/ sábado 2 de julio de 2022

La moviola | El padre de la novia: ¿Quién tiene una tía que se llama Chichi?

@lamoviola


El tono forzado de latinización es lo que sobresale en la nueva adaptación de El padre de la novia, en esta ocasión dirigida por Gary Alazraky, efectivo montador de chistes y anécdotas, que sabe ir a lo seguro y en esta ocasión saca las cosas con oficio aunque sin brillo. En realidad vemos una tropicalización de las dos versiones anteriores muy clásicas pero si uno le rasca, la esencia se mantiene.

Alazraky la tenía difícil, si consideramos que la primera versión de 1950, fue dirigida ni más ni menos que por Vincent Minnelli y protagonizada por Spencer Tracy y Elizabeth Taylor y que el remake de 1991 lo protagoniza Steve Martin con un tono más cáustico en el humor. Andy García, el nuevo padre de la novia, hay que reconocerlo, saca la chamba con oficio y hasta ahí. Lo hace bien, no merece aplausos pero las cosas salen de forma decente. En realidad lo anterior se aplica para todo el filme.

Lanzada con bombo y platillo por HBO-MAX, y el gancho de tener también en el elenco a Diego Boneta y a Gloria Estefan, el telefilme tiene el tono y ritmo de sketch de programa televisivo latino, con todo y una tía que se llama Chichi ¿Quién tiene una tía que se llama Chichi? Como si el mundo latino fuera tomado de un programa de Don Francisco. El aire es de un estereotipo que pesa y que nula algunos aciertos, como el de una correcta dirección de actores.

La realidad, es que la premisa de la historia, en todas sus versiones, tiene que ver con un fuerte aire republicano: en la trayectoria de los personajes el dinero pesa y esta vez no es la excepción. Sin grandes gags y una muy buena producción uno pasa un buen rato, a secas. Destaca una ligera burla a la generación de terciopelo, con el personaje de Adán, el novio, interpretado por Diego Boneta, el personaje tiene mayor peso que en las dos versiones anteriores.

En esta ocasión, la trama tiene sus giros, ya que el matrimonio, de origen cubano, formado por Billy (Andy García) e Ingrid (Gloria Estefan) está a punto de divorciarse y ahí les llega su hija Sofía (Adria Arjona), con la noticia de que se va a casar con el millennial descafeinado Adán ( Boneta), que es irritante hasta decir basta. Las cosas se complican cuando aparece Hernán (Pedro Damián) padre del chavo, que blofea en todo momento y es de origen mexicano. Luego de esto, todo está igual a las dos anteriores versiones.

Nada, que si no fuera porque por momentos la latinización es de producto absolutamente televisivo, la cosa hubiera salido mejor. Eso sí, para ser una producción no pensada para el cine, tiene una buena fotografía y el elenco es muy atractivo.

Véala si no tiene otra cosa que hacer. Pero no se haga grandes expectativas y a lo mejor queda conforme.


@lamoviola


El tono forzado de latinización es lo que sobresale en la nueva adaptación de El padre de la novia, en esta ocasión dirigida por Gary Alazraky, efectivo montador de chistes y anécdotas, que sabe ir a lo seguro y en esta ocasión saca las cosas con oficio aunque sin brillo. En realidad vemos una tropicalización de las dos versiones anteriores muy clásicas pero si uno le rasca, la esencia se mantiene.

Alazraky la tenía difícil, si consideramos que la primera versión de 1950, fue dirigida ni más ni menos que por Vincent Minnelli y protagonizada por Spencer Tracy y Elizabeth Taylor y que el remake de 1991 lo protagoniza Steve Martin con un tono más cáustico en el humor. Andy García, el nuevo padre de la novia, hay que reconocerlo, saca la chamba con oficio y hasta ahí. Lo hace bien, no merece aplausos pero las cosas salen de forma decente. En realidad lo anterior se aplica para todo el filme.

Lanzada con bombo y platillo por HBO-MAX, y el gancho de tener también en el elenco a Diego Boneta y a Gloria Estefan, el telefilme tiene el tono y ritmo de sketch de programa televisivo latino, con todo y una tía que se llama Chichi ¿Quién tiene una tía que se llama Chichi? Como si el mundo latino fuera tomado de un programa de Don Francisco. El aire es de un estereotipo que pesa y que nula algunos aciertos, como el de una correcta dirección de actores.

La realidad, es que la premisa de la historia, en todas sus versiones, tiene que ver con un fuerte aire republicano: en la trayectoria de los personajes el dinero pesa y esta vez no es la excepción. Sin grandes gags y una muy buena producción uno pasa un buen rato, a secas. Destaca una ligera burla a la generación de terciopelo, con el personaje de Adán, el novio, interpretado por Diego Boneta, el personaje tiene mayor peso que en las dos versiones anteriores.

En esta ocasión, la trama tiene sus giros, ya que el matrimonio, de origen cubano, formado por Billy (Andy García) e Ingrid (Gloria Estefan) está a punto de divorciarse y ahí les llega su hija Sofía (Adria Arjona), con la noticia de que se va a casar con el millennial descafeinado Adán ( Boneta), que es irritante hasta decir basta. Las cosas se complican cuando aparece Hernán (Pedro Damián) padre del chavo, que blofea en todo momento y es de origen mexicano. Luego de esto, todo está igual a las dos anteriores versiones.

Nada, que si no fuera porque por momentos la latinización es de producto absolutamente televisivo, la cosa hubiera salido mejor. Eso sí, para ser una producción no pensada para el cine, tiene una buena fotografía y el elenco es muy atractivo.

Véala si no tiene otra cosa que hacer. Pero no se haga grandes expectativas y a lo mejor queda conforme.