/ viernes 7 de septiembre de 2018

La Resistencia

Esta semana el New York Times volvió a ser noticia por dos cosas, la primera es la audaz decisión de publicar una nota editorial de manera anónima, rompiendo uno de los cánones del periodismo de opinión. Tampoco es tan sagrado, durante décadas en México se ha escrito con seudónimos o nombres de editorialistas que no existen, sin embargo se utilizó el concepto anónimo; como fuente no revelada es un tema por explorar y da particular potencia al segundo asunto, la confirmación de una resistencia al interior del gobierno de Donald Trump.

El reconocimiento por parte de un alto funcionario del gobierno de Trump de una resistencia que trabaja con claridad en bloquear su agenda y tratar de limitar sus peores instintos, describe la gran paradoja en la que viven quienes tienen una mínima conciencia de los valores: tratar de hacer un gobierno exitoso, pero evitando que Trump siga haciendo daño a la salud de su república.

El problema de fondo es la amoralidad del presidente Trump, no tiene principios, ni valores, no tiene nada parecido a una brújula moral que ponga parámetros a sus decisiones.Es ajeno a cualquier ideal de democracia, libre mercado, derechos humanos o libertad de expresión, así lo ha mostrado en lo cómodo que se siente con dictadores en contratesis de lo agresivo y grosero que es con los líderes democráticos. Sin embargo, la verdadera alarma está en que un porcentaje importante del pueblo estadounidense comparte esta agenda.

La resistencia define a Trump como impetuoso, conflictivo, mezquino e ineficaz, y pone como consuelo que en esta situación caótica “hay adultos a cargo”, aún en contra de la voluntad del Presidente.

Esta editorial podría significar un cambio importante en la política norteamericana, con consecuencias poco previsibles, la primera es cómo reaccionará el mismo Trump, como buen megalómano, mitómano y narcisista no reconocerá la crítica, y a lo anterior tendremos que agregar paranoico.

La acumulación de frentes, el Rusiagate, la posibilidad de su remoción y que una vez que se destape, esta resistencia suministrará testigos suficientes y de alta calidad sobre las acciones ilegales de Trump, dentro y fuera de la Casablanca: Trump debe suponer que vienen los idus de marzo y que él es Julio César, por lo tanto, es previsible una respuesta violenta e irracional ¿Iniciará una purga al interior de su gobierno? ¿Investigará y perseguirá a esta resistencia? ¿Esto podrá afectar a la débil estabilidad emocional del Trump? Son muchas las preguntas, esperemos las respuestas.

La existencia de una resistencia al gobierno de Trump no es un hecho alentador, es un síntoma de una enfermedad más profunda en el sistema político norteamericano, una sociedad y un gobierno dividido que puede y está afectando a los equilibrios globales.

Nos debe preocupar la situación de Trump, pero también tenemos que reconocer la gran confianza que genera tener un presidente electo con principios y una clara brújula ideológica.

TWITTER: @LuisHFernandez


Esta semana el New York Times volvió a ser noticia por dos cosas, la primera es la audaz decisión de publicar una nota editorial de manera anónima, rompiendo uno de los cánones del periodismo de opinión. Tampoco es tan sagrado, durante décadas en México se ha escrito con seudónimos o nombres de editorialistas que no existen, sin embargo se utilizó el concepto anónimo; como fuente no revelada es un tema por explorar y da particular potencia al segundo asunto, la confirmación de una resistencia al interior del gobierno de Donald Trump.

El reconocimiento por parte de un alto funcionario del gobierno de Trump de una resistencia que trabaja con claridad en bloquear su agenda y tratar de limitar sus peores instintos, describe la gran paradoja en la que viven quienes tienen una mínima conciencia de los valores: tratar de hacer un gobierno exitoso, pero evitando que Trump siga haciendo daño a la salud de su república.

El problema de fondo es la amoralidad del presidente Trump, no tiene principios, ni valores, no tiene nada parecido a una brújula moral que ponga parámetros a sus decisiones.Es ajeno a cualquier ideal de democracia, libre mercado, derechos humanos o libertad de expresión, así lo ha mostrado en lo cómodo que se siente con dictadores en contratesis de lo agresivo y grosero que es con los líderes democráticos. Sin embargo, la verdadera alarma está en que un porcentaje importante del pueblo estadounidense comparte esta agenda.

La resistencia define a Trump como impetuoso, conflictivo, mezquino e ineficaz, y pone como consuelo que en esta situación caótica “hay adultos a cargo”, aún en contra de la voluntad del Presidente.

Esta editorial podría significar un cambio importante en la política norteamericana, con consecuencias poco previsibles, la primera es cómo reaccionará el mismo Trump, como buen megalómano, mitómano y narcisista no reconocerá la crítica, y a lo anterior tendremos que agregar paranoico.

La acumulación de frentes, el Rusiagate, la posibilidad de su remoción y que una vez que se destape, esta resistencia suministrará testigos suficientes y de alta calidad sobre las acciones ilegales de Trump, dentro y fuera de la Casablanca: Trump debe suponer que vienen los idus de marzo y que él es Julio César, por lo tanto, es previsible una respuesta violenta e irracional ¿Iniciará una purga al interior de su gobierno? ¿Investigará y perseguirá a esta resistencia? ¿Esto podrá afectar a la débil estabilidad emocional del Trump? Son muchas las preguntas, esperemos las respuestas.

La existencia de una resistencia al gobierno de Trump no es un hecho alentador, es un síntoma de una enfermedad más profunda en el sistema político norteamericano, una sociedad y un gobierno dividido que puede y está afectando a los equilibrios globales.

Nos debe preocupar la situación de Trump, pero también tenemos que reconocer la gran confianza que genera tener un presidente electo con principios y una clara brújula ideológica.

TWITTER: @LuisHFernandez