/ jueves 15 de marzo de 2018

La primavera de los lamebotas

Cuando Donald Trump llegó al poder, muchos temieron que fracturaría nuestras estrechas relaciones económicas con México y/o que comenzaría una guerra comercial con China. Hasta ahora, no ha pasado ninguna de esas cosas.

Es cierto que el tratado de libre comercio con México y Canadá todavía pende de un hilo, y que Trump ha impuesto aranceles a algunos productos chinos. No obstante, su ira comercial parece estar mucho más enfocada en un objetivo inesperado: la Unión Europea que, según tuiteó, impone “barreras y aranceles espantosos a los productos estadounidenses que importa”.

Esto es extraño en varios niveles. En la (muy grande) medida en la que el trumpismo se basa en la enemistad racial, parece extraño iniciar una pelea con Europa, de todos los lugares posibles. Además, Estados Unidos siempre ha visto con buenos ojos a la UE que, a pesar de todas sus fallas, es una fuerza importante de paz y democracia. ¿Por qué apresurarse a iniciar una guerra de declaraciones con nuestros aliados que solo sirve a los intereses de enemigos de la libertad como Vladimir Putin? Ay, momento...

Sin embargo, más allá de todo eso, los hechos de Trump están mal. “Las exportaciones de Estados Unidos a la Unión Europea gozan de un arancel promedio de solo 3%”, explica la guía del mismo gobierno estadounidense para los exportadores.

¿Quién está desinformando a Trump? Quizá sea Peter Navarro, su zar comercial, cuya estrella está claramente al alza. Además, la historia del ascenso de Navarro nos dice mucho sobre la naturaleza del gobierno de Trump, un lugar que recompensa a los lamebotas que le dicen al jefe las repuestas que quiere escuchar.

Para empezar, ¿cómo se reclutó a Navarro? Según un reportaje de Vanity Fair escrito por Sarah Ellison, quien ahora trabaja en The Washington Post, durante la campaña Trump le pidió a Jared Kushner que encontrara alguna investigación que sustentara sus opiniones proteccionistas. En respuesta, Kushner buscó en Amazon, donde encontró un libro titulado “Death by China”. Así que llamó inesperadamente a Navarro, uno de los autores del libro, y le vendió la idea, y así fue como este se convirtió en el primer asesor económico de la campaña.

De hecho, las opiniones de Navarro, que no pertenecen a la corriente principal, en esencia parecen incluir errores básicos conceptuales y fácticos. Uno de esos errores, que nos lleva directamente a la discusión entre Trump y Europa, es una absoluta incomprensión de los efectos en el comercio del impuesto al valor agregado (IVA), que Estados Unidos no tiene, pero que ocupa un lugar preponderante en los ingresos de la mayoría de los países europeos.

En la versión del mundo de Navarro, el IVA les da a las empresas europeas una ventaja enorme e injusta. Los productos estadounidenses que se venden en Europa tienen que pagar IVA; por ejemplo, deben pagar un impuesto del 19% si se venden en Alemania. Esto, dice el libro blanco, equivale a un arancel de importación. Mientras tanto, los productores alemanes no pagan ningún IVA sobre los productos que venden en EU. Estoy casi seguro de que a eso se refiere Trump cuando habla sobre los “horrendos” aranceles.

Cuando Donald Trump llegó al poder, muchos temieron que fracturaría nuestras estrechas relaciones económicas con México y/o que comenzaría una guerra comercial con China. Hasta ahora, no ha pasado ninguna de esas cosas.

Es cierto que el tratado de libre comercio con México y Canadá todavía pende de un hilo, y que Trump ha impuesto aranceles a algunos productos chinos. No obstante, su ira comercial parece estar mucho más enfocada en un objetivo inesperado: la Unión Europea que, según tuiteó, impone “barreras y aranceles espantosos a los productos estadounidenses que importa”.

Esto es extraño en varios niveles. En la (muy grande) medida en la que el trumpismo se basa en la enemistad racial, parece extraño iniciar una pelea con Europa, de todos los lugares posibles. Además, Estados Unidos siempre ha visto con buenos ojos a la UE que, a pesar de todas sus fallas, es una fuerza importante de paz y democracia. ¿Por qué apresurarse a iniciar una guerra de declaraciones con nuestros aliados que solo sirve a los intereses de enemigos de la libertad como Vladimir Putin? Ay, momento...

Sin embargo, más allá de todo eso, los hechos de Trump están mal. “Las exportaciones de Estados Unidos a la Unión Europea gozan de un arancel promedio de solo 3%”, explica la guía del mismo gobierno estadounidense para los exportadores.

¿Quién está desinformando a Trump? Quizá sea Peter Navarro, su zar comercial, cuya estrella está claramente al alza. Además, la historia del ascenso de Navarro nos dice mucho sobre la naturaleza del gobierno de Trump, un lugar que recompensa a los lamebotas que le dicen al jefe las repuestas que quiere escuchar.

Para empezar, ¿cómo se reclutó a Navarro? Según un reportaje de Vanity Fair escrito por Sarah Ellison, quien ahora trabaja en The Washington Post, durante la campaña Trump le pidió a Jared Kushner que encontrara alguna investigación que sustentara sus opiniones proteccionistas. En respuesta, Kushner buscó en Amazon, donde encontró un libro titulado “Death by China”. Así que llamó inesperadamente a Navarro, uno de los autores del libro, y le vendió la idea, y así fue como este se convirtió en el primer asesor económico de la campaña.

De hecho, las opiniones de Navarro, que no pertenecen a la corriente principal, en esencia parecen incluir errores básicos conceptuales y fácticos. Uno de esos errores, que nos lleva directamente a la discusión entre Trump y Europa, es una absoluta incomprensión de los efectos en el comercio del impuesto al valor agregado (IVA), que Estados Unidos no tiene, pero que ocupa un lugar preponderante en los ingresos de la mayoría de los países europeos.

En la versión del mundo de Navarro, el IVA les da a las empresas europeas una ventaja enorme e injusta. Los productos estadounidenses que se venden en Europa tienen que pagar IVA; por ejemplo, deben pagar un impuesto del 19% si se venden en Alemania. Esto, dice el libro blanco, equivale a un arancel de importación. Mientras tanto, los productores alemanes no pagan ningún IVA sobre los productos que venden en EU. Estoy casi seguro de que a eso se refiere Trump cuando habla sobre los “horrendos” aranceles.