/ jueves 25 de junio de 2020

La perenne normalidad eucarística

VER

En varias partes ya se están dando pasos para lo que llaman “la nueva normalidad”, que es volver, progresivamente, a las actividades familiares, sociales, laborales, económicas, políticas y educativas de antes, sin las restricciones de la pandemia. Ya se están previendo también los pasos para abrir los templos y las actividades religiosas con 25%, 50% y 100% de fieles, según permitan las condiciones sanitarias. Temo que este paso se dé en forma imprudente y tengamos rebrotes que nos dañen más. Hay sacerdotes que no han respetado las normas dadas por sus obispos y han hecho celebraciones con presencia de fieles, no sé si por su gran celo pastoral, por presiones de los mayordomos, o por sus carencias económicas. Es tiempo de mucha prudencia y orden, en bien de la salud comunitaria.

Me admira la gran cantidad de personas que siguen diariamente la Misa en forma virtual, la mayoría con gran devoción, sobre todo los domingos. Son cientos y miles los que, por internet, se han alimentado de la Eucaristía. En mi parroquia nativa, que es pequeña, en domingos sin pandemia se celebraban seis misas, tres en la cabecera y tres en comunidades, y participaban en total unas mil personas. Hoy, en la única Misa que celebramos a puertas cerradas, se conectan unas dos mil personas, muchas residentes en los Estados Unidos. Internet ha sido una gran herramienta pastoral. Pero existe el peligro de que muchos se mal acostumbren a seguir la Misa desde la comodidad del hogar, quizá encerrados en su habitación y aislados con su celular, y que prefieran esta forma en vez de participar físicamente en la celebración. Eso no es correcto. Lo virtual sirve y ayuda, pero la participación presencial es definitivamente prioritaria. ¡Cuidado con el individualismo egoísta y con una religión light!

PENSAR

Cuando Jesús instituyó la Eucaristía, fue en una cena comunitaria, con presencia física de los comensales y nos ordenó que así lo hiciéramos siempre en memoria suya (cf Lc 22,14-20; Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; 1 Cor 11,23-25).

Era lo que hacían los primeros cristianos: “Los discípulos asistían con perseverancia a la enseñanza de los apóstoles, tenían sus bienes en común, participaban en la fracción del pan (es la Misa) y en las oraciones” (Hech 2,42). Que algunas de estas reuniones celebrativas eran ya en domingo, lo dice San Pablo, cuando recomienda a los corintios hacer una colecta en favor de los pobres de Jerusalén precisamente en sus reuniones después de que ya pasó el sábado, es decir, en domingo (cf 1 Cor 16,1-2). Jesús resucitó pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana (cf Mt 28,1; Mc 16,1-6; Lc 24,1-6; Jn 20,1-9.19). Este día, con el tiempo, se llamó domingo, que significa día del Señor (Apoc 1,10).

ACTUAR

Participa en alguna de tantas Misas que se transmiten por todas partes, sobre todo en domingo. Concéntrate en lo que estás, haz a un lado el celular, responde, canta, aclama, asume las posturas correspondientes a cada parte de la Misa y, si es posible, hazlo en familia, no cada quien con su celular. Es un gran servicio pastoral que casi todos los sacerdotes están ofreciendo a su comunidad, y que quizá conviene continuar haciéndolo después, para quienes no puedan desplazarse a un templo. Pero una vez que se pueda ya participar físicamente, no te quedes en la comodidad de tu casa, sino que participa con la comunidad, como lo hemos hecho siempre, para que la participación sea más plena, para recibir la Comunión sacramental y vivir la comunidad eclesial que somos.



Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

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En varias partes ya se están dando pasos para lo que llaman “la nueva normalidad”, que es volver, progresivamente, a las actividades familiares, sociales, laborales, económicas, políticas y educativas de antes, sin las restricciones de la pandemia. Ya se están previendo también los pasos para abrir los templos y las actividades religiosas con 25%, 50% y 100% de fieles, según permitan las condiciones sanitarias. Temo que este paso se dé en forma imprudente y tengamos rebrotes que nos dañen más. Hay sacerdotes que no han respetado las normas dadas por sus obispos y han hecho celebraciones con presencia de fieles, no sé si por su gran celo pastoral, por presiones de los mayordomos, o por sus carencias económicas. Es tiempo de mucha prudencia y orden, en bien de la salud comunitaria.

Me admira la gran cantidad de personas que siguen diariamente la Misa en forma virtual, la mayoría con gran devoción, sobre todo los domingos. Son cientos y miles los que, por internet, se han alimentado de la Eucaristía. En mi parroquia nativa, que es pequeña, en domingos sin pandemia se celebraban seis misas, tres en la cabecera y tres en comunidades, y participaban en total unas mil personas. Hoy, en la única Misa que celebramos a puertas cerradas, se conectan unas dos mil personas, muchas residentes en los Estados Unidos. Internet ha sido una gran herramienta pastoral. Pero existe el peligro de que muchos se mal acostumbren a seguir la Misa desde la comodidad del hogar, quizá encerrados en su habitación y aislados con su celular, y que prefieran esta forma en vez de participar físicamente en la celebración. Eso no es correcto. Lo virtual sirve y ayuda, pero la participación presencial es definitivamente prioritaria. ¡Cuidado con el individualismo egoísta y con una religión light!

PENSAR

Cuando Jesús instituyó la Eucaristía, fue en una cena comunitaria, con presencia física de los comensales y nos ordenó que así lo hiciéramos siempre en memoria suya (cf Lc 22,14-20; Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; 1 Cor 11,23-25).

Era lo que hacían los primeros cristianos: “Los discípulos asistían con perseverancia a la enseñanza de los apóstoles, tenían sus bienes en común, participaban en la fracción del pan (es la Misa) y en las oraciones” (Hech 2,42). Que algunas de estas reuniones celebrativas eran ya en domingo, lo dice San Pablo, cuando recomienda a los corintios hacer una colecta en favor de los pobres de Jerusalén precisamente en sus reuniones después de que ya pasó el sábado, es decir, en domingo (cf 1 Cor 16,1-2). Jesús resucitó pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana (cf Mt 28,1; Mc 16,1-6; Lc 24,1-6; Jn 20,1-9.19). Este día, con el tiempo, se llamó domingo, que significa día del Señor (Apoc 1,10).

ACTUAR

Participa en alguna de tantas Misas que se transmiten por todas partes, sobre todo en domingo. Concéntrate en lo que estás, haz a un lado el celular, responde, canta, aclama, asume las posturas correspondientes a cada parte de la Misa y, si es posible, hazlo en familia, no cada quien con su celular. Es un gran servicio pastoral que casi todos los sacerdotes están ofreciendo a su comunidad, y que quizá conviene continuar haciéndolo después, para quienes no puedan desplazarse a un templo. Pero una vez que se pueda ya participar físicamente, no te quedes en la comodidad de tu casa, sino que participa con la comunidad, como lo hemos hecho siempre, para que la participación sea más plena, para recibir la Comunión sacramental y vivir la comunidad eclesial que somos.



Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas