/ miércoles 22 de mayo de 2019

La reivindicación de los ignorados

La inseguridad pública constituye el principal problema del Estado. El miedo, temor y retracción a la convivencia pública tiene sometido al país. La crisis es profunda y las consecuencias las sentimos, pero no hemos podido dimensionarlas en su magnitud. Los responsables son personas ignoradas y abandonadas por el Estado, que por medio de la criminalidad buscan su reivindicación en el entorno social.

Qué pasa, porqué cada día la violencia aumenta de intensidad y no existen límites. Las estrategias utilizadas simplemente no funcionan, el problema se agrava. Es prioritario repensar y modificar las acciones gubernamentales para evitar una crisis mayor.

El primer paso es plantearnos el porqué de la delincuencia. Las corrientes tradicionales señalan que se debe a la pobreza, marginalidad, deficiente educación y falta de oportunidades. Otros afirman que es la impunidad y la carencia de una cultura cívica para respetar la ley y la propiedad ajena. La delincuencia de alta peligrosidad nos puede dar pistas fundamentales. Por qué algunos criminales se comportan como bestias al torturar, mutilar y matar sin ningún sentido de humanidad. Qué los llevó al límite para odiar y perder el valor a la vida. Solo grupos sociales sin humanidad y resentidos son capaces de ejecutar estos actos atroces.

Esta degradación no surgió de manera espontánea, muchos fueron los responsables, los principales son los padres que no encauzaron a sus hijos como hombres de bien y el gobierno que ignoró que muchos de sus ciudadanos se estaban convirtiendo en delincuentes, sicarios o vándalos y simplemente los dejó a la deriva hasta tener una epidemia que ya no se puede controlar.

La delincuencia es producto de fuertes contrastes, un Estado con altos niveles de pobreza y la acumulación de la riqueza en unos pocos. En este entorno, algunos individuos fueron severamente ignorados sin control social, creados en un ambiente casi de canibalismo, excluídos del bienestar y mucho de ellos carecieron de un seno familiar que les inculcara principios y valores. El entorno en el que fueron rechazados e invisibilizados, les ocasionó un fuerte odio, resentimiento social y una búsqueda irracional de venganza. Para ellos las presas son las víctimas, los enemigos sus adversarios y el Estado es el ente que tienen que someter, no existen códigos mas que la ley del más salvaje.

El panorama que es delicado requiere resolverse, ya sabemos las causas, ahora vienen las soluciones. Hay casos de éxito, en Colombia, Bogotá y Medellín dejaron de ser las ciudades más violentas de América Latina.

La estrategia debe ser bajo ocho dimensiones: mejorar las instituciones responsables de seguridad y justicia; incorporar estrategias de prevención del delito; diseñar un plan para que los padres de familia formen a hijos de bien; incorporar en la educación básica programas de ética pública; dignificar cualquier oficio o trabajo evitando humillaciones del entorno social y malos tratos; crear espacio público para la convivencia social; aprender a respetar y no desear lo que no es nuestro; y evitar que la violencia sea parte de la normalidad social.

Como vemos el camino es muy largo y complejo, no podemos seguir esperando, si los gobiernos no toman el camino correcto, nosotros los ciudadanos tenemos que dar los primeros pasos.

CIECAS-IPN

La inseguridad pública constituye el principal problema del Estado. El miedo, temor y retracción a la convivencia pública tiene sometido al país. La crisis es profunda y las consecuencias las sentimos, pero no hemos podido dimensionarlas en su magnitud. Los responsables son personas ignoradas y abandonadas por el Estado, que por medio de la criminalidad buscan su reivindicación en el entorno social.

Qué pasa, porqué cada día la violencia aumenta de intensidad y no existen límites. Las estrategias utilizadas simplemente no funcionan, el problema se agrava. Es prioritario repensar y modificar las acciones gubernamentales para evitar una crisis mayor.

El primer paso es plantearnos el porqué de la delincuencia. Las corrientes tradicionales señalan que se debe a la pobreza, marginalidad, deficiente educación y falta de oportunidades. Otros afirman que es la impunidad y la carencia de una cultura cívica para respetar la ley y la propiedad ajena. La delincuencia de alta peligrosidad nos puede dar pistas fundamentales. Por qué algunos criminales se comportan como bestias al torturar, mutilar y matar sin ningún sentido de humanidad. Qué los llevó al límite para odiar y perder el valor a la vida. Solo grupos sociales sin humanidad y resentidos son capaces de ejecutar estos actos atroces.

Esta degradación no surgió de manera espontánea, muchos fueron los responsables, los principales son los padres que no encauzaron a sus hijos como hombres de bien y el gobierno que ignoró que muchos de sus ciudadanos se estaban convirtiendo en delincuentes, sicarios o vándalos y simplemente los dejó a la deriva hasta tener una epidemia que ya no se puede controlar.

La delincuencia es producto de fuertes contrastes, un Estado con altos niveles de pobreza y la acumulación de la riqueza en unos pocos. En este entorno, algunos individuos fueron severamente ignorados sin control social, creados en un ambiente casi de canibalismo, excluídos del bienestar y mucho de ellos carecieron de un seno familiar que les inculcara principios y valores. El entorno en el que fueron rechazados e invisibilizados, les ocasionó un fuerte odio, resentimiento social y una búsqueda irracional de venganza. Para ellos las presas son las víctimas, los enemigos sus adversarios y el Estado es el ente que tienen que someter, no existen códigos mas que la ley del más salvaje.

El panorama que es delicado requiere resolverse, ya sabemos las causas, ahora vienen las soluciones. Hay casos de éxito, en Colombia, Bogotá y Medellín dejaron de ser las ciudades más violentas de América Latina.

La estrategia debe ser bajo ocho dimensiones: mejorar las instituciones responsables de seguridad y justicia; incorporar estrategias de prevención del delito; diseñar un plan para que los padres de familia formen a hijos de bien; incorporar en la educación básica programas de ética pública; dignificar cualquier oficio o trabajo evitando humillaciones del entorno social y malos tratos; crear espacio público para la convivencia social; aprender a respetar y no desear lo que no es nuestro; y evitar que la violencia sea parte de la normalidad social.

Como vemos el camino es muy largo y complejo, no podemos seguir esperando, si los gobiernos no toman el camino correcto, nosotros los ciudadanos tenemos que dar los primeros pasos.

CIECAS-IPN