/ domingo 7 de febrero de 2021

La moviola | La fábula juvenil neorrealista: Huachicolero

Por Gerardo Gil Ballesteros

Hay una vuelta de tuerca, un giro en la narrativa de Huachicolero (Édgar Nito, 2019) que le dan dos lecturas. En la primera, tenemos un brutal testimonio social de coyuntura evidente y momentos sin concesiones: la pobreza, el dolor y la falta de expectativas en un futuro incierto. El puente que hace ver un espejismo de bienestar es el huachicoleo. Jóvenes con ganas de comprar celular se dejan llevar por esta actividad sin mayor cuestionamiento.

Pero el filme, ópera prima de Nito y galardonada en el Festival de Tribeca (Nuevo director), y en Stiges Film Festival (Órbita) tiene su fortaleza en la construcción de una sencilla, y a la vez tierna fábula de crecimiento y madurez juvenil. Su centro radica en lo particular, no en lo general.

Cuento de amor y madurez con trayectoria ineludible hacia un tono neorrealista y personajes que no pueden huir de la tragedia que matiza la ficción por momentos nos cimbra y en otros nos enternece.

Lalo (Eduardo Banda) es un adolescente más bien tímido y apocado que está enamorado de la chava guapa de la secu Ana (Regina Reynoso) en un pueblo de Irapuato, Guanajuato. La vida se le va en perder el tiempo y padecer los regaños de su madre (Myriam Bravo) porque es medio baquetón; y fraguar maneras de conquistar al objeto de sus sueños quien le da cierta entrada. Es un chavo normal, vaya.

Pero hay un asunto: el joven se dedica al huachicoleo; ya que ayuda a Don Gil (Fernando Becerril) que hace las veces de figura paterna, al cual Lalo le da sus traicionadas en fulgor adolescente, en un negocio de venta de gasolina ilegal.

No parece haber mayor problema, ya que la actividad le sirve para sus gastos regulares. Todo marcha con cierta normalidad, hasta que después de un torpe y bobón intento de conquista, Ana le insinúa –o eso entiende el atolondrado púber– que quiere un celular caro de regalo. Lalo se verá en la necesidad de aumentar sus ingresos y se vincula en el negocio del huachicoleo en mayor escala. Su jefe será el brabucón con moto Rulo (Pedro Joaquín), quien sale con Ana. En las sombras, está el corrupto representante de la ley Loaeza (Leonardo Alonso, quien sabe sacarle provecho a su torvo personaje).

Fábula juvenil con trayectoria de madurez dolorosa y sin camino de regreso, se sostiene con personajes arquetipo que fortalecen el relato: el que pierde la inocencia, el Garfio con vestido de oveja, la madre sacrificada y gruñona, el patán con discurso de reivindicación. Un testimonio de problemática actual que es puente para una historia de esperanza y desesperanza.

Eduardo Banda transmite y hace que el espectador sienta la pureza de su personaje de forma natural. Comparte créditos con un cuadro de histriones profesionales en su mayoría.

Huachicol, se puede ver en Amazon Prime y es un filme que nos presenta la realidad cruda, pero también nos conmueve con la pureza rota de su protagonista.

En corto

Con profundo dolor y tristeza nos enteramos de la partida del periodista cinematográfico José Vera, Pepe Vera. Una vida dedicada de forma amorosa al oficio. Mentor de generaciones y compañero entrañable.

Tiempos recios. Se va la gente buena, su recuerdo y testimonio de vida nos ayudan.


Por Gerardo Gil Ballesteros

Hay una vuelta de tuerca, un giro en la narrativa de Huachicolero (Édgar Nito, 2019) que le dan dos lecturas. En la primera, tenemos un brutal testimonio social de coyuntura evidente y momentos sin concesiones: la pobreza, el dolor y la falta de expectativas en un futuro incierto. El puente que hace ver un espejismo de bienestar es el huachicoleo. Jóvenes con ganas de comprar celular se dejan llevar por esta actividad sin mayor cuestionamiento.

Pero el filme, ópera prima de Nito y galardonada en el Festival de Tribeca (Nuevo director), y en Stiges Film Festival (Órbita) tiene su fortaleza en la construcción de una sencilla, y a la vez tierna fábula de crecimiento y madurez juvenil. Su centro radica en lo particular, no en lo general.

Cuento de amor y madurez con trayectoria ineludible hacia un tono neorrealista y personajes que no pueden huir de la tragedia que matiza la ficción por momentos nos cimbra y en otros nos enternece.

Lalo (Eduardo Banda) es un adolescente más bien tímido y apocado que está enamorado de la chava guapa de la secu Ana (Regina Reynoso) en un pueblo de Irapuato, Guanajuato. La vida se le va en perder el tiempo y padecer los regaños de su madre (Myriam Bravo) porque es medio baquetón; y fraguar maneras de conquistar al objeto de sus sueños quien le da cierta entrada. Es un chavo normal, vaya.

Pero hay un asunto: el joven se dedica al huachicoleo; ya que ayuda a Don Gil (Fernando Becerril) que hace las veces de figura paterna, al cual Lalo le da sus traicionadas en fulgor adolescente, en un negocio de venta de gasolina ilegal.

No parece haber mayor problema, ya que la actividad le sirve para sus gastos regulares. Todo marcha con cierta normalidad, hasta que después de un torpe y bobón intento de conquista, Ana le insinúa –o eso entiende el atolondrado púber– que quiere un celular caro de regalo. Lalo se verá en la necesidad de aumentar sus ingresos y se vincula en el negocio del huachicoleo en mayor escala. Su jefe será el brabucón con moto Rulo (Pedro Joaquín), quien sale con Ana. En las sombras, está el corrupto representante de la ley Loaeza (Leonardo Alonso, quien sabe sacarle provecho a su torvo personaje).

Fábula juvenil con trayectoria de madurez dolorosa y sin camino de regreso, se sostiene con personajes arquetipo que fortalecen el relato: el que pierde la inocencia, el Garfio con vestido de oveja, la madre sacrificada y gruñona, el patán con discurso de reivindicación. Un testimonio de problemática actual que es puente para una historia de esperanza y desesperanza.

Eduardo Banda transmite y hace que el espectador sienta la pureza de su personaje de forma natural. Comparte créditos con un cuadro de histriones profesionales en su mayoría.

Huachicol, se puede ver en Amazon Prime y es un filme que nos presenta la realidad cruda, pero también nos conmueve con la pureza rota de su protagonista.

En corto

Con profundo dolor y tristeza nos enteramos de la partida del periodista cinematográfico José Vera, Pepe Vera. Una vida dedicada de forma amorosa al oficio. Mentor de generaciones y compañero entrañable.

Tiempos recios. Se va la gente buena, su recuerdo y testimonio de vida nos ayudan.