/ lunes 25 de noviembre de 2019

La necesidad de un alto en el camino II

Durante los últimos tres lustros la economía mexicana ha mostrado que no tiene la capacidad de generar empleo formal bien remunerado. Por ello se ha debilitado el mercado interno y el bienestar de la sociedad.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), entre 2005 y 2019 no se incrementó el número de personas ocupadas o empleadas que tienen ingresos superiores a tres salarios mínimos.

Lo delicado de la situación es aún más palpable cuando se observa que ninguna entidad federativa del país logró crear oportunidades que paguen más de cinco salarios mínimos.

En los últimos 15 años se perdieron más de 2.5 millones de empleos con ingresos superiores a cinco salarios.

El mayor retroceso se dio en la Ciudad de México, con (-) 323.6 mil. En segundo lugar se ubicó el Estado de México, con (-) 283.8 mil. Baja California (-220.8 mil), Nuevo León (-165.7 mil) y Veracruz (-147.9 mil) son las otras entidades con las mayores reducciones.

De igual forma todos los estados, salvo Baja California Sur, reportaron una reducción en el total de personas ocupadas que ganaron entre tres y cinco salarios mínimos, en total se perdieron tres millones de puestos en ese rango de ingreso.

El Estado de México (-480.8 mil), la Ciudad de México (-385.1 mil) y Baja California (-307.7 mil) ocuparon los primeros lugares en la contracción de ocupación y empleo en este nivel de ingreso.

Como se observa, dos de las mayores economías estatales del país registraron los retrocesos más siginificativos en cuanto a ocupación y empleo bien remunerado.

Cuando se considera que en dicho periodo la población total aumentó en 18 millones de personas se puede entender que más mexicanos debieron competir por menos oportunidades de empleo bien remuneradas.

Durante los últimos 15 años, la creación de empleo se dio en los empleos que pagan hasta dos salarios mínimos, es decir en los rangos bajos de salario.

Lo descrito determinó el incremento de la inequidad y marginación en México: la pobreza sintetiza el grado de marginación en el que se encuentran 52.4 millones de mexicanos.

La magnitud de la pobreza llega al extremo de que 25.5 millones de personas que se encuentran en una situación que se ha denominado como “carencia por acceso a la alimentación”, es decir, mexicanos que sufren de hambre ante la imposibilidad de acceder a los alimentos que se requieren para mantener un nivel mínimo de subsistencia.

La principal causa de la pobreza en México es atribuible al bajo ingreso económico que tienen los hogares: 61.1 millones de personas obtienen un “ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos”.

En otras palabras: el mercado laboral no genera las condiciones adecuadas de ingreso económico para que millones de mexicanos puedan superar la situación de pobreza en la que se encuentran.

La ausencia de crecimiento exacerba uno de los mayores desequilibrios sociales y económicos que enfrenta el país. La solución no se encuentra en el gasto social: sólo una mayor inversión y crecimiento pueden revertir la precarización laboral y social de México.

Durante los últimos tres lustros la economía mexicana ha mostrado que no tiene la capacidad de generar empleo formal bien remunerado. Por ello se ha debilitado el mercado interno y el bienestar de la sociedad.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), entre 2005 y 2019 no se incrementó el número de personas ocupadas o empleadas que tienen ingresos superiores a tres salarios mínimos.

Lo delicado de la situación es aún más palpable cuando se observa que ninguna entidad federativa del país logró crear oportunidades que paguen más de cinco salarios mínimos.

En los últimos 15 años se perdieron más de 2.5 millones de empleos con ingresos superiores a cinco salarios.

El mayor retroceso se dio en la Ciudad de México, con (-) 323.6 mil. En segundo lugar se ubicó el Estado de México, con (-) 283.8 mil. Baja California (-220.8 mil), Nuevo León (-165.7 mil) y Veracruz (-147.9 mil) son las otras entidades con las mayores reducciones.

De igual forma todos los estados, salvo Baja California Sur, reportaron una reducción en el total de personas ocupadas que ganaron entre tres y cinco salarios mínimos, en total se perdieron tres millones de puestos en ese rango de ingreso.

El Estado de México (-480.8 mil), la Ciudad de México (-385.1 mil) y Baja California (-307.7 mil) ocuparon los primeros lugares en la contracción de ocupación y empleo en este nivel de ingreso.

Como se observa, dos de las mayores economías estatales del país registraron los retrocesos más siginificativos en cuanto a ocupación y empleo bien remunerado.

Cuando se considera que en dicho periodo la población total aumentó en 18 millones de personas se puede entender que más mexicanos debieron competir por menos oportunidades de empleo bien remuneradas.

Durante los últimos 15 años, la creación de empleo se dio en los empleos que pagan hasta dos salarios mínimos, es decir en los rangos bajos de salario.

Lo descrito determinó el incremento de la inequidad y marginación en México: la pobreza sintetiza el grado de marginación en el que se encuentran 52.4 millones de mexicanos.

La magnitud de la pobreza llega al extremo de que 25.5 millones de personas que se encuentran en una situación que se ha denominado como “carencia por acceso a la alimentación”, es decir, mexicanos que sufren de hambre ante la imposibilidad de acceder a los alimentos que se requieren para mantener un nivel mínimo de subsistencia.

La principal causa de la pobreza en México es atribuible al bajo ingreso económico que tienen los hogares: 61.1 millones de personas obtienen un “ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos”.

En otras palabras: el mercado laboral no genera las condiciones adecuadas de ingreso económico para que millones de mexicanos puedan superar la situación de pobreza en la que se encuentran.

La ausencia de crecimiento exacerba uno de los mayores desequilibrios sociales y económicos que enfrenta el país. La solución no se encuentra en el gasto social: sólo una mayor inversión y crecimiento pueden revertir la precarización laboral y social de México.