/ sábado 15 de octubre de 2022

La moviola | Halloween Ends: Estimado señor Myers

@lamoviola

Antes que nada me disculpo temerosamente, por dirigirle esta carta y hacerla pública, pero si se da el caso que no sabe leer –la verdad, en las más de 10 películas que se han hecho sobre su obra, nunca he visto que tome un libro- seguro habrá algún voluntario que lo haga por usted. El motivo de mi atrevimiento es informarlo de temas que seguro causarán una profunda herida en su sensibilidad como lo ha sido en la mía.

Se estrenó el más reciente largometraje sobre su saga sanguinolenta, filosa y aguda que tiene atrapados a más de una generación, la mayoría en la flor de la chavorruquez: Halloween Ends (David Gordon Green, 2022), y hay temas que me gustaría comentarle: en primer lugar que así como el primer filme de 1978 es signo de los tiempos, dirigido por John Carpenter, un habilísimo, talentoso artesano que suplió muy bien su inicial chambonería con voluntad y osadía genérica al grado de ser un antes y un después en el cine de su tipo, además de dotar parte del espíritu de su historia estimado Michael, en una reflexión muy setentera en el miedo al otro que se encuentra más cerca de nosotros de lo que pensamos vemos en la más reciente entrega la actual una debilidad por la corrección política, tema que entiendo es lo único que le ha causado risa en su interesante vida.

Halloween Ends, es un producto de franquicia que de manera impune rompe con el cliché y las fórmulas probadas de género que hicieron de su saga ser lo que es no sólo en el cine sino en la cultura pop (luego le explico que quiere decir esto). Y todo, en aras de una supuesta inteligencia en el guión.

En lo que antes era maldad pura, hoy hay una explicación que se toma más de la mitad del filme sobre las razones del mal, donde había un refrescante gore, hoy vemos tomas muy cuidadas para que la audiencia no decida cancelarlo, ¡a usted, imagínese!, pero de que son capaces son capaces; donde había ritmo hemático desde el principio, hoy estamos ante una historia que se toma más de la mitad de su duración, 110 minutos, en arrancar. Cuando esto pasa, el público sediento de sangre, ya está tan cansado que el asunto importa muy poco.

Mi estimado amigo ¿le molesta que le diga así?, le acaban de aplicar la de Jeffrey Dahmer, le aplicaron la receta Netflix: me lo enchularon todito. En la película de David Gordon Green nos quitan el misterio de la maldad y aunque tiene algunos buenos momentos y diálogos, algo muy de la serie: “yo soy el psicópata, tú el fenómeno”, dice un personaje, cuando ya los bostezos son irresistibles, la petulancia explicativa con la que transcurre la historia, termina de matar cualquier momento climático, que al final ese era el gran chiste: una cauda de emociones mórbidas sin culpa ni desprestigio, para quien las gozara en medio de un bote de palomitas.

¿Quién lo iba a decir Michael? Lo que no hizo ningún adolescente bobón en el cine, lo han logrado las hordas de censores en busca de una explicación moral para todo.

¿De qué se trata este supuesto final? Pues nada, que el gallinazo post púber a punto de entrar a la universidad Corey (Rohan Campbell), mata sin querer a un horroroso escuincle, tan higadazo como si fuera prófugo de La Voz Kids, bueno no tanto, cuando le hacía de su nano. El hecho es bastante sangriento, pero el chavo resulta inocente para el juez. Tiempo después conoce a Allyson (Andy Matichack), nieta de Laurie (Jamie Lee Curtis), que escribe, cómo no, sus memorias. El pueblo bueno se trae de bajada a Corey y ya muy iniciado el asunto, aparece usted.

