/ sábado 14 de agosto de 2021

La moviola | Quisiera ser Val Kilmer

@lamoviola

Me gustaría tener el dulce cinismo de hacer un documental sobre mi exitosa carrera en Hollywood, en el que deje claro que una cosa es la fama y los roles populares que me dejarán millones de dólares y otra el arte, pero a pesar de esto, no arrepentirme de lo que he hecho.

Porque en Val (TingPoo, Leo Scott, 2020), testimonio de memoria audiovisual de la azarosa vida de Val Kilmer, el dolor se convierte en humanidad, ironía, cinismo y vulnerabilidad que el espectador ve con cierto gusto culposo, ya que también se cuenta una que otra sabrosa intimidad de estrellitas marineras.

El largometraje documental fue uno de los platos fuertes de la pasada edición del Festival de Cine de Cannes, y así están los tiempos, su estreno llega por Amazon Prime.

Pero yo quisiera ser Val Kilmer, para usar una memoria subjetiva, grabaciones caseras y no profesionales en video que guardan el testimonio de mi vida, desde mis juegos infantiles en la casa paterna en California, que consistían en recrear y actuar escenas de filmes con mis hermanos, hasta vivir la soledad y la cúspide de la fama.

Quisiera ser Val Kilmer, para contarle al espectador mi lucha para entrar a Julliard School, la prestigiosa escuela de actuación en Nueva York y consciente de mi talento y soberbia discutir con un maestro de teatro el método de una interpretación antes de cumplir los 20, para acabar vestido de Batman y ser la burla de los críticos al referirse a mí como maniquí para un disfraz.

Reírme un poco de Tom Cruise pero reconocer que a lo largo de la vida ha sido un buen compañero, confesarle al espectador que el éxito de Top Gun, nos sorprendió a todos y que me harta un poco que en los aeropuertos, sin excepción, los pilotos me saluden y me digan Iceman y yo deba de responder con una sonrisa. Para eso quisiera ser Val Kilmer.

Pero no, no me gustaría ser Val Kimer y decirle al espectador las enormes pérdidas que he tenido en mi vida y enterarme de alguna de éstas, a punto de entrar en una obra de teatro y otras más, producto del trabajo y la fama. Contar la tragedia de los problemas con mi voz después de un cáncer y ahora tener que usar un aparato para hablar, pero decirle al espectador: “se ve peor de lo que es”, aunque sé que mi carrera en Hollywood está arruinada.

Convertirme en una gozosa caricatura de lo que fui y verlo con ironía, no, no me gustaría. Pero sí quisiera ser Val Kimer, pensándolo bien, para tener el sentido cinematográfico de poner a Jack Kilmer –su hijo– a interpretarlo y darle voz en primera persona. Un poderoso recurso sentimental que no se pierde a lo largo del documental.

Sí quisiera ser Val Kilmer para reflexionar sobre la pureza del arte y el sentido de la fama. Terminar mi carrera con el papel de Mark Twain en teatro y que una de las últimas frases de mi vida como actor sea: “el humor surge de la vergüenza, no de la alegría”. Ser así de cínico. Por eso quisiera ser Val Kimer.

¡Ah, y también se estrena la nueva película de Huevo Cartoon, Un rescate de huevitos!

@lamoviola

Me gustaría tener el dulce cinismo de hacer un documental sobre mi exitosa carrera en Hollywood, en el que deje claro que una cosa es la fama y los roles populares que me dejarán millones de dólares y otra el arte, pero a pesar de esto, no arrepentirme de lo que he hecho.

Porque en Val (TingPoo, Leo Scott, 2020), testimonio de memoria audiovisual de la azarosa vida de Val Kilmer, el dolor se convierte en humanidad, ironía, cinismo y vulnerabilidad que el espectador ve con cierto gusto culposo, ya que también se cuenta una que otra sabrosa intimidad de estrellitas marineras.

El largometraje documental fue uno de los platos fuertes de la pasada edición del Festival de Cine de Cannes, y así están los tiempos, su estreno llega por Amazon Prime.

Pero yo quisiera ser Val Kilmer, para usar una memoria subjetiva, grabaciones caseras y no profesionales en video que guardan el testimonio de mi vida, desde mis juegos infantiles en la casa paterna en California, que consistían en recrear y actuar escenas de filmes con mis hermanos, hasta vivir la soledad y la cúspide de la fama.

Quisiera ser Val Kilmer, para contarle al espectador mi lucha para entrar a Julliard School, la prestigiosa escuela de actuación en Nueva York y consciente de mi talento y soberbia discutir con un maestro de teatro el método de una interpretación antes de cumplir los 20, para acabar vestido de Batman y ser la burla de los críticos al referirse a mí como maniquí para un disfraz.

Reírme un poco de Tom Cruise pero reconocer que a lo largo de la vida ha sido un buen compañero, confesarle al espectador que el éxito de Top Gun, nos sorprendió a todos y que me harta un poco que en los aeropuertos, sin excepción, los pilotos me saluden y me digan Iceman y yo deba de responder con una sonrisa. Para eso quisiera ser Val Kilmer.

Pero no, no me gustaría ser Val Kimer y decirle al espectador las enormes pérdidas que he tenido en mi vida y enterarme de alguna de éstas, a punto de entrar en una obra de teatro y otras más, producto del trabajo y la fama. Contar la tragedia de los problemas con mi voz después de un cáncer y ahora tener que usar un aparato para hablar, pero decirle al espectador: “se ve peor de lo que es”, aunque sé que mi carrera en Hollywood está arruinada.

Convertirme en una gozosa caricatura de lo que fui y verlo con ironía, no, no me gustaría. Pero sí quisiera ser Val Kimer, pensándolo bien, para tener el sentido cinematográfico de poner a Jack Kilmer –su hijo– a interpretarlo y darle voz en primera persona. Un poderoso recurso sentimental que no se pierde a lo largo del documental.

Sí quisiera ser Val Kilmer para reflexionar sobre la pureza del arte y el sentido de la fama. Terminar mi carrera con el papel de Mark Twain en teatro y que una de las últimas frases de mi vida como actor sea: “el humor surge de la vergüenza, no de la alegría”. Ser así de cínico. Por eso quisiera ser Val Kimer.

¡Ah, y también se estrena la nueva película de Huevo Cartoon, Un rescate de huevitos!