/ sábado 26 de septiembre de 2020

La moviola | Las ficciones de Nolan

Segunda parte


@lamoviola

¿Es un filme complicado Tenet (Nolan, 2020)? ¿Sale del canon establecido por el mainstream de Hollywood? En lo cosmético puede dar la impresión que sí, pero ya sin las pasiones del estreno, el camino del publicitado largometraje resulta convencional, que no ordinario.

En la forma, es un largo macguffin que utiliza las obsesiones metafísicas de Nolan para distraer de lo central al espectador: un virtuoso filme genérico de espías, ciencia ficción e intriga internacional por encima del canon. No más, pero tampoco menos.

El virtuosismo, demasiado evidente y carente de sobriedad como para tener elegancia, estorba un poco ya adelantado el relato, pero ha servido para consolidar la fama que tiene el director de tener algunas inquietudes intelectuales (por decirles de algún modo).

En realidad no vemos al enfant terrible de Memento (Estados Unidos, 2000) y sí una vuelta más a los temas que lo obsesionan: una ciencia ficción donde remarca tintes filosóficos y los ya mencionados metafísicos, sin la sobriedad de lo nuevo u original. Por un lado es evidente que vemos un largometraje en calidad y trasfondo por encima del género, pero con una reafirmación que ya suena un tanto repetitiva.

Incluso la confusión de la trama –de lo cual se le ha acusado- en el fondo es un recurso habitual del género: se plantea un conflicto hasta cierto punto básico, y se complica con otros factores para tener ocupada la mente del espectador. Si no se sobrevalora, Tenet puede ser irreprochable, de lo contrario el filme se puede impugnar por reiterativo e incluso pretencioso.

Nolan y sus ficciones, hasta cierto punto cultitas, recuerdan a nivel de creación y de mundos imaginarios, como se apuntó en este espacio la semana pasada, el trabajo de Jorge Luis Borges en algunos de sus relatos: universos metafísicos impregnados de tramas policiales. Para mayor referencia sobre este punto, basta leer el libro Medio siglo con Borges (Mario Vargas Llosa , Alfaguara, 2020). En ese sentido entonces, Tenet no es un ejemplo de originalidad, como una buena parte del público puede pensar, pero sí le apuesta a cierta exquisitez. Y lo logra con decoro.

Para ser el filme que abre la cartelera mundial después de un largo y doloroso ayuno cinéfilo, la experiencia –si uno se deja llevar sin sobreinterpretar el producto- porque eso es, resulta satisfactoria. ¿Qué no le entendió a la trama? No se preocupe, guionistas del género policíaco y detectivesco han declarado que tampoco comprenden los guiones que ellos mismos crean. La meta es la confusión de lo central.

Relájese, déjese llevar, no se clave pues. Es Nolan y sus obsesiones y ficciones. Disfrútela y luego arme polémica en redes. De eso se trata el asunto.


Segunda parte


@lamoviola

¿Es un filme complicado Tenet (Nolan, 2020)? ¿Sale del canon establecido por el mainstream de Hollywood? En lo cosmético puede dar la impresión que sí, pero ya sin las pasiones del estreno, el camino del publicitado largometraje resulta convencional, que no ordinario.

En la forma, es un largo macguffin que utiliza las obsesiones metafísicas de Nolan para distraer de lo central al espectador: un virtuoso filme genérico de espías, ciencia ficción e intriga internacional por encima del canon. No más, pero tampoco menos.

El virtuosismo, demasiado evidente y carente de sobriedad como para tener elegancia, estorba un poco ya adelantado el relato, pero ha servido para consolidar la fama que tiene el director de tener algunas inquietudes intelectuales (por decirles de algún modo).

En realidad no vemos al enfant terrible de Memento (Estados Unidos, 2000) y sí una vuelta más a los temas que lo obsesionan: una ciencia ficción donde remarca tintes filosóficos y los ya mencionados metafísicos, sin la sobriedad de lo nuevo u original. Por un lado es evidente que vemos un largometraje en calidad y trasfondo por encima del género, pero con una reafirmación que ya suena un tanto repetitiva.

Incluso la confusión de la trama –de lo cual se le ha acusado- en el fondo es un recurso habitual del género: se plantea un conflicto hasta cierto punto básico, y se complica con otros factores para tener ocupada la mente del espectador. Si no se sobrevalora, Tenet puede ser irreprochable, de lo contrario el filme se puede impugnar por reiterativo e incluso pretencioso.

Nolan y sus ficciones, hasta cierto punto cultitas, recuerdan a nivel de creación y de mundos imaginarios, como se apuntó en este espacio la semana pasada, el trabajo de Jorge Luis Borges en algunos de sus relatos: universos metafísicos impregnados de tramas policiales. Para mayor referencia sobre este punto, basta leer el libro Medio siglo con Borges (Mario Vargas Llosa , Alfaguara, 2020). En ese sentido entonces, Tenet no es un ejemplo de originalidad, como una buena parte del público puede pensar, pero sí le apuesta a cierta exquisitez. Y lo logra con decoro.

Para ser el filme que abre la cartelera mundial después de un largo y doloroso ayuno cinéfilo, la experiencia –si uno se deja llevar sin sobreinterpretar el producto- porque eso es, resulta satisfactoria. ¿Qué no le entendió a la trama? No se preocupe, guionistas del género policíaco y detectivesco han declarado que tampoco comprenden los guiones que ellos mismos crean. La meta es la confusión de lo central.

Relájese, déjese llevar, no se clave pues. Es Nolan y sus obsesiones y ficciones. Disfrútela y luego arme polémica en redes. De eso se trata el asunto.


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