/ domingo 16 de mayo de 2021

La política, una expresión de amor

He conocido campesinos, algunos analfabetas, que, sin militar en algún partido político y sin contender por un puesto, hacen mucho por su comunidad. Además de trabajar por su familia, dedican buena parte de su tiempo y de sus recursos para luchar por que haya luz eléctrica en su pueblo, que haya caminos y carreteras, que haya escuelas y clínicas de salud, que haya campos deportivos. No lo hacen en forma aislada, ni bloqueando carreteras o promoviendo acciones violentas, sino congregando al pueblo y organizándolo. Cuando alguien tiene un problema, económico, familiar o legal, acude a esas personas, para recibir un consejo y un apoyo. Cuando hay pleitos por la posesión de la tierra, procuran la reconciliación y no exacerban pasiones encontradas.

Son líderes que no se hacen propaganda, que no actúan por un interés individualista, ni porque les sobren tiempo y dinero. Son parte vital de un pueblo, que así progresa y sale adelante. Son columnas de una comunidad, no oportunistas electoreros. Son una vivencia, sin publicidad, de la verdadera política, por su amor a los demás, por su preocupación por que su gente viva un poco mejor. Son santos, porque la santidad es el amor a Dios y al prójimo. Los que conozco, están inspirados por su fe en Dios, por la Sagrada Escritura y por el buen ejemplo de sus mayores.

Su pueblo, espontánea y confiadamente, les pide ejercer algún cargo, no necesariamente remunerado, porque los conocen y saben que no les defraudarán. No son una utopía, ni un cuento ingenuo, sino la riqueza de muchas comunidades. Son valiosos tesoros, perlas preciosas, que nos dan confianza y esperanza. No todo está podrido.

En cambio, ¡cuántos lamentos y críticas por los vividores de la política y del poder público! Hay personas y familias que quieren perpetuarse en el poder, y para ello mueven todos los hilos posibles, incluso tramando cambios legales que les beneficien, con la apariencia de pretender el bien social. Invierten mucho tiempo y dinero para hacerse publicidad y convencernos de que son la mejor opción. Se imaginan que nadie más que ellos sabe hacer bien las cosas; califican a los demás como lo peor; tienen un orgullo muy pretencioso; es difícil que acepten consejos y criterios divergentes.

PENSAR

El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, dice: “La caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor. Esta mirada es el núcleo del verdadero espíritu de la política. Desde allí los caminos que se abren son diferentes a los de un pragmatismo sin alma. Por ejemplo, no se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Qué triste ver cuando detrás de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad” (187).

ACTUAR

Hay que tomar en serio las elecciones del próximo domingo 6 de junio y participar con nuestro voto, para apoyar a quienes sean verdaderos servidores de la comunidad. No votes por quien sólo se hace propaganda, pero no ha demostrado con sus hechos el amor generoso y desinteresado por el pueblo. Conoce a los candidatos y analiza quiénes merecen tu voto. No votes irresponsablemente, ni te abstengas sólo por comodidad e indiferencia. Con tu voto, puedes ayudar a que un buen proyecto prospere, o impedir que alguien siga dañando al pueblo. Y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine.

He conocido campesinos, algunos analfabetas, que, sin militar en algún partido político y sin contender por un puesto, hacen mucho por su comunidad. Además de trabajar por su familia, dedican buena parte de su tiempo y de sus recursos para luchar por que haya luz eléctrica en su pueblo, que haya caminos y carreteras, que haya escuelas y clínicas de salud, que haya campos deportivos. No lo hacen en forma aislada, ni bloqueando carreteras o promoviendo acciones violentas, sino congregando al pueblo y organizándolo. Cuando alguien tiene un problema, económico, familiar o legal, acude a esas personas, para recibir un consejo y un apoyo. Cuando hay pleitos por la posesión de la tierra, procuran la reconciliación y no exacerban pasiones encontradas.

Son líderes que no se hacen propaganda, que no actúan por un interés individualista, ni porque les sobren tiempo y dinero. Son parte vital de un pueblo, que así progresa y sale adelante. Son columnas de una comunidad, no oportunistas electoreros. Son una vivencia, sin publicidad, de la verdadera política, por su amor a los demás, por su preocupación por que su gente viva un poco mejor. Son santos, porque la santidad es el amor a Dios y al prójimo. Los que conozco, están inspirados por su fe en Dios, por la Sagrada Escritura y por el buen ejemplo de sus mayores.

Su pueblo, espontánea y confiadamente, les pide ejercer algún cargo, no necesariamente remunerado, porque los conocen y saben que no les defraudarán. No son una utopía, ni un cuento ingenuo, sino la riqueza de muchas comunidades. Son valiosos tesoros, perlas preciosas, que nos dan confianza y esperanza. No todo está podrido.

En cambio, ¡cuántos lamentos y críticas por los vividores de la política y del poder público! Hay personas y familias que quieren perpetuarse en el poder, y para ello mueven todos los hilos posibles, incluso tramando cambios legales que les beneficien, con la apariencia de pretender el bien social. Invierten mucho tiempo y dinero para hacerse publicidad y convencernos de que son la mejor opción. Se imaginan que nadie más que ellos sabe hacer bien las cosas; califican a los demás como lo peor; tienen un orgullo muy pretencioso; es difícil que acepten consejos y criterios divergentes.

PENSAR

El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, dice: “La caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor. Esta mirada es el núcleo del verdadero espíritu de la política. Desde allí los caminos que se abren son diferentes a los de un pragmatismo sin alma. Por ejemplo, no se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Qué triste ver cuando detrás de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad” (187).

ACTUAR

Hay que tomar en serio las elecciones del próximo domingo 6 de junio y participar con nuestro voto, para apoyar a quienes sean verdaderos servidores de la comunidad. No votes por quien sólo se hace propaganda, pero no ha demostrado con sus hechos el amor generoso y desinteresado por el pueblo. Conoce a los candidatos y analiza quiénes merecen tu voto. No votes irresponsablemente, ni te abstengas sólo por comodidad e indiferencia. Con tu voto, puedes ayudar a que un buen proyecto prospere, o impedir que alguien siga dañando al pueblo. Y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine.