histórico, borremos lo que nos molesta o mejor dicho aún, busquemos likes viendo maldad donde no la hay.

La poderosísima empresa del ratón aduce que los filmes animados representan estereotipos racistas: Dumbo (Shaspsteen, 1941), por unos cuervos que dan un enfoque negativo a la comunidad afroamericana, El libro de la selva (Reitherman, 1967) y Peter Pan (Geronimi, 1953) por la mirada a los nativos americanos y La Dama y el vagabundo (Geronimi, 1955) por unos gatos siameses –dice el club de Mickey Mouse- que van en contra de la cultura asiática. Si a esas nos vamos esta última debería llamarse La Dama y el joven sin hogar, porque eso de vagabundo le puede doler a la generación de cristal.

¿Quién va a pensar en los niños?, diría la mojigata esposa del Reverendo Alegría. Hipocresía pura, el triunfo del ciudadano de la manita, aquel que vive de subir correcciones políticas con cualquier causa edificante. Lo he citado en anteriores columnas y lo vuelvo a hacer, porque son signos de los tiempos, la sociedad líquida de Bauman: creemos saber lo que nos molesta pero no tenemos una dirección clara. Bueno Disney sí: no perder suscriptores y menos tener mala publicidad.

Todo tiene un contexto, el borrar la historia o voltear a un lado, no hace ni mejor ni peor a una obra o una generación. Lo que sí está en riesgo el la libertad creativa. Hace algunos años Reino Unido y Alemania decidieron retirar de la vía pública obras de Egon Schiele por considerarlas pornográficas. La libertad en aras de la corrección pública sufre un retroceso.

¿Qué ha habido excesos?, sin lugar a dudas, ¿Qué hoy en día es importante marcar un contexto? Lo concedo, claro, pero no por eso se va a dejar de reconocer obras como El nacimiento de una nación (Griffith, 1915) a pesar de su terrible discurso o El cantante de jazz (Crosland, 1927) con todo y que una de sus únicas partes sonoras: la canción Mami, con Al Jolson la interpreta con la cara pintada de color negro.

Es de suponerse que estas buenas conciencias no han visto Muerte en Venecia (Visconti, 1971) basada en el libro de Thomas Mann. Muchos de estos censores, ¿sabrán quién este último?

La dicotomía no es inclusión-creación, que se antoja un falso positivo: En The boy

with the green hair (Losey, 1948) Peter (Dean Stockwel) un niño de once años es obligado por su abuelo a raparse el cabello ya que lo tiene verde, el cual usa para dar un discurso de tolerancia pero es acosado en la escuela. El anciano se arrepiente y se disculpa demasiado tarde, pero el joven le contesta: “no te preocupes abuelito, me va a volver a crecer… y verde”. La libertad y el sentido común a pesar de las modas, siempre florece.