Con decirle, que es tanta la necesidad de promocionar el filme, que hasta Jamie Lee Curtis, se paseó en cuanto programa de espectáculos se podía en la CDMX. Pero si ya aguantó el smog, que no sobreviva a su cuchillo cebollero mi estimado amigo…


@lamoviola

Antes que nada me disculpo temerosamente, por dirigirle esta carta y hacerla pública, pero si se da el caso que no sabe leer –la verdad, en las más de 10 películas que se han hecho sobre su obra, nunca he visto que tome un libro- seguro habrá algún voluntario que lo haga por usted. El motivo de mi atrevimiento es informarlo de temas que seguro causarán una profunda herida en su sensibilidad como lo ha sido en la mía.

Se estrenó el más reciente largometraje sobre su saga sanguinolenta, filosa y aguda que tiene atrapados a más de una generación, la mayoría en la flor de la chavorruquez: Halloween Ends (David Gordon Green, 2022), y hay temas que me gustaría comentarle: en primer lugar que así como el primer filme de 1978 es signo de los tiempos, dirigido por John Carpenter, un habilísimo, talentoso artesano que suplió muy bien su inicial chambonería con voluntad y osadía genérica al grado de ser un antes y un después en el cine de su tipo, además de dotar parte del espíritu de su historia estimado Michael, en una reflexión muy setentera en el miedo al otro que se encuentra más cerca de nosotros de lo que pensamos vemos en la más reciente entrega la actual una debilidad por la corrección política, tema que entiendo es lo único que le ha causado risa en su interesante vida.

Halloween Ends, es un producto de franquicia que de manera impune rompe con el cliché y las fórmulas probadas de género que hicieron de su saga ser lo que es no sólo en el cine sino en la cultura pop (luego le explico que quiere decir esto). Y todo, en aras de una supuesta inteligencia en el guión.

En lo que antes era maldad pura, hoy hay una explicación que se toma más de la mitad del filme sobre las razones del mal, donde había un refrescante gore, hoy vemos tomas muy cuidadas para que la audiencia no decida cancelarlo, ¡a usted, imagínese!, pero de que son capaces son capaces; donde había ritmo hemático desde el principio, hoy estamos ante una historia que se toma más de la mitad de su duración, 110 minutos, en arrancar. Cuando esto pasa, el público sediento de sangre, ya está tan cansado que el asunto importa muy poco.

Mi estimado amigo ¿le molesta que le diga así?, le acaban de aplicar la de Jeffrey Dahmer, le aplicaron la receta Netflix: me lo enchularon todito. En la película de David Gordon Green nos quitan el misterio de la maldad y aunque tiene algunos buenos momentos y diálogos, algo muy de la serie: “yo soy el psicópata, tú el fenómeno”, dice un personaje, cuando ya los bostezos son irresistibles, la petulancia explicativa con la que transcurre la historia, termina de matar cualquier momento climático, que al final ese era el gran chiste: una cauda de emociones mórbidas sin culpa ni desprestigio, para quien las gozara en medio de un bote de palomitas.

¿Quién lo iba a decir Michael? Lo que no hizo ningún adolescente bobón en el cine, lo han logrado las hordas de censores en busca de una explicación moral para todo.

¿De qué se trata este supuesto final? Pues nada, que el gallinazo post púber a punto de entrar a la universidad Corey (Rohan Campbell), mata sin querer a un horroroso escuincle, tan higadazo como si fuera prófugo de La Voz Kids, bueno no tanto, cuando le hacía de su nano. El hecho es bastante sangriento, pero el chavo resulta inocente para el juez. Tiempo después conoce a Allyson (Andy Matichack), nieta de Laurie (Jamie Lee Curtis), que escribe, cómo no, sus memorias. El pueblo bueno se trae de bajada a Corey y ya muy iniciado el asunto, aparece usted.

Con decirle, que es tanta la necesidad de promocionar el filme, que hasta Jamie Lee Curtis, se paseó en cuanto programa de espectáculos se podía en la CDMX. Pero si ya aguantó el smog, que no sobreviva a su cuchillo cebollero mi estimado amigo…