/ sábado 21 de mayo de 2022

La moviola | La civil: Amor y rebeldía

Una fluida y poderosa narrativa hacen de La civil (Teodora Mihai, 2021), la metáfora fílmica más real, cruda, pero en contraste también amorosa de los últimos años en el cine nacional. Por un lado, tenemos un trepidante thriller sin llegar a ser neo sanguinolento, con no sólo buena carga de suspenso y dosis de cine de género, sino también, un cálido relato filial en el que la protagonista renuncia a la resignación. Y ahí comienza todo.

Hay en La civil, una afortunada renuncia al simplismo del fetiche de un cine con categoría feminista, no lo necesita, pero que consolida en el acertado trazo de los personajes, con guion de Habacuc Antonio de Rosario y de la propia Mihai, un arquetipo que ha surgido en el cine nacional: la mujer que toma como consecuencia de su entorno, decisiones radicales y opuestas a la vida llevada al momento del inicio del relato.

Muy lejos queda entonces el rol pasivo y arquetipo del cine nacional clásico o la vacuidad de la comedia ligera, taquillera y dañina para la audiencia. Aún y cuando el entorno de estos personajes que surgen con fuerza en el actual cine nacional transiten en su mayoría en el microcosmos de los pueblos mexicanos como marca la tradición. Cualquiera puede ser, porque La civil y sus contemporáneas, Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020) y Noche de fuego ( 2020), por mencionar dos ejemplos, son la realidad del entorno como personaje vil e indiferente, pero también el amoroso empoderamiento.

Vemos también en La civil, un ejemplo del cine relato de narrativa de cierta forma convencional que espejea sin miramientos la realidad más cruda del México actual: violencia, feminicidios y sobre todo la profunda descomposición de la gente de a pie, que se hunde en la mezquindad de sus rostros ratoniles, ya sea por miedo o indiferencia ante el dolor. Micro universos absorbidos por la moneda corriente de la maldad.

En La civil, los personajes buenos y malos, aunque esto es un simplismo duelen por verídicos. Tienen artificios, a manera de construcción narrativa, pero laceran por reales.

Cielo (Arcelia Ramírez, aplaudida en la pasada edición de Cannes), es una mujer de vida simple, su posición en la vida es de una clase media en un pueblo, está divorciada del ordinario y taciturno pero indescifrable en su ordinariez Gustavo (muy bien también Álvaro Guerrero) hasta que su hija desaparece.

La chica ni siquiera regresa a su hogar cuando se paga un rescate, que el mezquino Gustavo escatima. A partir de ahí, Cielo sufrirá un cambio radical en su ser: buscará a su hija. No importa si tiene que confrontar al rostro visible e impune del crimen un joven al que le dicen El Puma (Juan Daniel García Treviño, uno de los próximos rostros estelares del cine nacional) o al impenetrable Militar Lamarque (Jorge A. Jiménez). A Cielo la mueve un profundo amor, pero sobre todo una esperanza que no se va a pesar de la descomposición que la rodea. La mujer, ya no tiene vuelta atrás.

Crudo, conmovedor, verídico, amoroso, siempre. Neo western si se quiere de tono femenino, La civil, es dolor, pero también pulsión, instinto, ternura.

Una fluida y poderosa narrativa hacen de La civil (Teodora Mihai, 2021), la metáfora fílmica más real, cruda, pero en contraste también amorosa de los últimos años en el cine nacional. Por un lado, tenemos un trepidante thriller sin llegar a ser neo sanguinolento, con no sólo buena carga de suspenso y dosis de cine de género, sino también, un cálido relato filial en el que la protagonista renuncia a la resignación. Y ahí comienza todo.

Hay en La civil, una afortunada renuncia al simplismo del fetiche de un cine con categoría feminista, no lo necesita, pero que consolida en el acertado trazo de los personajes, con guion de Habacuc Antonio de Rosario y de la propia Mihai, un arquetipo que ha surgido en el cine nacional: la mujer que toma como consecuencia de su entorno, decisiones radicales y opuestas a la vida llevada al momento del inicio del relato.

Muy lejos queda entonces el rol pasivo y arquetipo del cine nacional clásico o la vacuidad de la comedia ligera, taquillera y dañina para la audiencia. Aún y cuando el entorno de estos personajes que surgen con fuerza en el actual cine nacional transiten en su mayoría en el microcosmos de los pueblos mexicanos como marca la tradición. Cualquiera puede ser, porque La civil y sus contemporáneas, Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020) y Noche de fuego ( 2020), por mencionar dos ejemplos, son la realidad del entorno como personaje vil e indiferente, pero también el amoroso empoderamiento.

Vemos también en La civil, un ejemplo del cine relato de narrativa de cierta forma convencional que espejea sin miramientos la realidad más cruda del México actual: violencia, feminicidios y sobre todo la profunda descomposición de la gente de a pie, que se hunde en la mezquindad de sus rostros ratoniles, ya sea por miedo o indiferencia ante el dolor. Micro universos absorbidos por la moneda corriente de la maldad.

En La civil, los personajes buenos y malos, aunque esto es un simplismo duelen por verídicos. Tienen artificios, a manera de construcción narrativa, pero laceran por reales.

Cielo (Arcelia Ramírez, aplaudida en la pasada edición de Cannes), es una mujer de vida simple, su posición en la vida es de una clase media en un pueblo, está divorciada del ordinario y taciturno pero indescifrable en su ordinariez Gustavo (muy bien también Álvaro Guerrero) hasta que su hija desaparece.

La chica ni siquiera regresa a su hogar cuando se paga un rescate, que el mezquino Gustavo escatima. A partir de ahí, Cielo sufrirá un cambio radical en su ser: buscará a su hija. No importa si tiene que confrontar al rostro visible e impune del crimen un joven al que le dicen El Puma (Juan Daniel García Treviño, uno de los próximos rostros estelares del cine nacional) o al impenetrable Militar Lamarque (Jorge A. Jiménez). A Cielo la mueve un profundo amor, pero sobre todo una esperanza que no se va a pesar de la descomposición que la rodea. La mujer, ya no tiene vuelta atrás.

Crudo, conmovedor, verídico, amoroso, siempre. Neo western si se quiere de tono femenino, La civil, es dolor, pero también pulsión, instinto, ternura.